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sábado, 12 de mayo de 2007

Autobiografia?

Apartado Postal 147
Lisboa, 13 de Enero de 1935
Mi apreciado Camarada:
Agradezco mucho su carta, la que voy a responder inmediata e integralmente. Andes de, propiamente, comenzar, quiero pedirle disculpas de escribirle en este papel de copia. Se me acabó el decente, es Domingo, y no puedo conseguir otro. Pero más vale, creo, el mal papel que la prórroga.
En primer lugar, quiero decirle que yo nunca vería «otras razones» en cualquier cosa que escribiera, discordando, a mi respecto. Soy uno de los pocos poetas portugueses que no decretaron su propia infalibilidad, ni toman ninguna crítica que se les haga, como un acto de lesa-divinidad. Más allá de eso, cualquieras que sean mis defectos mentales, es nula en mí la tendencia para la manía de la persecusión. Aparte de eso, conozco ya suficientemente su independencia mental, que, se me es permitido decirlo, mucho lo apruebo y alabo. Nunca me propuse ser Maestro o Maestro en Jefe, porque no sé enseñar, ni sé si tendría qué enseñar; Jefe, porque ni sé romper huevos. No se preocupe, pues, en cualquier ocasión, con lo que tenga que decir a mi respecto. No busco excavar en los andares nobles.
Concuerdo absolutamente consigo en que no fue feliz la estrella, que de mi mismo hice con un libro de la naturaleza del «Mensagem», Soy, de facto, un nacionalista místico, un sebastianista racional. Pero soy, aparte de eso, y hasta en contradicción con eso, muchas otras cosas. Y esas cosas por la misma naturaleza del libro, el «Mensagem» no las incluí.
Comencé por ese libro mis publicaciones por la simple razón de que fue el primer libro que conseguí, no sé porqué, tener organizado y listo. Como estaba pronto, incitáronme a que lo publicara: accedí. Ni lo hice, debo decir, con los ojos puestos en el posible premio del Secretariado, enhorabuena en eso no hubiera pecado intelectual mayor. Mi libro estaba listo en Septiembre, y yo juzgaba, hasta, que no podría concurrir al premio, pues ignoraba que el plazo para la entrega de los libros, que primitívamente fuera hasta fin de Julio, fuese alargado hasta el fin de Octubre. Como, pese a todo, a fin de Octubre ya había ejemplares listos del «Mensagem», hice entrega de los que el Secretariado exigía. El libro estaba exactamente en las condiciones (nacionalismo) de concurrir. Concurrí.
Cuando a veces pensaba en la orden de una futura publicación de obras mías, nunca un libro del género de «Mensagem» figuraba en número uno. Tituveaba entre si debía comenzar por un libro de versos grande - un libro de unas 350 páginas -, englobando las varias sub-personalidades de Fernando Pessoa él mismo, o si debería abrir con una novela policial, que todavía no conseguí completar.
Concuerdo consigo, dije, en que no fue feliz la estrella, que de mi mismo hice, con la publicación de «Mensagem». Pero concuerdo con los actos que fue la mejor estrella que hubiera podido hacer. Precisamente porque esa faceta - en cierto modo secundaria - de mi personalidad no había sido nunca suficientemente manifestada en mis colaboraciones en revistas (excepto en el caso del Mar Português, parte de este mismo libro) - precisamente por eso convine que ella apareciese, y que apareciera ahora. Coincidió, sin que yo lo planease o premeditase (soy incapaz de premeditación práctica), con uno de los momentos críticos (en el sentido original de la palabra) de la remodelación del subconsciente nacional. El que hice por si acaso y se completó por conversación, fuera exactamente tallado, con Escuadra y Compás, por el Gran Arquitecto.
(Interrumpo. No estoy ni dolido ni borracho. Estoy, pese a todo, escribiendo directamante, tan deprisa cuanto la máquina me lo permite, y voy sirviéndome de las expresiones que me ocurren, sin mirar que la literatura esté en ellas. Suponga - y hará bien en suponer, porque es verdad - que estoy simplemente hablando consigo.)
Respondo ahora directamente a sus tres preguntas: (1) plano futuro de la publicación de mis obras, (2) génesis de mis pseudónimos, y (3) ocultismo.
