Buscar este blog

miércoles, 14 de marzo de 2007

NAVEA- LA POSADA DE ANTONIO

Desde la ventana de la posada de Antonio , mira la Plaza Mayor de Trives. El Cuartel de la Guardia Civil. Llovia . Se sintío muy cansado , bebió aguardiente, y se sento. Revisa el cuaderno que le dio el silencioso Pedro en el viaje a Navea.
El muchacho recién llegado desde Buenos Aires, con cara de asombro cuando el viejo auto de Pedro comenzo a ir por la carretera de Orense.
La noticia de la muerte del llamado americano lo tiene entristecido desde que se embarcó en Buenos Aires.
Ahora en Orense, estuvo en la vieja casa donde el castañar, siente que su cabeza ha estallado en un torbellino.
Pasó un rato en la tienda de ultramarinos, donde habían ocurrido los primeros sucesos hace diez años.
Pedro le había dicho, que el cuaderno lo había encontrado en la "chavola do souto", antes que llegaran los guardias y el inspector.
Pensó que la lluvia en Galicia, era parte del paisaje.
Todos lamentaban la caída del americano desde las peñas al dique. Ocurrió hace dos noches. La policía esta dando vueltas por el lugar . El Inspector Garcia, muy serio y ceremonioso habló con el .
Desde el cuaderno, casi de memoria dice o le dicen -no sabe- : ...."Un trueno, sacudió el ultramarinos, las sombras de la tarde venían a esa noche. Navea, cercana a Trives, lejos del mundo, terminaba su día, solo rutinas muy sencillas. Había llegado esa mañana y por indicación del posadero de Trives se acercó a la tienda de ultramarinos de Navea. Un poblado de 30 casas, no todas habitadas. Era el centro de la vida de ese lugar , también de reunión de aquella tarde anochecida, allá podría empezar a saber algo mas sobre el. Otro relámpago, enmarco , en la puerta bambalente de entrada, a una diminuta figura de aspecto fuerte. Una figura centelleante y eléctrica como la tormenta que arrasaba esa noche el poblado. Un manco cojo.
El peque¤o hombrecito rengo, calado hasta los huesos por el agua que caía afuera, entro y se precipito hacia donde estabamos todos.
Un gran silencio luego de ese último trueno.
La lluvia y el viento, hacían temblar ese rincón gallego donde entre jamones colgados, botellas de vino, enormes frascos de aceitunas, algo era mágico.
El silencio yo tenia idea que lo habia generado el manco, el era el loco del lugar. Cuando lo vio, record¢ a los duendes, que alguna vez le conto su madre. Este parecia uno llegado de los bosques o de los montes, o de las peñas.
Su madre los describía allá en Buenos Aires, en sus historias, donde seguramente mezclaría sus recuerdos de Galicia y sus películas de Tyron Powell, en lejanas noches de invierno, tal vez también con viento y lluvia.
Ella y sus duendes gallegos, en bosques y montes, sacudidos por la tormenta y la lluvia, los truenos y los relámpagos. Le había contado que en esos montes y bosques todo podía pasar, y que todo podía empezar y volver a empezar. Julio, así se llamaba el hombrecillo se sentó
junto al forastero. Su copa de aguardiente la lleva, con su única mano, a sus temblorosos labios y le dice.
-- eh americano, porque mañana no vienes y subes al monte conmigo? allí al salir el sol podremos hablar de algunas cosas tu y yo.
Su única mano temblaba y volcó parte del aguardiente, en el mostrador de cedro""......
*****
Deja por un instante el cuaderno en una mesita junto a la venta, y desde allí continua mirando la plaza. La fuente, sigue lloviendo.
Tomo el cuaderno, y siguio leyendo:
""...... Al despertar en la mañana, sintió que todavia seguía lloviendo. Así era por ahora la Galicia que se le presentaba.
La posada en Trives, le pareció ahora bastante confortable, y creyó que no le era desconocida.
Bajo las escaleras, y entre la lluvia se acerco a su pequeño auto. Diez km. y San Miguel de Navea.
El día de ayer con Julio en lo alto del monte, cuidando por decir las cabras, había sentido algo mágico y misterioso.
Ahora mientras subía o bajaba, derecha e izquierda, cruzando el dique del Sill, en su regreso a Navea, iba recordando las situaciones del día anterior, con aquel pequeño pastor , y entonces le pareció que lo conocía de toda la vida.
Al llegar al poblado, estaba por amanecer, había dejado de llover, y se veía salir el sol .
Los sonidos de la tierra, y sus pasos sobre las piedras y el barro, lo encaminaron a la casa de Julio.
