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miércoles, 14 de marzo de 2007

NAVEA- LA POSADA DE ANTONIO

Desde la ventana de la posada de Antonio , mira la Plaza Mayor de Trives. El Cuartel de la Guardia Civil. Llovia . Se sintío muy cansado , bebió aguardiente, y se sento. Revisa el cuaderno que le dio el silencioso Pedro en el viaje a Navea.
El muchacho recién llegado desde Buenos Aires, con cara de asombro cuando el viejo auto de Pedro comenzo a ir por la carretera de Orense.
La noticia de la muerte del llamado americano lo tiene entristecido desde que se embarcó en Buenos Aires.
Ahora en Orense, estuvo en la vieja casa donde el castañar, siente que su cabeza ha estallado en un torbellino.
Pasó un rato en la tienda de ultramarinos, donde habían ocurrido los primeros sucesos hace diez años.
Pedro le había dicho, que el cuaderno lo había encontrado en la "chavola do souto", antes que llegaran los guardias y el inspector.
Pensó que la lluvia en Galicia, era parte del paisaje.
Todos lamentaban la caída del americano desde las peñas al dique. Ocurrió hace dos noches. La policía esta dando vueltas por el lugar . El Inspector Garcia, muy serio y ceremonioso habló con el .
Desde el cuaderno, casi de memoria dice o le dicen -no sabe- : ...."Un trueno, sacudió el ultramarinos, las sombras de la tarde venían a esa noche. Navea, cercana a Trives, lejos del mundo, terminaba su día, solo rutinas muy sencillas. Había llegado esa mañana y por indicación del posadero de Trives se acercó a la tienda de ultramarinos de Navea. Un poblado de 30 casas, no todas habitadas. Era el centro de la vida de ese lugar , también de reunión de aquella tarde anochecida, allá podría empezar a saber algo mas sobre el. Otro relámpago, enmarco , en la puerta bambalente de entrada, a una diminuta figura de aspecto fuerte. Una figura centelleante y eléctrica como la tormenta que arrasaba esa noche el poblado. Un manco cojo.
El peque¤o hombrecito rengo, calado hasta los huesos por el agua que caía afuera, entro y se precipito hacia donde estabamos todos.
Un gran silencio luego de ese último trueno.
La lluvia y el viento, hacían temblar ese rincón gallego donde entre jamones colgados, botellas de vino, enormes frascos de aceitunas, algo era mágico.
El silencio yo tenia idea que lo habia generado el manco, el era el loco del lugar. Cuando lo vio, record¢ a los duendes, que alguna vez le conto su madre. Este parecia uno llegado de los bosques o de los montes, o de las peñas.
Su madre los describía allá en Buenos Aires, en sus historias, donde seguramente mezclaría sus recuerdos de Galicia y sus películas de Tyron Powell, en lejanas noches de invierno, tal vez también con viento y lluvia.
Ella y sus duendes gallegos, en bosques y montes, sacudidos por la tormenta y la lluvia, los truenos y los relámpagos. Le había contado que en esos montes y bosques todo podía pasar, y que todo podía empezar y volver a empezar. Julio, así se llamaba el hombrecillo se sentó
junto al forastero. Su copa de aguardiente la lleva, con su única mano, a sus temblorosos labios y le dice.
-- eh americano, porque mañana no vienes y subes al monte conmigo? allí al salir el sol podremos hablar de algunas cosas tu y yo.
Su única mano temblaba y volcó parte del aguardiente, en el mostrador de cedro""......
*****
Deja por un instante el cuaderno en una mesita junto a la venta, y desde allí continua mirando la plaza. La fuente, sigue lloviendo.
Tomo el cuaderno, y siguio leyendo:
""...... Al despertar en la mañana, sintió que todavia seguía lloviendo. Así era por ahora la Galicia que se le presentaba.
La posada en Trives, le pareció ahora bastante confortable, y creyó que no le era desconocida.
Bajo las escaleras, y entre la lluvia se acerco a su pequeño auto. Diez km. y San Miguel de Navea.
El día de ayer con Julio en lo alto del monte, cuidando por decir las cabras, había sentido algo mágico y misterioso.
Ahora mientras subía o bajaba, derecha e izquierda, cruzando el dique del Sill, en su regreso a Navea, iba recordando las situaciones del día anterior, con aquel pequeño pastor , y entonces le pareció que lo conocía de toda la vida.
Al llegar al poblado, estaba por amanecer, había dejado de llover, y se veía salir el sol .
Los sonidos de la tierra, y sus pasos sobre las piedras y el barro, lo encaminaron a la casa de Julio.