Hecha, en las condiciones que le indiqué, la publicación del «Mensagem», que es una manifestación unilateral, intento continuar de la siguiente manera. Estoy ahora completando una versión enteramente remodelada del Barqueiro Anarquista; esa debe estar lista en breve y cuento, desde que estuviera lista, publicarla inmediatamente. Si así hiciera, traduciría inmediatamente ese escrito para el inglés, y voy a ver si lo puedo publicar en Inglaterra. Tal cual debe quedar, tiene pobabilidades europeas. (No tome esta frase en el sentido de Premio Nóbel inherente.) Después - y ahora respondo propiamente a su pregunta, que se reporta a poesía - intento, durante el verano, reunir el tal grande volumen de los poemas pequeños de Fernando Pessoa él mismo, y ver si lo configo publicar en fin del año en que estamos. Será ese el volumen que Casais Monteiro espera, y es ese que yo mismo deseo que se haga. Ese, entonces, será todas las facetas, excepto la nacionalista, que «Mensagem» ya manifestó.
Me referí, como vió, a Fernando Pessoa solamente. No pienso nada de Caeiro, de Ricardo Reis o de Álvaro de Campos. Nada de eso podré hacer, en el sentido de publicar, excepto cuando (ver más encima) me fuera dado el Premio Nóbel. Y con todo - lo pienso con tristeza - puse en Caeiro todo mi poder de despersonalización dramática, puse en Ricardo Reis toda mi disciplina mental, vestida de la música que le es propia, puse en Álvaro de Campos toda la emoción que no doy mi a mí ni a la vida. Pensar, mi querido Casais Monteiro, que todos estos tienen que ser, en la práctica de la publicación, preteridos por Fernando Pessoa, ¡impuro y simple!
Creo que respondí a su primera pregunta.
Si fui omiso, diga en qué. Si puedo responder, responderé. Más planes no tengo, por ahora. Y, sabiendo lo que son y en que dan a mis planes, es caso para decir, ¡Gracias a Dios!
Paso ahora a responde a su pregunta sobre el génesis de mis pseudónimos. Voy a ver si consigo responderle completamente.
Comienzo por la parte psiquiátrica. El origen de mis pseudónimos es el hondo trazo de histeria que existe en mí. No sé si soy simplemente histérico, si soy, más propiamente, un hísteroneurastémico. Tiendo para esa segunda hipótesis, porque hay en mí fenómenos de apatía que la histeria, propiamente dicha, no encuadra en el registro de sus síntomas. Sea como fuere, el origen natural de mis pseudónimos está en mi tendencia orgánica y constante para la despersonalización y para la simulación. Estos fenómenos - felizmente para mí y para los otros - mentalizáronse en mí; quiero decir, no se manifestan en mi vida práctica, exterior y de contacto con otros; hacen explosión para dentro y los vivo yo a solas conmigo. Si yo fuera mujer - en la mujer los fenómenos histéricos rompen en ataques y cosas parecidas - cada poema de Álvaro de Campos (el más histericamente histérico de mí) sería una alarma para la vecindad. Pero soy hombre - y en los hombres la histéria asume principalmente aspectos mentales; asi todo, acaba en silencio y poesía...
Esto explica, tant(sic) bien que mal, el origen orgánico de mis pseudónimos. Voy ahora a hacerle la historia directa de mis pseudónimos. Comienzo por aquellos que murieran, y de algunos de los cuales ya no me acuerdo - los que yacen perdidos en el pasado remoto de mi infancia casi olvidada.
Desde niño tuve la tendencia de crear en torno a mí un mundo ficticio, de cercarme de amigos y conocidos que nunca existieron. (no sé, bien entendido, si realmente no existieron, o si soy yo que no existo. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmáticos.) Desde que me conozco como siendo aquello a lo que llamo yo, me acuerdo de precisar mentalmente, en figura, movimientos, carácter e historia, varias figuras ireales que eran para mí tan visibles y mias como las cosas de aquello a lo que llamamos, por ventura abusivamente, la vida real. Esta tendencia, que me viene desde que me acuerdo de ser un yo, me ha acompañado siempre, mudando un poco el tipo de música en que me encanta, pero no alterando nunca su manera de encantar.
Recuerdo, así, lo que me parece haber sido mi primer pseudónimo, o, antes, mi primer conocido inexistente - un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, por quien escribía cartas a mí mismo, y cuya figura, no enteramente vaga, todavía conquista aquella parte del afecto que confina con la añoranza. Me acuerdo, con menos nitidez, de otra figura, cuyo nombre ya no me acuerdo más que que era extranjero también, que era, no sé en qué, un rival de Chevalier de Pas... ¿Cosas que le suceden a todos los niños? Sin duda - o tal vez. Pero a tal punto las viví que las vivo todavía, pues las recuerdo de tal modo que es menester un esfuerzo para hacerme saber que no fueron realidades.
