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miércoles, 14 de marzo de 2007

PATIO DE TIERRA

1. “todo el mundo viene a la cocina de Ricky”

Los partidos se han suspendido, esta lluvia es una porquería. Por radio van a pasar solamente música, con comentarios de viejos partidos y grabaciones de goles de otros domingos :un opio. Negro, nos tendremos que quedar metidos en la cocina. Es justo una tarde de cine y gofio. Pero si salimos mamá nos mata. Un perro, no tiene permiso para entrar o salir de algunos lados, ni al patio ahora que llueve, ni que digamos entrar en un cine. Voy y traigo la caja de zapatos donde tengo programas, recortes y fotos del biógrafo. Podremos jugar con los finales de las cintas. Yo te los cuento. Y juntos los vamos arreglando y cambiando.
El Halcón Maltés. El muchacho entrega a su muchacha a la policía. Ella es la causante de todo el lío de la peli. Parece que ella hizo todo lo que no debía. ¿Y eso que? . El muchacho es también un sinvergüenza, que ni simpático es, pero de golpe le da por ser como bueno y la entrega. Cuando la llevan por el ascensor pone cara de gil, como si no entendiera lo que acaba de hacer. Mirá Negro, su cara, o lo que te imaginas de ella, pues el sombrero se la cubre. Capaz que está llorando y se le caen los mocos. Pero no puede ser a los muchachos, y menos a este no se le caen lo mocos ni lloran.
Hay otra, la del aeropuerto. Es con el mismo muchacho. Se repite, y hace con otra muchacha algo parecido, no sé. Hace que ella se vaya en el avión a Lisboa con el tipo de la Resistencia. Pero el muchacho se queda en Casablanca con el vigilante francés, que es otro sinvergüenza como él, diciendo que eso es el comienzo de una hermosa amistad. Además el cana dice que el muchacho no solo es un sentimental sino un patriota. En una escena anterior, el llora en una escena en que escucha la canción que le toca el negro del piano. Allí cuando recuerda París. Que parece que es lo único que tiene. Sin embargo la muchacha no quiere irse sin el muchacho, pero él la mete, así de prepo en el avión con el de la Resistencia. No se entiende Negro. Las dos muchachas no lo comprenden tampoco. Siempre tendremos París. París ya había pasado. Lisboa estaba por venir y se la aguanta. El tenia los salvoconductos. Pero primero, la Patria y el deber. ¡Uffa!. Los deberes. Debo completarlos para mañana. Sigue lloviendo. El deber nos llama, allí viene mamá cruzando el patio viene a darnos la leche.
Todo el mundo viene a la cocina.

