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viernes, 19 de junio de 2009

uno y uno

Posted by Picasa

LISBOA

“any where out of the world


“Dime, alma mía, pobre alma aterida,
¿qué te parecería vivir en Lisboa?.
Allí debe de hacer calor, y tu té desperazarias como un lagarto.
Esta ciudad esta a la orilla del agua;
dicen que esta construida en mármol...
Ese es un paisaje a tu gusto;
un paisaje hecho de luz y de mineral,
¡y liquido para reflejarlos!”.
**************************

¡Yo soy la herida y el cuchillo!
Cielo o infierno, ¿qué importa?

“ Esta vida es un hospital en que cada enfermo esta poseído por el deseo de cambiar de cama ............Me parece que siempre estaré bien donde no estoy, y este problema de mudanza es uno de los que discuto sin cesar con mi alma”.

Charles Baudelaire

1964

1964

I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado
Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines.
Ya no hay unaLuna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenidoNunca,
pero no basta ser valientePara aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
Y te puede matar una guitarra.


II
Ya no seré feliz.
Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas,
unaOscura maravilla nos acecha,La muerte,
ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la lunaY del amor.
La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclinaAl sur,
a cierta puerta, a cierta esquina.

JORGE LUIS BORGES ("El otro, el mismo")

la biblioteca de babel

La Biblioteca de Babel
de JORGE LUIS BORGES

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.

El primero: La Biblioteca existe ab alterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.

El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.

Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.


FIN

CUADERNO DE SUEÑOS Y VIAJES

Viajes y algunos sueños.
--Alucinaciones cósmicas y aluvionales --
Cuadernos de sueños y viajes


Buenos Aires, San Telmo 15 de Septiembre de 1998, 4:53 pm

Las cajas siguen con sus nuevos-viejos y eternos traslados, algunas son las que quedan. Esta última , le muestra lo guardado vaya a saber cuando y donde. En cada una de sus mudanzas, empacó como cosas de otro. Cumplía ordenes, y cada vez que abre lo llevado, se encuentra con cosas que no recuerda que le hayan pertenecido. Pretende clasificarlas, las va poniendo en distintos grupos que pronto formar pilas en posibles alergias o simetrías, que las unen o rechazan . No son de los últimos años, han venido de todas y cada una de las mudanzas anteriores, movimientos de otros, y por supuesto cosas desconocidads, pero por supuesto atractide los otros, aunque les nota cierta familiaridad. Ahora está en el balcón de su nuevo cuarto, entra y toma una de las cajas que coloca sobre el escritorio: al abrirla vé diarios completos, recortes amarillentos, cuadernos con notas , todos en estado delicado, tal vez de soplarlos, piensa, desaparecerán todas las palabras escritas, se harán polvo de la nada. ¿Porque guarda esas cosas?. Se detiene ante un recorte...un amarillento, doblado con sumo cuidado, un clip lo tiene sujeto a un cuaderno...



LA PRENSA
Buenos Aires, sábado 20 de julio de 1935
CARTAS DE LISBOA

Lisboa, 13 de enero de 1935
Excelentísimo Señor D. Monteiro Rossi Crosse:
cc. Diario La Prensa de Buenos Aires.
Mi estimado amigo,
Le agradezco mucho su carta, a la que respondo inmediata e íntegramente. Antes de comenzar, quiero pedirle perdón si le escribo en este papel de copia. Pero se me ha acabado el papel bueno, es domingo, y no he podido encontrar otro. Pero siempre es mejor escribir en un mal folio que postergarlo para otro día.
Voy directamente a sus tres preguntas:
1. Plan futuro de la publicación de mis obras.
2. génesis de mis heterónimos, y
3. Ocultismo.
Lamento que a esta altura de mi vida me pregunte sobre mi plan futuro, el mismo es esto, sé que no llegaré a fin de año y poder discutir con Ud los desvios que se producirán.
Me pide además la génesis de mis heterónimos, realmente eso Ud. lo sabe bien, primero por ser uno de ellos, todos datan de 1911 y salvo Caeiro, fallecido en 1915, el resto están aligerando sus equipajes como lo hago yo y posiblemente lo estará ya haciendo ud .
O sea que realmente todos estamos para un estrepitoso Apocalipsis mas que para un silencioso génesis.
Su tercer pregunta la del ocultismo, se la dejo en un sobre aparte que le pido abra recien el dia 30 de noviembre de este año de 1935.
Seguramente, este sobre sobre el ocultismo Ud tratará de ocultarlo, y recien algun heredero suyo lo encontrará y dará a la luz por el año 1982.
Este sucesor suyo lo hará en extrañas circunstancias, cuando se halle frente a un gran baul, podria decirse lleno de gentes, de locos, se encontrará en medio de un manicomio. Alli estarán todos mis escritos, cuadernos y recortes..
Lamento no poder estar cuando Ud. o alguien muy cercano a Ud. llegue a Lisboa , huyendo de Casablanca con su esposa y la sombra de Blaine, pero no ha de faltar quien lo reciba y le de ayudar.
Le aviso que estoy enviando, copia de esta carta, no asi del sobre del ocultismo, al diario La Prensa de Buenos Aires, mis estudios de varias cartas natales y del desarrollo de los astros por esos lugares australes , y que Buenos Aires tenga electricos me han hecho llegar a la concluision que en el mes de julio han de ocurrir una gran cantidad de circurnstancias en esas llanuras.
Esa carta saldra publicada el dia 20 de julio de este año, pero nadie la notará y leerá , recien en Septiembre de 1998, alguien que Ud no conocerá iniciará una busqueda sobre su persona, pues cuando el venga por aca, yo lo recibiré y le daré información sobre lo que se de Ud. Que junto con Bernardo Soares sois mis preferidos heterónimos. Nos encontraremos cuando viaje a Cascais y hablaremos largo y tendido en el Terrero do Paco en Octubre de 1997.
Para mi administración, como se dice en lenguaje comercial, le rogaría que me hiciese saber lo antes posible si ha recibido esta carta. Por favor avíseme antes del 30 de noviembre de este año. Ud. verá que es una fecha que tendrá alguna importancia, por lo menos para mí.
Fernando Antonio Nogueira Pessoa
Apartado de Correo 147
Rua Coelho da Rocha 16, chambre 28
Tipeo: LN