Esta tendencia para crear en torno de mí otro mundo, igual a este mas con otra gente, nunca me salió de la imaginación. Tuve varias fases, entre las cuales está, sucedida ya en mayoría. Se me ocurría un dicho de espíritu, absolutamente ajeno, por un motivo u otro, a quien soy, o lo que supongo que soy. Lo decía inmediatamente, espontameamente, como siendo de cierto amigo mio, cuyo nombre inventaba, cuya historia agrandaba, y cuya figura - cara, estatura, traje y gesto - inmediatamente veia delante de mí. Y así conseguí, y propagué, varios amigos y conocidos que nunca existieron, pero que todavía hoy, a cerca de treinta años de distancia, oigo, siento, veo, Repio: oigo, siento, veo... y tengo añoranzas de ellos.
(En mí comenzando a hablar - y escribir a máquina es para mí hablar -, cuestame encontrar el freno. ¡Basta de conversación incómoda para sí, Casais Monteiro! Voy a entrar en la génesis de mis pseudónimos literarios, que es, al final, lo que Ud. quiere saber. En todo caso, lo que va dicho encima le da a la historia la madre que los dio a luz.)
Ahí por 1912, salvo error (que nunca puede ser grande), me vino a la idea escribir unos poemas de índole pagana. Esbocé unas cosas en verso irregular (no en el estilo Álvaro de Campos, mas en un estilo de media regularidad), y abandoné el caso. Se me esbozara, con todo, en una penumbra mal urdida, un vago retrato de persona que estaba por hacer aquello. (Había nacido, sin que yo supiera, Ricardo Reis.)
Año y medio, o dos años después, me acordé un día de hacer una partida al Sá-Carneiro - de inventar un poeta bucólico, de especie complicada, y presentarlo, ya no recuerdo como, en cualquier especie de realidad. Llevé unos días para elaborar al poeta mas nada conseguí. Un día en que finalmente desistiría - fue el 8 de Marzo de 1914 - me acerqué desde una cómoda alta, y tomando un papel, comencé a escribir, de pie,como escribo siempre que puedo. Y escribí treinta y tantos poemas al hilo, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré definir. Fue el dia triufal de mi vida, y nunca podré tener otro así. Abrí con un título, O Guardador de Rebanhos. Y lo que le siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di desde luego el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme el absurdo de la frase: apareció en mí mi maestro. Fue esa la sensación inmediata que tuve. Y tanto así que, escritos que fueran esos treinta y tantos poemas, inmediatamante agarré otro papel y escribí, al hilo, también, los seis poemas que constituyen la Chuva Oblíqua, de Fernando Pessoa. Inmediatamente y totalmente... Fue el regreso de Fernando Pessoa-Alberto Caeiro a Fernando Pessoa él solo. O, mejor, fue la reacción de Fernando Pessoa contra a su existencia como Alberto Caeiro.
Aparecido Alberto Caeiro, traté luego de descubrirle - instintiva y subconscientemente - unos discípulos. Arranqué de su falso paganismo al Ricardo Reis latente, le descubrí el nombre, y lo ajusté a sí mismo, porque a esa altura ya lo veia. Y, de repente, y en derivación opuesta a la de Ricardo Reis, me surgió impestuosamente un nuevo individuo. En un acto, y la máquina de escribir, sin interrupción ni enmienda, surgió la Ode Triunfal de Álvaro de Campos - la Oda con ese nombre y el hombre con el nombre que tiene.
Creé, entonces, una coterie inexistente. Fijé todo aquello en moldes de realidad. Gradué las influencias, conocí a las amistades, oí, dentro de mí, las discusiones y las divergencias de criterios, y en todo esto me parece que fui yo, creador de todo, el que menos estuvo ahí. Parece que todo se pasó independientemente de mí. Y parece que así todavía se pasa. Si algún día pudiera publicar la discusión estética entre Ricardo Reis y Álvaro de Campos, verá como ellos son direrentes, y como yo no soy nada en la materia.
Cuando fue la publicación de Orpheu, fue preciso, a la última hora, conseguir cualquier cosa para completar el número de páginas. Sugerí entonces al Sá-Carneiro que yo hiciera un poema «antiguo» de Álvaro de Campos - un poema de como Álvaro de Campos sería antes de haber conocido a Caeiro y haber caido bajo su influencia. Y así hice al Opiário, en que intenté dar todas las tendencias latentes de Álvaro de Campos, conforme habían de ser después reveladas, pero sin haber todavía cualquier trazo de contacto con su maestro Caeiro. Fue de los poemas que tengo escritos, el que me dio más que hacer, por el duplo poder de despersonalización que tuve que desenvolver. Pero, en fin, creo que no salió mal, y que muestra a Álvaro en pimpollo...