Estaba sentado bajo el castaño. Estaba haciendo sonar su monocorde acordeón alemán.
Su amigo gallego era el loco del pueblo, y tuvo la sensación de que solo por verlo había venido de tan lejos.
Julio preparo el desayuno, pan con leche y sirvió aguardiente. No le temblaba la mano. Bebieron y comieron.
Ya en camino el americano, le preguntó si le gustaba su trabajo.
El manco le contesta, que realmente esto ha sido siempre como un juego, y que lo hacia desde muy chico, casi todos se han ido, tu madre también se fue hacia Argentina.
Te pido que no les digas a nadie, lo que te digo, pues la gente no entiende a los locos como yo, ni tampoco a sus amigos, desde que cai del campanario y perdi el brazo, ya se habia ido ella, solo subir con los animales y ver lo que ahora vemos es lo que me mantiene con la esperanza del regreso.
El americano insiste, pero como un juego? y que te ocurrio en el campanario?
El pastor, le cuenta que con una muchacha muy hermosa, tu madre, corríamos siempre hacia arriba, el monte y el bosque, para ver quien llegaba primero a las peñas. Sus ojos se pusieron como mas grises y tristes, y perdieron ese brillo centelleante de la otra noche de truenos y brujas.
Lo del campanario, preferia que no sepas los tristes motivos. Entonces el pastor suelta un --eh tu, te atreves? el que llega primero abre el vino y corta la tortilla. Como dos chicos comenzaron a correr monte arriba
Ya en la cima el llamado americano, no podía respirar, lo vio ya sentado en un tronco caído, el manco ya había llegado, y sonriendo le ofrecía la botella de vino. Toma, y le alcanzo su navaja., ve y corta la tortilla.
Esa noche no regreso a Trives, se quedó a dormir donde Julio. Allí estaban bajo "o souto", escuchando un concierto de esa extraña música de Julio, que entibiaba la noche, con una sola nota, y una sola mano. Luego Julio quedo dormido. Lo cubrió con su poncho argentino, como a un niño, lo levanto, era tan chiquito, y lo depositó en la mecedora junto a la ventana.
Ya en la sala, una copa de aguardiente, se fumó un pitillo de los de Julio y se acercó a unos libros, se vio reflejado en un gran espejo que colgaba de la descascarada pared.
Se miro, con su copa y un libro en la mano, y le pareció reflejarse en un espejo cóncavo, se penso una imagen absurda, grotesca, fuera de la realidad, o de donde venia.
En un rincón del espejo, una vieja foto, de un profundo color sepia u ocre, mostraba a dos jovenes tomados de sus manos, allí mismo bajo el souto. Era una foto que el ya conocía bien de Buenos Aires, si no tenia dudas, penso que hizo bien en traer ese poncho salteño que su madre le había dado , y habérselo dado a Julio.
Los dos , sonreían en la vieja fotografía, solo como pueden hacerlo los que son realmente felices.
Quien era ese hombre, ese duende? Con el que había trepado y corrido en el barrial del bosque?
Penso que algo estaba empezando, y que su madre tenia razón.
Galicia era tierra de maravillas. Todo lo suyo podía volver a empezar.".........
*******
Antes de cerrar el cuaderno. La voz le repite que:
"todo lo suyo podía volver a empezar"
*****
Ve cruzar la plaza desde el Cuartel al Inspector García, que viene acompañado por una figurilla chiquitita y manca, caminando a su lado.
Pestañea, limpia sus lentes, no esta seguero de lo que cree ver, pero vuelve a ver solamente a Garcia que cruza la plaza Mayor.
Vendria a informarle las conclusiones oficiales en la muerte del americano.
Le dijo entonces que este hombre el americano era ya muy mayor, y andar por las peñas con las cabras, bendito trabajo, a su edad, y sabia Ud que ademas de americano algunos muy intimos, lo llamaban "o fillo do manco"
ademas se había pasado con el aguardiente esa noche de tormenta.,
Entonces, vio claramente la figura diminuta , centelleante y eléctrica del manco, estaba junto al inspector
No tuvo dudas, era el manco, que ademas le hacia señas cómplices, señalandole, que lo esperaría abajo en la plaza.
El inspector, le pregunta si quiere que lo haga llevar al aeropuerto, le contesta, no, me quedare esta noche aquí, tengo un amigo que me espera ahora abajo en la plaza, iremos juntos a Navea y allí veré que hago.
Quiero dormir esta noche en la casa de mi padre, el americano, tal vez mi abuelo el manco nos ayude a decidirque vamos a hacer.
.
creacion
11/01/00 05:50 00.1.P.1.

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