que tiene ante él, hoy 15 de.Septiembre de 1998, es lúcida con toda su locura, Esta fechada desde el Apartado de Correo 147, de la Rua Coelho da Rocha 16, chambre 28, el 13 de enero de 1935 y va dirigida al Excelentísimo Señor D. Monteiro Rossi Crosse , firmada por Fernando Pessoa. El dia 30 de noviembre muere Pesoa en el Hospital Francés San Luis. Casi todos los heterónimos de cuya génesis se hablaba en la carta , tuvieron también en la misma fecha su propio y colectiva Apocalipsis. Aunque se dice que no todos han muerte junto con Pessoa. Se dice que algunos viven todavia.
En el mes de julio de aquel , el día 20 a las 9:30 a.m., en el Hospital Municipal Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires nace LUIS NUÑEZ , el no lo supo hasta hace unos dias en que con su ultima mudanza aparecio ese baul lleno de papeles, lleno de gentes, lleno de locos. El fue el receptor indirecto de una paarte de aquellos papeles que le fueron apareciendo de esa caja desconocida de sus mudanzas.
Y han comenzado desde hace un tiempo a vivir otros seres que pueden llamarse también heterónimos, pero todos oriundo de un histérico-neurastenico rioplatense, no resultaron ser escritores ni poetas como los del lisboeta, pero todos fueron como personajes de una novelística cósmica y aluvional , con las características de que se perfilaban hombres grises, solitarios y derrotados, algunos terminaron siendo mujeres, o sea fueron algunas.
Entonces estos --algunos y algunas-- , rotundos perdedores y perdedoras, se emparientan con algunos de aquellos Monteiro Rossi Crosse , tal vez al que el poeta lisboeta escribe en su carta , y tenemos por ejemplo a Rosa Damasceno , Damasceno , Víctor Laslo, Richard Blaine, Ilsa Lung, Louis Renault, Iris, Sam. Durante un viaje a New York le aparecieron otros histéricos perdedores: Tom Travek, Siri Broming , Wooly, Hall Watkings, y se produce en nuestro hombre de Villa Pueyrredón y del tango una mezcla de Central Park, Empire State, Elevador de la Gloria, Rua Garrett, Saint Michell y Puente Alsina, todo esto con los ríos que están cerca de estas ciudades, y con lo que ellos arrastran, principalmente decapitadas cabezas, y algunas veces cuerpos sin cabezas.


,no tenía la menor duda. Era inconfundible, si era ella. No escuchaba de ella desde aquellos días de París, en Monteparnase, cuando lo llamó también por teléfono, para decirle que debía partir, le dejaba un encargo, una caja y un sobre. A los pocos días recibió lo prometido, la carta tenia claras instrucciones de arrojar la caja al Sena. Recordó su viaje desde Lisboa a París, la búsqueda de Víctor Laslo o Damasceno Monteiro, el Metro de París, deambulando con la caja, NotreDame, el Sena. Parece que fue todo un sueño hace ya un año de aquello, y ahora ella con este llamado. Su voz cálida, le recordó cuando cantaba en la Bella Aurora con su piano. Ahora, anoche en su teléfono encontró un cerrado y enigmático mensaje. Si era Iris, así era la que recordaba.
Al despertar esa mañana, luego de tomar un café negro, activó nuevamente su teléfono y escuchó el llamado guardado de las 6:46 p.m. del día de ayer, ¡Hola!, No tengo mensaje, No tengo teléfono, No sé quien soy, Y, bueno, no sé que decirte, Me vino a la memoria este número y llamé, Pero no puedo hablar con nadie,... Se produjo como una espera y otra voz femenina, esta mecánica y cibernética, Le dice este es su ultimo mensaje.
¿Que juego es este?, No tiene dudas, es claramente Iris. Al escuchar a Iris, asoció todo al recuerdo de Ilsa, aquel sombrero de ala ancha y allí sus ojos y aquella triste mirada, y aquella noche en el aeropuerto de Casablanca. ¿Pobre Ilsa, que será de ella en París?. Pero el mensaje de Iris era tan cerrado y raro. ¿Salvo que volviera a llamar, no podría contactarse con ella, estará en Buenos Aires?.
Luego de bañarse y afeitarse, encendió su primer cigarrillo y tomo un nuevo café.
Ya está listo para salir a su nada cotidiana. Está en este hilo de pensamiento, cuando el teléfono vuelve a sonar, sobresaltado atiende. Era ella, Richard o quien seas ahora, tengo que verte, estoy en el Tortoni, Se produce una espera y corta.