Estaba sentado bajo el castaño. Estaba haciendo sonar su monocorde acordeón alemán.
Su amigo gallego era el loco del pueblo, y tuvo la sensación de que solo por verlo había venido de tan lejos.
Julio preparo el desayuno, pan con leche y sirvió aguardiente. No le temblaba la mano. Bebieron y comieron.
Ya en camino el americano, le preguntó si le gustaba su trabajo.
El manco le contesta, que realmente esto ha sido siempre como un juego, y que lo hacia desde muy chico, casi todos se han ido, tu madre también se fue hacia Argentina.
Te pido que no les digas a nadie, lo que te digo, pues la gente no entiende a los locos como yo, ni tampoco a sus amigos, desde que cai del campanario y perdi el brazo, ya se habia ido ella, solo subir con los animales y ver lo que ahora vemos es lo que me mantiene con la esperanza del regreso.
El americano insiste, pero como un juego? y que te ocurrio en el campanario?
El pastor, le cuenta que con una muchacha muy hermosa, tu madre, corríamos siempre hacia arriba, el monte y el bosque, para ver quien llegaba primero a las peñas. Sus ojos se pusieron como mas grises y tristes, y perdieron ese brillo centelleante de la otra noche de truenos y brujas.
Lo del campanario, preferia que no sepas los tristes motivos. Entonces el pastor suelta un --eh tu, te atreves? el que llega primero abre el vino y corta la tortilla. Como dos chicos comenzaron a correr monte arriba
Ya en la cima el llamado americano, no podía respirar, lo vio ya sentado en un tronco caído, el manco ya había llegado, y sonriendo le ofrecía la botella de vino. Toma, y le alcanzo su navaja., ve y corta la tortilla.
Esa noche no regreso a Trives, se quedó a dormir donde Julio. Allí estaban bajo "o souto", escuchando un concierto de esa extraña música de Julio, que entibiaba la noche, con una sola nota, y una sola mano. Luego Julio quedo dormido. Lo cubrió con su poncho argentino, como a un niño, lo levanto, era tan chiquito, y lo depositó en la mecedora junto a la ventana.
Ya en la sala, una copa de aguardiente, se fumó un pitillo de los de Julio y se acercó a unos libros, se vio reflejado en un gran espejo que colgaba de la descascarada pared.
Se miro, con su copa y un libro en la mano, y le pareció reflejarse en un espejo cóncavo, se penso una imagen absurda, grotesca, fuera de la realidad, o de donde venia.
En un rincón del espejo, una vieja foto, de un profundo color sepia u ocre, mostraba a dos jovenes tomados de sus manos, allí mismo bajo el souto. Era una foto que el ya conocía bien de Buenos Aires, si no tenia dudas, penso que hizo bien en traer ese poncho salteño que su madre le había dado , y habérselo dado a Julio.
Los dos , sonreían en la vieja fotografía, solo como pueden hacerlo los que son realmente felices.
Quien era ese hombre, ese duende? Con el que había trepado y corrido en el barrial del bosque?
Penso que algo estaba empezando, y que su madre tenia razón.
Galicia era tierra de maravillas. Todo lo suyo podía volver a empezar.".........
*******
Antes de cerrar el cuaderno. La voz le repite que:
"todo lo suyo podía volver a empezar"
*****
Ve cruzar la plaza desde el Cuartel al Inspector García, que viene acompañado por una figurilla chiquitita y manca, caminando a su lado.
Pestañea, limpia sus lentes, no esta seguero de lo que cree ver, pero vuelve a ver solamente a Garcia que cruza la plaza Mayor.
Vendria a informarle las conclusiones oficiales en la muerte del americano.
Le dijo entonces que este hombre el americano era ya muy mayor, y andar por las peñas con las cabras, bendito trabajo, a su edad, y sabia Ud que ademas de americano algunos muy intimos, lo llamaban "o fillo do manco"
ademas se había pasado con el aguardiente esa noche de tormenta.,
Entonces, vio claramente la figura diminuta , centelleante y eléctrica del manco, estaba junto al inspector
No tuvo dudas, era el manco, que ademas le hacia señas cómplices, señalandole, que lo esperaría abajo en la plaza.
El inspector, le pregunta si quiere que lo haga llevar al aeropuerto, le contesta, no, me quedare esta noche aquí, tengo un amigo que me espera ahora abajo en la plaza, iremos juntos a Navea y allí veré que hago.
Quiero dormir esta noche en la casa de mi padre, el americano, tal vez mi abuelo el manco nos ayude a decidirque vamos a hacer.
.
creacion
11/01/00 05:50 00.1.P.1.