2. “Nosotros siempre tendremos la Calle Lavalle, má que Paris, ni Paris”
El subterráneo, el centro, toda alegría, fiesta: la calle Lavalle. El paseo con papá de los lunes por la tarde, su día franco, es caminar por los puestos de una kermesse. Los puestos no son otra cosa que los halls de entrada de los cines de verdad, con sus carteleras y fotos. Nos dejamos llevar por la gente y los coches, todo ayuda para que caminemos, todos encimados. Es una suavidad que nos arrastra y empuja a mirar todo, a no perderme ninguna foto ni cartel, tampoco las caras de la gente. Algunas veces veíamos alguna película, no siempre. Eso lo dejábamos para el barrio donde veíamos tres películas en una sola función. Aquí lo más grande era ver las fotos y los carteles y comer algún pedazo de pizza y faina. El naranjin quedaba para el final. Papá se tomaba un cívico. El recorrido era fijo: Lavalle, Florida, subte y de vuelta desde Chacarita a casa. Pero hoy nos quedamos un rato más. La vuelta se agrandó. Papá estaba muy conversador. Dimos varias veces la vuelta conocida. Lavalle, Florida, Corrientes, Pellegrini y de nuevo Lavalle. Ese día ni papá ni yo parecíamos que podríamos cansarnos. Papá decía que Lavalle algún día iban a ser para caminar solamente. No dejarían pasar los autos. Como es a ciertas horas Florida. Las calles tendrían que ser solo veredas. tendré que venir un día con el colectivo a darme la ultima vuelta por Lavalle, lo mire, me pareció una idea fenomenal. Pero seguramente iba a tener un lío bárbaro con el patrón del colectivo.
Sigue hablando de sus proyectos, dejar el colectivo, conseguir un trabajo estable, algo seguro, para poder algún día jubilarse, como Don Santiago. Se viene la Corporación, tendrá que usar uniforme con botones plateados y una chapa con un numero. Le darán un salvoconducto para viajar gratis en todas las líneas de la Capital. Pero no quiere saber nada con el asunto de estar numerado y de uniforme.
Yo también tengo mis proyectos que van saltando también por esta calle. No pienso en otra cosa que en bailar y cantar como veo en las fotos y carteles de los bios . Creo que yo he visto mas fotos que cintas. Además posiblemente me gusten mas.
Por lo que dijo papá de venir en su colectivo, me lo veo venir doblando por Maipú y Lavalle viniendo en contra de la corriente de gente. es su Ford numero 33 con papá al volante. Papá tiene bigotes como Galvez. Sus pasajeros son un grupo de músicos con el rojo uniforme de la policía montada. Un chico de guardapolvo de colegio viene bailando en el techo del colectivo. Soy yo, no lo puedo creer. Porque no tendré también yo un uniforme rojo. Una muchacha de gran sombrero está en la otra punta del techo. El chico, yo, sigue bailando, que bien lo hago, no me imaginaba que yo lo pueda hacer, será algún truco de los que hacen en las cintas. El chico se cubre con una capita de lluvia. La muchacha se le acerca y bailan juntos. Ella es la chica que no quiere irse de Casablanca sin el muchacho. Yo con mi capa y ella con su sombrero bailamos al son de la música que suelta la banda de rojo. La gente grita y tira papel picado. El colectivo para frente al cine Hindú y ella y yo subimos una escalera luminosa hasta los mismos pisos altos de ese cine. Hay muchos gritos, los reflectores encendidos nos siguen en nuestro musical. Bajamos del brazo y yo canto con una voz que no conozco como mía. Si tuviese el uniforme rojo no tendría dudas seria Nelson Eddy.. Esta es una extraña película, o solo un sueño. En definitiva creo que una cinta es un sueño. Pero este sueño o cinta tiene un final para no cambiar. Me gusta. Claro, no hay dudas han llegado a Lisboa. La muchacha y el chico felices en Lisboa, que grande. ¿ Dónde será Lisboa?. Él público festeja el paso de la carroza en forma de colectivo y a la pareja que baila en el techo.
Doblamos en Florida, la boca del subte, bajamos y nos sentamos silenciosos en el tren que llega del bajo. Nosotros dos, cada uno metido en su propia película. Yo no tendré que cambiar el final. Ojalá que mañana llueva así llevo la capa al colegio. Pero no, mamá querrá que lleve también las galochas. Así no podré bailar. De donde habré sacado esos zapatos blancos con punteras negras tan brillantes que tenia al bailar sobre el colectivo.
Que bueno, nosotros siempre tendremos la Calle Lavalle.

3. “En el aeropuerto: Salvoconductos a Lisboa”

Es viernes al regreso del colegio, pensando en las vacaciones que empezaban el lunes, veo que hay gente en la puerta de casa.
Mamá y Papá están hablando con el matrimonio que nos alquila la pieza . Los veo muy serios a todos. ¿Que habrá pasado?. El Negro al verme, se va para el fondo. Seguro que le arruinó las plantas a Doña Encarnación. Los dos viejos no le querían alquilar a papá la pieza, primero por que tenían un chico y además un perro. Ahora seguro que el Negro armó lío. Pero no, el asunto es otro. Los proyectos de papá se estaban cumpliendo y nos mudábamos. Él tenia ya un nuevo trabajo, dejó el colectivo y nos íbamos a vivir a un departamento. Encarnación y Santiago lloraban. Parece que nos querían. Teníamos que dejar el patio . Pero lo que no entendía era que un perro no podía vivir en un departamento. Otro final de porquería. El Negro se quedaría con los viejos, yo se lo tengo que entregar a ello, yo también hago cosas inexplicables. Esto no es una cinta. Al rato un camioncito no un avión viene a recogernos con las pocas cosas que tenemos.
Yo también lloro, porque no puedo usar el salvoconducto para el Negro. Porquería. Chau Casablanca. Todavía no le había contado el sueño de la calle Lavalle al Negro. La llegada del muchacho y la muchacha a Lisboa, donde queda Lisboa?. Fue cuando casi casi salto del camión que nos llevaba, para quedarme con el perro. Se me empiezan a caer los mocos, y me meto la gorra hasta las narices.
Durante el viaje al nuevo barrio, al departamento, pregunto por la caja de programas y fotos que no había encontrado cuando las busque la noche anterior, mañana vendremos a buscarla y podrás ver al Negro, es lo que dice mamá. Lo miro a papá y en su cara comprendo que no vendremos . Los mocos no me dejan respirar, me arranco la gorra, otro final que no me gusta, pero creo que este es de verdad. Viene un colectivo de la línea donde trabajaba papá, y cuando pasa a nuestro lado, le tiro la gorra. Papá pone su brazo en mis hombros , si llega a decir que ese es el comienzo de una hermosa amistad, me mato. Pero solo me abraza y entre llanto y moco me río, todos reímos. ¿Cómo será Lisboa?. Menos mal que tenemos los salvoconductos.
09/11/99
3:11 p.m.

Autor: LUIS NUÑEZ

C:\Mis documentos\patio de tierra\patrio de tierra martes 9 nov 99.doc

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