siempre jóvenes, Ilsa, Víctor Laslo y yo, tal vez hemos logrado el sueño del eterno retorno, habremos vencido al tiempo, la pierna me sigue jodiendo, es como si me inyectaran soda, la cintura me duele como si me hubieran clavado un tablón.
Crecemos, sufrimos, gozamos, lloramos, reímos, y tantas veces morimos, mientras andamos, hay un hecho cotidiano imperceptible, que nos arrolla, y sobrepasa y que generan nuestras sucesivas muertes: la vejez. Tarde o temprano llegan los tiempos, si el tiempo, distracciones en nuestro imparable rodar en el camino, y se llega al ultimo rollo de la película.
Soy componente de una comparsa sin tiempo, la vida se ha detenido en esos maravillosos instantes, que se sienten gratos porque son repetidos y cotidianos. Siempre ocurrió lo mismo. En un orden perfecto, ya lo sabemos de antemano. Idílicos momentos de amor, de renunciamiento, sacrificio, heroísmo, la despedida y el adiós, que de repetirse se han hecho normales y eternos. Me he distraído en fantasías que son realidades, ha llegado el tiempo, de despertar.
En la pantalla, esta todo bajo control, ocurrirá siempre la monótona, conocida rutina. Penetra en mi cuerpo ráfagas de un cálido viento, mientras siento un gran cansancio, ¿ Dormí durante toda la película, que es toda mi vida?. ¿ Cuál ha sido el sueño y cual la realidad? Se repite la historia, como en aquellas tardes de biógrafo.
El último rollo, ya llegan al aeropuerto.
El asunto de las cartas de transito a Lisboa, y el sacrificio incomprensible, ya conocido y repetido, pero nunca termina de convencerme, siempre espero otra cosa, ahora también, me vuelve a doler la pierna y la espalda, tengo fija la mirada en la pantalla, bajan del auto, primero Rick, un bastón de empuñadura plateada lo ayuda en su andar arrastrado y trabajoso, su pierna izquierda queda detrás, es como si su cuerpo la tuviera que esperar, igual que con mi pierna cuando siento, eso parecido a que me inyectan soda, el muchacho ahora encorvado y envejecido, con la barba de varios días, un impermeable arrugado y sucio, su sombrero golpea en el tirante de la puerta y cae, alguien se lo recoge, es una Ilsa, Todavía reconocible, si la muchacha, que también ahora, es toda una viejecita.
Ilsa y Rick ayudan a bajar a Víctor que también es otro fantasmal espectro, en este esfuerzo Rick queda apoyado, como colgado junto al auto. Sale el prefecto francés, ya no se lo ve arrogante y cínico, sino un simple hombrecito encorvado y envejecido, lo ayuda a Víctor a enderezarse y lo para junto a Rick.
Otro auto llega, en él viene el Comandante nazi, con su abrigo de cuero, y su bizarra gorra militar, llegó antes que los Laslo se embarquen.
Mi pierna sigue jodiendo, como si me inyectaran soda, mi cintura es un tablón. Todos somos viejas marionetas, nuestras facciones son borrosas, toman color, que pasa del negro al sepia, somos artistas de un varíete decadente, huimos de la ciudad, de escondidas y madrugada, buscamos refugiarnos del tiempo.
Los viejos fantasmas de la Munich o La Rambla de la Costanera Municipal, habíamos llegado en una ruidosa bañadera colectiva que había partido desde la Plaza del Congreso. Cómicos ambulantes, que ya no hacemos sonreír, solo herimos y lastimamos, a nosotros mismos. Tan ridículo espectáculo duele, se clava en nuestro presente haciendo crujir nuestros recuerdos, que rotos, casi enterrados, se desdibujan en la noche del aeropuerto. El motor del avión, suena incesante, diriase que ruge. Todo se ve muy extraño, como si yo estuviera también en la escena. Si soy uno más. Siento frío, en el cielo una gran luna, rodeada de estrellas. Un olor a mar me hace sentir profundamente bien. ¿Sueño o que?., Se oye la Marsellesa, Renault marcha por la pista, otra vez joven y arrogante, a su lado va una figura que simula una sombra, que sorpresivamente no es otro que Víctor, el también recuperó su lozanía, Pienso que esto ha de ser el comienzo de una hermosa amistad, le dice al francés mientras el avión sobrevuela el aeropuerto, ya va rumbo a Lisboa. Los espera otra sombra al final de un hangar, se les une, ellos llegan y pregunta: “¿ Comandante, podrá abrir el Bar de Rick? , No veo el problema, Todo el mundo, va a Rick's ", Uds. tienen la suerte que el bar está siempre abierto, Yo he venido a Casablanca por sus aguas, ¿Qué aguas?, Sí esto esta en medio de un desierto". Siempre mal informado, me he dejado llevar siempre por las mujeres, pero ahora soy libre, y parece que ella en su viaje a Lisboa también, Vamos por los tragos entonces muchachos. Nuevamente encorvados y arrastrando sus pies, cruzan la pista. Todos ríen y comentan como subieron al avión el cuerpo del herido en la pierna, cubierto con el sucio impermeable. Laslo al sentar al herido, cubierto con el piloto, junto a Ilsa, le entregó las cartas de tránsito nominadas para "Mr. and Mrs. Víctor Laslo", y tocándole la mejilla suavemente con un dedo, le dice Here's looking at you, kid. Yo no podré ir contigo, ni verte nuevamente, te pido que no me preguntes porque. Solamente cree que te amo. Ve, querida y que Dios te bendiga.
¿Temo sonreír, apenas una mueca, todo esto es un sueño desconcertante, o es real?. ¿Quien fue el que me dio el disparo en la pierna, fue el nazi o Lazlo. ?,¿ O tal vez el cínico Renault?.
En fin..., sí, el fin de un nuevo principio. Ilsa ahora libre, viaja a Lisboa.
Estoy ante aquella situación inesperada, que fue un nuevo empezar. Todo había sido confuso. Sigue la película, ahora en el bar de Rick, ¡Ud. es un extravagante! … Dejar ir a una mujer de clase como esta. El Comandante nazi, Renault y Laslo, beben y ríen rodeando al negro Sam que toca de vuelta la bendita canción.
THE END
Apago el vídeo y miro la familiar foto donde estoy con ella, atrás se ve la torre Eiffel. ¿Que será de nosotros?". Nosotros siempre tendremos París, donde habré puesto mi bastón con empuñadura plateada, mañana lo he de necesitar, Here’s looking at you, kid. Ilsa, junto a mí en el sillón, ya esta dormida desde la escena en que matan a Peter Lorre, mañana iremos a la Isla de San Luis, el Sena es muy bonito allí, mi pierna sigue jodiendo, el asunto de la soda nuevamente, mi cintura es un tablón, si, pero París, no es todo lo que tenemos.