NAVEA- EL AMERIANO

Historias de NAVEA
por Luis Nuñez

El Americano

El Americano, baja por la ladera. Ayer había visto nuevamente al Dr. Alfonso, en Trives. Los resultados de los exámenes hechos en el Hospital de Orense eran suficientemente claros. El Americano no había podido dormir anoche.
El sol comienza a salir, el Americano sigue bajando la ladera. Llega al recinto donde están las cabras y las ovejas, lo abre. Hoy es su día, tiene que llevar los animales al monte. Sabe que pasará el día bajo el sol, y que tendrá tiempo de mirar largamente las nubes, que anuncian lluvias. Junto al viejo molino, ve el cielo y la vida. Llega la tarde, el sol se oculta.
Deja en su regreso a los animales en el recinto y como es lo acostumbrado, sube al ultramarinos.
Todo esta dispuesto, todo esta dicho, ahora sabe que debe ocurrir. Casi se siente invulnerable.
Recorre las callejas, piensa que todos recordarán aquel día. Sabe que este es un buen lugar, que forma parte desde siempre de él, una piedra mas de sus montañas. Saluda a las mujeres que lavan en la fuente. Mañana ese hecho tal vez, sea una anécdota que comentarán.
En el ultramarinos, toma un aguardiente, y se sienta en la banca de la ventana. Allí, está el Rubio, al que sorprende, cuando le recuerda que mañana es su turno de subir las bestias al monte. Sabe que el Rubio se acordará mañana cuando mire las nubes de este comentario.
Al llegar las once de la noche, saluda y sale al patio del ultramarinos, piensa que preferiría dormir y no despertar más. La botella que lleva en su mano con aguardiente, lo ayudará, pero mañana qué, frente al castiñeiro, la arroja con violencia contra el tronco. Su olvido, su memoria.
Al rato sale Pedro, frente a él las nubes y el castiñeiro, que los relámpagos iluminan. Sus ojos no distinguen con claridad al muñeco ondulante, el enorme títere, el extraño monigote que cuelga de la rama más gruesa. Es el Americano. La cara pálida y torva, los pies aletean sobre el suelo.
El grueso cinto brutamente sujeta el cuello del Americano.
Tiempo después de este incidente solo queda algún recuerdo tal vez esta historia, que le oí contar al Rubio en el ultramarinos. Yo bebía mientras lo escuchaba. Pedro que nos sirvió varias veces, no dijo una sola palabra. Su silencio se sintió como olvido.
Al salir al patio vi el tronco talado de un gran árbol.
La risa del rubio a mi lado, no me gusto. Menos cuando me dijo: ¿crees en los duendes?
historias de navea 1.doc--martes, 11 de enero de 2000
11/01/00 04:25 00.1.P.1.