, siento que han vuelto mis extrañas sensaciones. Suena el teléfono en la oficina de Walt, lo dejo sonar, no lo atiendo, quedo paralizado.
Mis amigos del Saint Michell, a estos escapes o saltos de vías los llamaban delirios o alucinaciones.
El que veo reflejado en el cristal de la ventana, no tiene nada que ver con el que siente lo que siento.
Así no más vuelvo a ser Blaine. Pero es otro al que yo veo.
Imágenes grises, borrosas, se reflejan en la ventana que da al río.
Veo París, el Sena. Ellos han tomado la ciudad; todos están vestidos de gris, lo recuerdo porque ella estaba de azul.
Luego la despedida bajo la lluvia en la Garé Monparnasse.
Mi triste llegada a Casablanca, empezando con un escape ferroviario, cruzando después toda España. Mis conexiones con el prefecto francés que me permiten abrir un café, realmente él es mi socio, que se hace centro de la poco atractiva vida nocturna de esta Babel africana. A Casablanca también llegan los de gris. La ciudad y mi café son lugares de tránsito. Yo reparto ganancias con mi socio, que es otro de gris, además negocio con él, pasaportes a los que huyen como nosotros.
Salir de aquí, era escapar de la Europa sitiada hacia Lisboa, en paso al norte de América o a Buenos Aires, para el sur. Por avión a Lisboa, por mar a Buenos Aires.
Ella, la de azul, llega también a Casablanca, pero no está sola, viene con su marido.
Luego las idas y vueltas conocidas por todos, la vieja y eterna historia y el final del aeropuerto.
Pero no fue así, todo siguió. Mi socio Renaut me saca de Casablanca, pero me envía por mar y aparezco en las pampas en Bahía Blanca. De allí a Vallejos.
Luego New York. Y New York está ahora frente a mí.
En la ventana de la oficina de Walt, me veo reflejado en los cristales que me protegen del gran mecano emergido en las aguas del río, el puente de Brodklin. El rostro no es el de Blaine, claro que no. Creo que aparecieron nuevamente las alucinaciones de aquellos tiempos, las que anticipaban mi internación en el Saint Michell Hospital. Fue donde conocí a Walt Wilson, un policía separado de la institución en extrañas circunstancias. Ahora, como ex, hace trabajos de investigación en esta “oficina – basura”, su agencia de búsquedas y seguimientos de personas. Me paso las horas mirando el gran puente desde la ventana. Muchas veces como ahora creo ver proyectadas en los cristales personas y cosas de otros lugares en los que alguna vez debo haber estado. En esta sala además de preparar el café y recibir la correspondencia, atiendo el teléfono. Walt odia los contestadores automáticos, creo que es por eso que yo he conseguido trabajar con él.
El río, a esta hora, tiene un brillo peculiar y el movimiento y las luces de los coches que lo cruzan son hilos luminosos y fantasmales. El teléfono –hace rato que no atiendo-, vuelve a sonar. Una voz de mujer quería hablar con Laslo, Víctor Laslo, así dijo. Mi cortante respuesta fue que no pertenecía a la agencia. Pero mientras contestaba me miraba en el cristal del ventanal. Yo sabia que la señora estaba hablando con la persona correcta. Ella volvió a llamar unos días después y esta vez le dije la verdad. Yo era Víctor Laslo, por lo menos eso era lo que me mostraba el ventanal.
Ella es Siri Broming. Luis Renaut, de la policía francesa, le había indicado que yo la podía ayudar; ella habia dejado de tener noticias de su marido hace ya algunos años, y hoy al volver a su hotel por la séptima se encontró con la foto de su marido en la tapa de unos libros en exhibición en una librería. Estaba alojada en el MyFlower de la 50, me esperaba a las 8 en el Bar, no debía preocuparme por mis honorarios y gastos. El titulo del libro, donde aparecía en tapa la foto de su marido, era “El cuaderno y la cámara” ; su autor, Tom Travek, ella me anticipó que lo habia citado a él también . Al terminar esta conversación, miré el puente. Ya muy pocas luces lo cruzaban a esa hora. El tipo reflejado en la ventana no era yo: Víctor Laslo, sino Richard Blaine.



otras cartas




Sábado 18 de octubre de 1997. Medianoche:

Amigo :

Un amigo común, el mismo que me hizo los arreglos con los travellers, me ha contado, sobre las tribulaciones de Víctor Laslo y Sra. desde que llegaron de Casablanca. Quiso reincidir su vida, busco una nueva identidad, un nombre, y nuestro común amigo le dio todo lo que necesitaba: pasaporte, residencia, permiso para trabajar, todo. Víctor, bajo su nuevo nombre, fue entonces vendedor callejero de loterías en Lisboa, su zona era el Rossio, Rua do Zapateiros. Las reiteradas expulsiones de A Brasileira, donde quería realizar su actividad, son recordadas todavía, mas ahora con el desenlace que tuvo su triste historia. Muchos dicen que el no ser gitano lo perjudico en este cambio de jurisdicción, eso le impidió a Víctor realizar su trabajo en el Chiado en A Brasileira. Hace unos cuantos años el nuevo hombre o Víctor, apareció degollado en las aguas del Tejo. Su cabeza perdida nunca fue hallada De este crimen fue acusada su mujer Ilsa, y el Tribunal Militar que la Juzgo, luego de un juicio sumarísimo la privó de su residencia, prácticamente fue expulsada de Portugal, desde entonces vive en París. Cuando nuestro común amigo me dijo el nombre que le había elegido para el nuevo Víctor, quede sorprendido: ¿Damasceno Monteiro, de donde sacaste ese nombre?, Me dijo yo vivo en la Gracia en la Rua de ese nombre, allí esta mi casa, creí que Víctor tomaría de esta manera un tono más local, de acuerdo a sus nuevas expectativas de vida.
Parto a París, el lunes a la tarde, me acompaña Iris, la hija de Ilsa. Ella tiene el mismo encanto de la madre, pero moreno, sus ojos tienen también el brillo de los de Ilsa, tal como los recuerdo de aquella noche en el aeropuerto de Casablanca.
Te agradeceré que para la fecha prevista, hagas que me espere una ambulancia del Hospital Alemán. Bueno, todo esto si regreso, como vienen desencadenase los hechos dudo de mi vuelta. Mi pedido, es solo, que no se digan discursos ni haya minutos de silencio, ya sabemos como nuestros amigos toman todas esas mundanas expresiones espirituales. Que no haya placas recordatorios con mi nombre e historia, ni marcas, ni cruces, nada. Yo fui, no volveré a ser. Siempre tendré París, es lo único que he conseguido.
Hasta pronto y te esperamos, no vas a poder hacer nada para no llegar donde ya estamos nosotros.
Alex Search.