Tiròn en el pecho

Era el anuncio de una larga siesta, un fuerte ardor en el pecho y se desploma,.. Todo parecía que estaba bien, casi en orden esa noche, en el Club, con sus amigos, ese tirón en el pecho.
Al despertar estaba en el segundo piso del Mercado de Abasto, en una larga fila, silenciosa y melancólica.
La gente de la cola, como en una ceremonia, está en un silencio cerrado y profundo.
Una voz desde el mostrador de recepción:
--A ver vos, pasá.!!
Todos lo miran, sin hablar. Todos lo miran a él y a su tirón en el pecho.
Entonces se adelanta y pasa junto a la cola. Los de la fila lo tocan y palmean a medida que avanza.
Una mano lo toma, como tenaza, de un brazo. Es la mano de un hombre gordo, que está sentado en un cajón de fruta y dice:
--Che, te acordarás de mi, cuando te atiendan?, No te olvides de mi, que quiero volver y no encuentro la salida, y muchas veces la entrada.
Llega al mostrador. Entonces el encargado:
--Bueno , decíme: tenés la moratoria previsional?, el cuit? y los pagos a los bancosal día ?
Bajando la cabeza le responde: --Mire Don, hace rato que estoy parado, sin laburo, me estaba reponiendo de los tres by pass y púfate este ardor en el pecho...
Entonces el Don:
--Lo lamento, pibe. Tenés muchas cosas que arreglar en la Planta Baja, no te podemos admitir por estos lados todavía. Que pase el que sigue.
--¨Pero espere, Don, por lo menos dígame quién es el gordo que está sentado en el cajón de fruta.?
--Ah! Ese es músico, está sentado sobre su bandoneón. Pero es mejor que bajés. Y tocando tres timbres le dá salida.
Se despierta en lo que parece un hospital, rodeado con casi todos lo que estaban en la silenciosa fila del Mercado, los más queridos.
Sólo el gordo triste no estaba. Como se había olvidado de pedir por él.?
Pero al recordar los tres timbres que le dieron de salida , sonrie con esperanza. Quizás habían vuelto los tres: el gordo, su cajon de fruta sonoro y él. Ya cuando esté fuera de alli, quizás los busque.
En ese momento todo se pone en la sala de un color brillante .
Luego de unos dias, sale del Hospital. Una mañana en una de sus caminatas, se encontro con el viejo edificio del Mercado.
Rodeo todo el mercado. Estaba ahora pintado de un color especial, como celeste, y en una de de sus puertas, sentado, junto al local que fuera de Peluffo estaba sentado el gordo vestido con una camisa que tenía afuera del pantalón. Apuró sus pasos y también su corazón y se aproximó a él. Si se trataba de su amigo ....Le dijo que lo estaba esperando y le sonrió.
Asombrado. Lo mira y el le dice: entremos que quiero mostrarte donde vivo ahora.
Para Pepe sta todo cerrado y se lo dice.
Pero no chantún, para nosotros esto está siempre abierto. Enfilaron, entonces, para unos de esos portones de rejas. Pasaron los fierros, la rejas y las cadenas.Ya adentro todo estaba oscuro, y el techo a través de sus gruesos cristales permitia ver un cielo brillante celeste.
Te quiero mostrar lo que es mi casa, le dice el gordo, desde aquel dia, tan lejano en que me tocó a mi subir al primer piso.
Ahora podríamos vivir juntos por aquí dentro y me podrías poner letra a algunas de las músicas que hice cuando estaba solo.
Pero gordo, vos sabés que yo apenas se leer, lo dice casi como disculpandose.
Se cuenta en el barrio que, a las noches , del viejo mercado abandonado , se escuchan acordes de bandoneón, y que una sentida voz ronca, de boliche, los acompaña suavemente.
Los amigos, recuerdan aquel día del ardor en el pecho, a Pepe tararendo ronco, desde su rincón de la cantina del Club.

abril 4, 1996
L NUÑEZã
ABASTO1.DOC
673

PATIO DE TIERRA

1. “todo el mundo viene a la cocina de Ricky”

Los partidos se han suspendido, esta lluvia es una porquería. Por radio van a pasar solamente música, con comentarios de viejos partidos y grabaciones de goles de otros domingos :un opio. Negro, nos tendremos que quedar metidos en la cocina. Es justo una tarde de cine y gofio. Pero si salimos mamá nos mata. Un perro, no tiene permiso para entrar o salir de algunos lados, ni al patio ahora que llueve, ni que digamos entrar en un cine. Voy y traigo la caja de zapatos donde tengo programas, recortes y fotos del biógrafo. Podremos jugar con los finales de las cintas. Yo te los cuento. Y juntos los vamos arreglando y cambiando.
El Halcón Maltés. El muchacho entrega a su muchacha a la policía. Ella es la causante de todo el lío de la peli. Parece que ella hizo todo lo que no debía. ¿Y eso que? . El muchacho es también un sinvergüenza, que ni simpático es, pero de golpe le da por ser como bueno y la entrega. Cuando la llevan por el ascensor pone cara de gil, como si no entendiera lo que acaba de hacer. Mirá Negro, su cara, o lo que te imaginas de ella, pues el sombrero se la cubre. Capaz que está llorando y se le caen los mocos. Pero no puede ser a los muchachos, y menos a este no se le caen lo mocos ni lloran.
Hay otra, la del aeropuerto. Es con el mismo muchacho. Se repite, y hace con otra muchacha algo parecido, no sé. Hace que ella se vaya en el avión a Lisboa con el tipo de la Resistencia. Pero el muchacho se queda en Casablanca con el vigilante francés, que es otro sinvergüenza como él, diciendo que eso es el comienzo de una hermosa amistad. Además el cana dice que el muchacho no solo es un sentimental sino un patriota. En una escena anterior, el llora en una escena en que escucha la canción que le toca el negro del piano. Allí cuando recuerda París. Que parece que es lo único que tiene. Sin embargo la muchacha no quiere irse sin el muchacho, pero él la mete, así de prepo en el avión con el de la Resistencia. No se entiende Negro. Las dos muchachas no lo comprenden tampoco. Siempre tendremos París. París ya había pasado. Lisboa estaba por venir y se la aguanta. El tenia los salvoconductos. Pero primero, la Patria y el deber. ¡Uffa!. Los deberes. Debo completarlos para mañana. Sigue lloviendo. El deber nos llama, allí viene mamá cruzando el patio viene a darnos la leche.
Todo el mundo viene a la cocina.