Amigo:

Tomando chocolate caliente, espero a Iris, que ha ido a comprar pan francés, con manteca y azúcar es exquisito. Mientras tanto te sigo contando de Víctor Laslo y Sra. Ya te dije como llego a ser Damasceno Monteiro y como perdió la cabeza. Antes de partir de Lisboa hice por mi cuenta algunas averiguaciones. La Rua Damasceno Monteiro existe, he estado en ella, allí queda la casa de nuestro común amigo. El Miradeiro de Nuestra Senhora tiene el parapeto en esa calle. El metro me dejo bajo, en la estación Socorro, y subí por esas empinadas Ruas, hasta llegar a la de Damasceno Monteiro. ¿Al llegar al parapeto pensé quien es Damasceno Monteiro? ,¿ Un político?,¿ Un escritor o poeta?,¿ Un militar?, Por lo que te voy a contar es un personaje algo confuso, perdido en algún extraño olvido, que incluso puede ser mío. Indague en varias bibliotecas en sus fichas y bases de datos y en la Grande Enciclopedia Portuguesa, no lo tienen. El Sr. Silva librero en el Chiado, en la Traversa da Quemada 28, me informo dándome una vieja lamina con un dibujo de Rosa Damasceno, me contó que ella era una actriz de otras épocas. Me dijo que la calle es por ella, el crimen de su marido. Pense en Ilsa, será?. Luego verifique todo lo que me habia dicho Silva en la Grande Enciclopedia y era real, ella habia muerto en 1905. No podría ser Ilsa. En la Casa de Fernando Pessoa, ante mi frustración, en las casi sin uso Grande Enciclopedia Portuguesa no lo encontré tampoco. Estaba casi en un llanto, con un grande y terrible desasosiego, pensaba que eso me pasaba a mí por ser un triste contable metido en investigador literato, entonces una voz me hablo desde el cuadro en la pequeña sala de lectura. El Sr. delgado de sombrero con un cigarro en la mano, me dice: Eh Search, tú el que llora, eres algo de Alexander Search, le dije que fue un tío, hermano de mi padre y que además me llamo igual pero todos me dicen Arpo. Magnifico Search, me dijo, deja todo eso y vamos a la esquina, tomamos un trago juntos, charlamos y yo te ayudare a buscar. Bajamos y luego de pasar por la tabaquería, donde compro tabaco y lío dos cigarros, uno que encendió para él y otro me lo ofreció a mí, saludo al barbero y llegamos al bar de la esquina, allí nos tomamos unos aguardientes y volvimos como pudimos a su casa, realmente me tuvo que ayudar el de la tabaquería Senhor Alves y el barbero, Senhor Manases, y lo llevamos a don Fernando, de vuelta a su casa a su cuadro. Subirlo al cuadro fue realmente el problema, pero mientras lo alzábamos me dijo busca, pero busca bien, Víctor Laslo es lo que debes buscar. Así volví sobre los tomos de la Grande Enciclopedia y en el volumen IX en la pagina 313 encontré lo siguiente: “”.....VÍCTOR LASLO: ....nacido en París el 30 de noviembre de 1915, refugiado en Portugal, luego de escapar de Casablanca, con su esposa e hija vivió y murrio bajo la identidad de Damasceno Monteiro. Héroe de la Resistencia Francesa pero en Lisboa devino en una víctima de la revolución de los claveles. Encontrado degollado en 1974, "sin su cabeza" en las aguas del Tejo.....””” Habia una lamina con el rostro bastante borroso de VL. Que encabezaba la pequeña biografía, al pie nota: dibujo realizado por Ricardo Reís. Mire hacia el cuadro, y Don Fernando ya había recobrado su apostura, no tenia puesto su sombrero. Creo que sonreía burlón. Saque una fotocopia de la pag 313 de la Grande Enciclopedia, y baje las escaleras para irme, en el descanso tropecé con un viejo sombrero, mire el cuadro y la figura de don Fernando estirando su mano, me decía por favor, y se lo alcance. Mientras espero que Iris vuelva, creo que me quede sin el pan y manteca, te sigo contando, ella vivió también durante algún tiempo con su madre aquí en París. Luego del juicio, vinieron aquí. Iris se había casado en Lisboa con Ruperto Tabucchi, un italiano de Toscana, periodista a veces escritor, que también tenia dificultades florales en Portugal, cuando la revolución de los algarrobos, tuvo que unirse en París con Iris y su madre. En Portugal nuestro común amigo, también con Ruperto, trabajo con su nueva documentación para que pudiera salir sin dificultades, y luego París, allí dejo de ser Ruperto y llego a ser Luis Nuñez, ese era el nombre que nuestro común amigo le había elegido al italiano. Luego de su escape de Lisboa, en París su permiso de trabajo fue de "mendigo clase B para operar únicamente en la estación Monparnasse Benvenue". Pero toda esta gente a la que nuestro común amigo le cambia el nombre, parece que se encapricha de trabajar donde no debe. El nuevo Ruperto, se empeño en mendigar, bueno trabajar, en Saint Michell y no hace mucho su cabeza apareció en una vidriera heladera de un restaurante tunecino de la rue de San Severin. Esta vez lo que se perdió fue el cuerpo. Con el tiempo apareció en el Sena, se dedujo que era el correspondiente a Ruperto, porque en su mano derecha empuñaba una Mont Blanck Presidente, y en su izquierda un toscano apagado. Todas este juego de cabezas y cuerpos, que aparecen y desaparecen, trastornaron a Ilsa, la que desde entonces esta internada en una clínica de París.
Todo lo que es hoy una profunda y seria investigación, me mueve a molestarte para que averigües allí ¿quien es este Luis Nuñez, o fue y que hace, donde está? ; pues el pasaporte que se le encontró a Ruperto es de la República Argentina. Iris pasó también de las suyas, sus problemas económicos la obligaron a trabajar y tocaba el piano y cantar en una viejo restaurante de París, "La aurora", tuvo gran éxito en esta actividad, vos ya sabes como son las negras para cantar blues.
Amigo, últimamente he tenido terribles sueños, pesadillas y alucinaciones, que me indican que yo Search podría ser, o fui o peor aun seré Luis Nuñez, y que tal vez mi cabeza aparecerá en las profundidades del Río Reconquista, realmente un río de Primera B. Yo que he estado en los mejores ríos del mundo: el Hudson, el Tejo, el Sena, el de la Plata, acabare en el Reconquista, todo este futuro es muy duro para mí. Por las dudas que Iris no vuelva, y yo tenga que regresar, ten preparada la ambulancia, como ya te dije y el nuevo pedido sobre Luis Nuñez, fíjate en Internet, o en el reciclaje de algún basurero electrónico en la web. Bueno, como verás mi problema no hay dudas es de Praxis y uno reiterado del plot, así que mi realidad está completamente desintegrada y bien decía nuestra tía Javiera, es necesario que me haga ver por un mecánico o psiquiatra, no me acuerdo bien como me habia dicho?.
Adiós


Alex Search



Viernes 31.10.97, ya casi en la madrugada del Holloween, y próximo a embarcar para Chicago.