2. “Nosotros siempre tendremos la Calle Lavalle, má que Paris, ni Paris”
El subterráneo, el centro, toda alegría, fiesta: la calle Lavalle. El paseo con papá de los lunes por la tarde, su día franco, es caminar por los puestos de una kermesse. Los puestos no son otra cosa que los halls de entrada de los cines de verdad, con sus carteleras y fotos. Nos dejamos llevar por la gente y los coches, todo ayuda para que caminemos, todos encimados. Es una suavidad que nos arrastra y empuja a mirar todo, a no perderme ninguna foto ni cartel, tampoco las caras de la gente. Algunas veces veíamos alguna película, no siempre. Eso lo dejábamos para el barrio donde veíamos tres películas en una sola función. Aquí lo más grande era ver las fotos y los carteles y comer algún pedazo de pizza y faina. El naranjin quedaba para el final. Papá se tomaba un cívico. El recorrido era fijo: Lavalle, Florida, subte y de vuelta desde Chacarita a casa. Pero hoy nos quedamos un rato más. La vuelta se agrandó. Papá estaba muy conversador. Dimos varias veces la vuelta conocida. Lavalle, Florida, Corrientes, Pellegrini y de nuevo Lavalle. Ese día ni papá ni yo parecíamos que podríamos cansarnos. Papá decía que Lavalle algún día iban a ser para caminar solamente. No dejarían pasar los autos. Como es a ciertas horas Florida. Las calles tendrían que ser solo veredas. tendré que venir un día con el colectivo a darme la ultima vuelta por Lavalle, lo mire, me pareció una idea fenomenal. Pero seguramente iba a tener un lío bárbaro con el patrón del colectivo.
Sigue hablando de sus proyectos, dejar el colectivo, conseguir un trabajo estable, algo seguro, para poder algún día jubilarse, como Don Santiago. Se viene la Corporación, tendrá que usar uniforme con botones plateados y una chapa con un numero. Le darán un salvoconducto para viajar gratis en todas las líneas de la Capital. Pero no quiere saber nada con el asunto de estar numerado y de uniforme.
Yo también tengo mis proyectos que van saltando también por esta calle. No pienso en otra cosa que en bailar y cantar como veo en las fotos y carteles de los bios . Creo que yo he visto mas fotos que cintas. Además posiblemente me gusten mas.
Por lo que dijo papá de venir en su colectivo, me lo veo venir doblando por Maipú y Lavalle viniendo en contra de la corriente de gente. es su Ford numero 33 con papá al volante. Papá tiene bigotes como Galvez. Sus pasajeros son un grupo de músicos con el rojo uniforme de la policía montada. Un chico de guardapolvo de colegio viene bailando en el techo del colectivo. Soy yo, no lo puedo creer. Porque no tendré también yo un uniforme rojo. Una muchacha de gran sombrero está en la otra punta del techo. El chico, yo, sigue bailando, que bien lo hago, no me imaginaba que yo lo pueda hacer, será algún truco de los que hacen en las cintas. El chico se cubre con una capita de lluvia. La muchacha se le acerca y bailan juntos. Ella es la chica que no quiere irse de Casablanca sin el muchacho. Yo con mi capa y ella con su sombrero bailamos al son de la música que suelta la banda de rojo. La gente grita y tira papel picado. El colectivo para frente al cine Hindú y ella y yo subimos una escalera luminosa hasta los mismos pisos altos de ese cine. Hay muchos gritos, los reflectores encendidos nos siguen en nuestro musical. Bajamos del brazo y yo canto con una voz que no conozco como mía. Si tuviese el uniforme rojo no tendría dudas seria Nelson Eddy.. Esta es una extraña película, o solo un sueño. En definitiva creo que una cinta es un sueño. Pero este sueño o cinta tiene un final para no cambiar. Me gusta. Claro, no hay dudas han llegado a Lisboa. La muchacha y el chico felices en Lisboa, que grande. ¿ Dónde será Lisboa?. Él público festeja el paso de la carroza en forma de colectivo y a la pareja que baila en el techo.
Doblamos en Florida, la boca del subte, bajamos y nos sentamos silenciosos en el tren que llega del bajo. Nosotros dos, cada uno metido en su propia película. Yo no tendré que cambiar el final. Ojalá que mañana llueva así llevo la capa al colegio. Pero no, mamá querrá que lleve también las galochas. Así no podré bailar. De donde habré sacado esos zapatos blancos con punteras negras tan brillantes que tenia al bailar sobre el colectivo.
Que bueno, nosotros siempre tendremos la Calle Lavalle.

3. “En el aeropuerto: Salvoconductos a Lisboa”

Es viernes al regreso del colegio, pensando en las vacaciones que empezaban el lunes, veo que hay gente en la puerta de casa.
Mamá y Papá están hablando con el matrimonio que nos alquila la pieza . Los veo muy serios a todos. ¿Que habrá pasado?. El Negro al verme, se va para el fondo. Seguro que le arruinó las plantas a Doña Encarnación. Los dos viejos no le querían alquilar a papá la pieza, primero por que tenían un chico y además un perro. Ahora seguro que el Negro armó lío. Pero no, el asunto es otro. Los proyectos de papá se estaban cumpliendo y nos mudábamos. Él tenia ya un nuevo trabajo, dejó el colectivo y nos íbamos a vivir a un departamento. Encarnación y Santiago lloraban. Parece que nos querían. Teníamos que dejar el patio . Pero lo que no entendía era que un perro no podía vivir en un departamento. Otro final de porquería. El Negro se quedaría con los viejos, yo se lo tengo que entregar a ello, yo también hago cosas inexplicables. Esto no es una cinta. Al rato un camioncito no un avión viene a recogernos con las pocas cosas que tenemos.
Yo también lloro, porque no puedo usar el salvoconducto para el Negro. Porquería. Chau Casablanca. Todavía no le había contado el sueño de la calle Lavalle al Negro. La llegada del muchacho y la muchacha a Lisboa, donde queda Lisboa?. Fue cuando casi casi salto del camión que nos llevaba, para quedarme con el perro. Se me empiezan a caer los mocos, y me meto la gorra hasta las narices.
Durante el viaje al nuevo barrio, al departamento, pregunto por la caja de programas y fotos que no había encontrado cuando las busque la noche anterior, mañana vendremos a buscarla y podrás ver al Negro, es lo que dice mamá. Lo miro a papá y en su cara comprendo que no vendremos . Los mocos no me dejan respirar, me arranco la gorra, otro final que no me gusta, pero creo que este es de verdad. Viene un colectivo de la línea donde trabajaba papá, y cuando pasa a nuestro lado, le tiro la gorra. Papá pone su brazo en mis hombros , si llega a decir que ese es el comienzo de una hermosa amistad, me mato. Pero solo me abraza y entre llanto y moco me río, todos reímos. ¿Cómo será Lisboa?. Menos mal que tenemos los salvoconductos.
09/11/99
3:11 p.m.

Autor: LUIS NUÑEZ

C:\Mis documentos\patio de tierra\patrio de tierra martes 9 nov 99.doc

CUENTOS CORTOS

1. Cuento corto numero uno:

CUANDO DESPERTÓ, EL DINOSAURIO SEGUÍA ALLI.
Augusto Monterroso

2. Cuento corto numero dos:

REDOPLA

Cuando despertó, el Recuerdo de Constantinopla lo tenía allí.