Amigo:

El asunto de Víctor Laslo y Sra. sé esta casi clarificando.
He estado durante el día, caminado por París, principalmente por el Metro, con la gran caja que he encontrado sobre mi cama del hotel.
Iris ha desaparecido, ya te dije que los otros días no trajo el pan que había ido a comprar.
Días después una llamada telefónica me informa que regrese a mi hotel que hay un recado para mí, y allí esta la caja y la carta con instrucciones y la despedida de Iris, ella además me dice que me ama, pero por lo mismo me tiene que dejar.
La carta además de perfumada era muy clara, debía tirar la caja y su contenido al Sena.
Durante horas y horas anduve por la ciudad, un carrito lleva maletas me ayudaba con la gran caja. Tuve las dificultades que te imaginaras en las escaleras del Metro, pero esa dificultad la sortee con gran dignidad sudamericana.
No se porque pase dos veces por los jardines de Luxemburgo, estaría pensando en lograr el acuerdo de Senado para cumplir la misión de Iris.
Tuve algún problema para entrar con la caja en el teatro para niños que hay en los Jardines, pero no quería irme de París sin ver la obrita. Se llamaba "los 39 escalones".
El actor que representaba al actor le dice al público, que abramos la caja y en su contenido estaba develado el misterio.
Ya cerca del Sena, al pasar los empedrados y cruzar las calles de San Michell, la caja hacia un sonido como si dentro se desplazara algún "objeto", mi cabeza no dejaba de pensar en que cabeza me encontraría en su interior.
Así llego la noche y estaba sentado frente a Notre Dame, a mis espaldas el edificio de la Prefectura General de París, que generaba en mi una atracción física mayor que la de la Catedral que tenia a mi frente.
Algo irresistible se estaba armando en mi interior, y me precipite sobre la caja, la tome, como pesaba la condenada, algo se movía en su interior, corría hacia el río, y al llegar al parapeto, no pude mas y la abrí, y allí en su interior... no había n a d a.
Estaba vacía, una gran decepción se genero en mi interior y arroje la caja a las aguas del Sena.
Un silbido sacudió la noche, y me encontré perseguido por un gendarme que me agarro en la puerta de la Prefectura.
Me metió adentro, y me dijo pase lo están esperando, no haga esperar mas al inspector que se tiene que ir a la casa, lo espera la esposa con la sopa.
Entramos y en un gran despacho, estaba él, un diminuto hombrecillo muy parecido a Claude Reims, quien me dijo, Víctor Laslo, lo hacia en Lisboa. Vamos quedando pocos de aquellos tiempos, el que siempre me preocupo fue Richard Blaine, Rick cuando fue el nacimiento de nuestra maravillosa amistad, creo que el tenia un sentido algo especial de la amistad, para el era hasta las ultimas consecuencias, me dijeron que fue a parar a la Argentina, al fin del mundo.
Creo que perdí en ese momento el conocimiento, y al despertarme, una suave voz nos anunciaba que estabamos llegando a Chicago.
Bueno, tengo un gran dolor de cabeza, pero gracias a Dios ella esta sobre mis hombros, ya llego, espero que no te hayas olvidado de la ambulancia.
Te saluda Afectuosamente,
Luis Nuñez.


15/09/98

queda ahora solo el canasto de panaderia

SEXTO
SEXTOQueda ahora solo el canasto de panadería. Un plástico transparente cubre su contenido. Allí estaba su ropa. Descorre el plástico y arriba su sobretodo alguna vez negro sobresale en su grosura. En uno de sus bolsillos que revisa encuentra un sobre con una carta. Tiene ganas de arrojarla en la doce/doce de reciclaje que está en un rincón, pero se detiene y la guarda dentro de su pantalón.Su sobretodo en correspondencia y simetría con su mente arma una conjura que lo acerca a una música popular sobre un tapado de armiño: “El tapado lo estoy pagando y el amor ya se acabó”. La mujer que no está. La que se fue. La que no volverá. La que dejó ir. Lo que no fue. ¿Renunciamiento?. ¡Que cagón que habia sido!. Siempre habia sido muy cagón.Sus retorcijones de estomago le recuerdan lo cagón que es. Los retorcijones olvidados y en postergación durante toda la mudanza, ahora lo movilizan. Sudoroso, afiebrado, pero ya demasiado tarde, corre hacia el baño. Llegaron las lluvias también las diarreasUn calmo y amoroso fuego hace desaparecer sus malestares, siente la libertad en esa suciedad, en esa inmundicia. El alivio vuelve a su cuerpo y su almaMierda.Sus pantalones recibieron de sus chorreadas piernas un calor suave, tierno y putrefacto. Pura mierda.Entra en la bañera y deja correr agua caliente sobre su sucio cuerpo, es como un festejo de inauguración, el happy hour del nuevo lugar.Del bolsillo del pantalón con caca saca el sobre, bajo la ducha lo abre y lee, es su propia carta, la que se envío a si mismo desde París. Nunca la habia puesto en el buzón.La habia escrito, no la había imaginado.¡Eureka!.Era para salir a gritarlo por el palier.Ríe bajo la ducha, con ganas, como hace tiempo no lo hace.Pero en plena cochinada, suena el timbre de calle.
Martes 30 de Marzo de 1999

LISBON REVISITED 1935

LISBON REVISITED 1935
El sol del medio día de enero, se refleja en las tejas de las casas blancas y en el río azul.Qué decir del cielo!. La ciudad está más Lisboa que nunca. El Castelo de San Jorge domina brillante también entre las construcciones vecinas.El habitante del primer piso de la Rua Coelho da Rocha 16, tiene otra visión de este día. Gris y cansado.Las vigilias de tantas noches, muestran a sus enrojecidos ojos: su maltrecho y abandonado presente.Desde que murió su tía, vive solo en las dos salas. Terminaron sus continuos traslados de pensiones y hoteluchos, pero su interior sigue de mudanza.Domingo largo y monótono, es de nunca acabar. Se ha quedado sin cigarrillos. Solo quedan algunos pitillos en los platos de la cocina. Va hacia la ventana, desde allí se ven las desiertas veredas. La portera del edificio, va a visitar a sus parientes de Benfica. Alves no ha venido a abrir la cigarrería, tampoco el almacén de la esquina esta abierto La Brasileira es su única salida. Pero a qué ir a ese lugar un domingo. Sus amigos y las tertulias de los días de semana no estarán hoy. Qué es lo que le hace pensar que todos ellos, sus amigos están hoy fingiendo: ser buenos padres y esposos amantes?. Vuelve de la ventana a la sala donde en el alto escritorio su maquina espera. Cuando comienza a escribir y descansa su pie izquierdo sobre uno de los baúles de debajo del escritorio, no sabe sí esta en lo de Fonseca o en la Rua Coelho 16.Oye pasar un tranvía en camino al final del recorrido: Los Plazzeres. Domingo sin tertulias, cigarros y vino.Desde el atalaya, una ventana, una colina mas de Lisboa, vigila el movimiento del Hospital. En la plazoleta del frente, el busto de Wellington es también pálido testigo del día interminable. Pereira, su medico en él ultimo reconocimiento al estudiar la radiografía, señalando la mancha en el hígado dijo, es dura y seca como esa estatua. No tenemos solución, definitivamente no.La carta que escribe en el alto escritorio, para su amigo Monteiro, lo aparta de la nada y de la nausea que vuelve y lo ahoga. Alves no llegará. No obstante este dominical ánimo, ayer con la visita de su barbero, se había sentido un poco dandy y joven como en la lejana Dubron. Allí definió que iba a ser un poeta ingles.La carta a Monteiro es todo un hecho que lo hace sentir tal vez esperanzado. Ha podido concluirla y ha escrito como hace tiempo no lo hace. Le explica en ese correo su plan de publicaciones para ese año y la génesis del “drama de gentes”. El drama que duerme debajo de su escritorio, en los papeles dentro de los baúles. Su saudade de sentirse entendido y otra vez niño. Otro año terminado en cinco que traerá dolor pero esta vez paz, alguien le dijo en lo de de Martihno da Arcada “Descansa, pocos te llorarán”.La carta son sus pensamientos que precipitadamente se escriben, tal cual salen de su afiebrada cabeza. Las palabras brotan como en una charla, solitaria tertulia en la sala del frente junto a la ventana. La vieja Royal. En ella golpea las palabras, la angustia, también el plan de escribir que no lo abandonó nunca.Escribir de pie sobre su elevado escritorio es un habito que viene de lejos. Tal vez su trabajo en oficinas comerciales de la Baixa o el despacho de bebidas de Fonseca en la calle Do Ouro. Sus bolsillos con notas y apuntes que dibuja en servilletas que luego pasará a maquina en su casa o en la oficina son el resultado de sus ultimos dias desquisiados. .La carta de ese 13 de enero es todo para el, en su domingo y solitaria tertulia.Para su buena administración le pide a Monteiro que avise lo antes posible, cuando la reciba..Prepara un sobre, que pone con la carta en un bolsillo de su chaqueta. Esta cuelga del picaporte de la ventana. No debe olvidar despacharla mañana. Los últimos años han sido muy duros, ahora desearía tener una entrada regular, para remediar su situación. Tal vez así podrá escribir y ordenar algunos de sus papeles y sacar al fin una publicación decente.Enciende la radio que dejó su tía. Se escuchan canciones inglesas. El ingles es su idioma y desde joven en las colonias quiso ser un poeta ingles.. Ya se lo ha escrito a su amigo. Pero solo es un poeta portugués. La voz canta:NO MATTER WHAT THE FUTURE BRINGS, AS TIME GOES BY.Qué traerá el mañana? Ya dentro de sus propios versos, finge tan completamente; que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente.Ahora vivo, nadie verá esos papeles de los arcones.AS TIME GOES BY.Va a la cocina, saca un pitillo del plato de restos y trata de encenderlo. Llena una copa del ultimo vino que queda en la casa. THE LAST DRINK, THE BIGINING OF THE END.Unos meses después el poeta, en una cama del Hospital San Luis de los franceses, espera el final. Pide papel, lápiz, anteojos y escribe su ultimo verso, la triste hoja del libro caído de su vida.I KNOW NOT WHAT THE FUTURE WILL BRING.Fue en el momento de despedirse del mundo, cansado, incluso cansado del cansancio, que comprendía que nunca había podido ser nada en la vida porque estaba condenado a fracasar en todo; al final, para comenzar a vivir tenia que comenzar por morir. La ceremonia fue discreta y las lagrimas escasas o ningunas. Estaban en el lunes lluvioso en Los Plazzeres, algunos viejos compañeros, un joven admirador, dos de sus patrones, su amigo el barbero. Este fue el principio.

(03/03/2002) Id artículo: a1799

Lisbon Revisited (1926)

Lisbon Revisited (1926)
nada me prende a nada. Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo. Ansío con un angustia de hambre de carne Lo que no sé que sea — Definidamente por lo indefinido... Duermo inquieto, y vivo en un soñar inquieto De quien duerme inquieto, mitad soñando. Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias. Corrieron cortinas de todas las hipótesis que yo podría ver de la calle. No hay en el dintel esperado el numero de la puerta que me dieron. Desperté para la misma vida de la que hube adormecido. Hasta mis ejércitos soñados sufrieron derrota. Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados. Hasta la vida sólo deseada me harta — hasta esa vida... Comprendo a intervalos inconexos; Escribo por lapsos de cansancio; Y un tedio que es hasta del tedio me arroja a la playa. No sé qué destino o futuro compete a mi angustia sin timón; No sé qué istas del sur imposible aguárdanme náufrago; O que palmares de literatura me darán al menos un verso. No, no sé esto, ni otra cosa, ni cosa alguna... Y, en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo que soñé, En los campos últimos del alma, donde memoro sin causa (Y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas), En los caminos y atajos de las florestas lejanas Donde supuse a mi ser, Huyen desmantelados, últimos restos De la ilusión final, Mis ejércitos soñados, derrotados sin haber sido, Mis cortes por existir, despedazadas en Dios. Otra vez te reveo, Ciudad de mi infancia pavorosamente perdida... Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí.. ¿Yo? Pero soy yo el mismo que aquí viví, y aquí volví, Y aquí volví a tornar, y a volver. ¿Y aquí de nuevo volví a tornar? ¿O somos todos los Yo que estuve aquí o estuvieron, Una serie de cuentas-entes ligados por un hilo-memoria, Una serie de sueños de mí de alguien fuera de mí? Otra vez te reveo, Con el corazón más lejano, el alma menos mia. Otra vez te reveo — Lisboa, Tejo(**) y todo —, Transeúnte inútil de ti y de mí, Extranjero aquí como en todas partes, Casual en la vida como en el alma, Fantasma errando en salas de recordaciones, Al ruido de las ratas y de las tablas que rozan En el castillo maldito de tener que vivir... Otra vez te reveo, Sombra que pasa a través de las sombras, y brilla Un momento a una luz fúnebre desconocida, Y entra en la noche como un rastro de barco se pierde En el agua que deja de oirse... Otra vez te reveo, ¡Pero, ay, a mí no me reveo! Partiose el espejo mágico en que me reveía idéntico, Y en cada fragmento fatídico veo sólo un pedazo de mí — ¡Un pedazo de ti y de mí!...
Contemporânea, Junho de 1926. Álvaro de Campos 1926

lisbon revisited 1923

Lisbon Revisited (1923)
Fernando Pessoa ( en una de sus voces. La de Álvaro de Campos)

No: No quiero nada. Ya dije que no quiero nada. ¡No me vengan con conclusiones! La única conclusión es morir. ¡No me traigan estéticas! ¡No me hablen de moral! ¡Sáquenme de aquí la metafísica! ¡No me pregonen sistemas completos, no me enumeren conquistas De las ciencias (¡de las ciencias, Dos mio, de las ciencias!) — De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna! ¿Qué mal le hice a todos los dioses? ¡Si tienen la verdad, guárdenla! Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro de la técnica. Fuera de eso soy loco, con todo el derecho a serlo. ¿Con todo el derecho a serlo, oyeron? ¡No me golpeen, por amor de Dios! ¿Me querían casado, fútil, cotidiano y tributable? ¿Me querían lo contrario de esto, o lo contrario de cualquier cosa? Si yo fuese otra persona, les haría, a todos, a voluntad. Así, como soy, ¡tengan paciencia! ¡Váyanse al diablo sin mí, O déjenme ir solo al diablo! ¿Para qué tenemos que ir juntos? ¡No me tomen del brazo! No gusto que me tomen del brazo. Quiero ser solo. ¡Ya dije que soy solo! Ah, qué trampa quieren que yo sea de la compañía! ¡Oh cielo azul — el mismo de mi infancia — Eterna verdad vacía y perfecta! ¡Oh apacible Tejo(**) ancestral y mudo, Pequeña verdad donde el cielo se refleja! ¡Oh dolor revisitado, Lisboa de otrora de hoy! Nada me dais(***), nada me sacais, nada sois que yo me sienta. ¡Déjenme en paz! No tardo, que yo nunca tardo... ¡Y mientras tarda el Abismo y el Silencio quiero estar solo!

8 de Fevereiro de 1923

enrique vila-matas

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en la barberia del Chiado

ENRIQUE VILA-MATAS
En la barbería del Chiado
ENRIQUE VILA-MATAS 13/06/2008
Es probable que toda la literatura de la edad moderna comenzara en el instante en que Montaigne inventó el ensayo, en el momento en que afirmó que escribía con la intención de conocerse a sí mismo. Desde que empezamos a "buscarnos a nosotros mismos", se puso en marcha una lenta pero progresiva desconfianza en las posibilidades del lenguaje y el temor a que éste nos arrastrara a zonas de profunda perplejidad. A principios del siglo pasado, la famosa carta ficticia en la que Hofmannsthal, en nombre de lord Chandos, renunciaba a la escritura antecedería a casos como el de Fernando Pessoa, que percibió muy pronto que la materia verbal no podía llegar a ser nunca una materia plenamente transparente y, consciente de esto, se fraccionó él mismo en una serie de personajes heterónimos: toda una estrategia para poder adaptarse a la imposibilidad de afirmarse como un sujeto indisoluble, compacto y perfectamente perfilado.
Paradójicamente, donde menos asoma la heteronimia en Pessoa es en Libro del desasosiego, el diario personal de Bernardo Soares, ayudante de tenedor de libros de contabilidad de la ciudad de Lisboa, autor ficticio del libro y heterónimo a medias solamente, porque, como decía el propio Pessoa, "no siendo mía la personalidad, es, no diferente de la mía, sino una simple mutilación de ella". Pessoa era Soares, y en cualquier caso era siempre el que entraba en la barbería del Chiado de la manera habitual, con la tranquilidad de hallarse en un lugar familiar, es decir, el que entraba con la calma que sólo obtenía de pisar lugares conocidos: "Tengo calma sólo donde ya he estado". Y era el mismo que, ya dentro de la barbería, hasta las cosas familiares las percibía con la extrañeza y vértigo de Soares, para quien el terror de la velocidad no necesitaba trenes expresos y, además, después escribía lo que había pensado en la barbería. Soares perdía la calma si se iba Pessoa, y Pessoa era el que, al salir Soares a las calles lentas del barrio, se recuperaba de sí mismo, y decía que amaba la calma del mundo. Y la gloria nocturna, decía Soares, de ser grande no siendo nada.

GOTAN



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GOTÁN


Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus
manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté,
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.

JUAN GELMAN