Creo que le expliqué el origen de mis pseudónimos. Si hay con todo cualquier punto en el que precisa de un esclarecimiento más lúcido - estoy escribiendo deprisa, y cuando escribo deprisa no soy muy lúcido -, diga que de buen grado se lo daré. Y, es verdad, un complemento verdadero e histérico: al escribir ciertos pasajes de las Notas para recordação do meu Mestre Caeiro, de Álvaro de Campos, he llorado lágrimas verdaderas. Es para que sepa con quién está lidiando, ¡mi querido Casais Monteiro!
Algunas notas más en esta materia... Yo veo delante de mí, en el espacio incoloro pero reali del sueño, las caras, los gestos de Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Les construí las edades y las vidas. Ricardo Reis nación en 1887 (no me acuerdo el dia y mes, pero los tengo en algún lugar), en Porto, es médico y está en el presente en Brasil. Alberto Caeiro nació en 1889 y murió en 1915; nació en Lisboa, pero vivió casi toda su vida en el campo. No tuvo profesión ni casi educación alguna. Álvaro de Campos nació en Tavira, en el día 15 de Octubre de 1890 (a la 1:30 de la tarde, me dice Ferreira Gomes; y es verdad, pues, hecho el horóscopo para esa hora, está bien). Este, como se sabe, es ingeniero naval (por Glasgow), pero ahora está aquí en Lisboa en inactividad. Caeiro es de estatura media, y, enhorabuena realmente frágil (murió tuberculoso), no parecía tan frágil como era. Ricardo Reis es un poco, pero muy poco, más bajo, más fuerte, más seco. Álvaro de Campos es alto (1,75 m de altura, 2cm más que yo), flaco y un poco tendiente a encorvarse. Cara afeitada todos - Caeiro es rubio sin color, ojos azules; Reis de un vago moreno mate; Campos entre blanco y moreno, tipo vagamente de judío portugués, cabello, por lo tanto, liso y normalmente apartado al lado, monóculo. Caeiro, como dije, no tuvo más educación que casi ninguna - sólo instrucción primaria; se le murieron temprano el padre y la madre, y se dejó estar en casa, viviendo de unos pequeños intereses. Vivía con una tía vieja, tía abuela. Ricardo Reis, educado en un colegio de jesuitas, es, como dije, médico; vive en el Brasil desde 1919, pues se exilió espontaneamente por ser monárquico. Es, un latinista por educación ajena, y un semi-helenista por educación propia. Álvaro de Campos tuvo una educación vulgar de liceo; después fue mandado para Escocia a estudiar ingeniería, primero mecánica y después naval. En unas vacaciones hizo el viaje a Oriente de donde resultó el Opiário. Le enseñó latín un tío beirão (N.d.T: habitante de las Beiras lisboetas) que era padre.
¿Cómo escribo en nombre de esos tres?... Caeiro, por pura e inesperada inspiración, sin saber o siquiera calcular que iría a escribír. Ricardo Reis, después de una deliberación abstracta, que subitamente se concretiza en una oda. Campos, cuando siento un súbito impulso para escribir y no sé qué. (Mi semi-pseudónimo Bernardo Soares, que además en muchas cosas se parece con Álvaro de Campos, aparece siempre que estoy cansado o somnoliento, de suerte que tenga un poco suspensas las cualidades del raciocinio y de inhibición; aquella prosa es un constante divague. Es un semi-pseudónimo porque, no siendo la personalidad la mia, es, no diferente de la mía, pero una simple mutilación de ella. Soy yo menos el raciocinio y la afectividad. La prosa, salvo lo que el raciocinio da de tenue a la mía, es igual a ésta, y el portugués perfectamente igual; al paso que Caeiro escriba mal el por tugués, Campos razonablemente pero con lapsos como decir «yo propio» en vez de «yo mismo», etc., Reis mejor de lo que yo, pero con un purismo que considero exagerado. Lo difícil para mí es escribir la prosa de Reis - todavía inédita - o la de Campos. La simulación es más fácil, hasta porque es más espontánea, en verso.)
A esta altura estará Casais Monteiro pensando qué mala suerte lo hizo caer, por lectura, en medio de un manicomio. En todo el caso, lo peor de todo esto es la incoherencia con la que he escrito. Repito, pese a todo: Escribo como si estuviera hablando consigo, para que pueda escribir inmediatamente. No siendo así, pasarían meses sin conseguir yo escribir.(*)
Falta responder a su pregunta en cuanto al ocultismo. Me pregunta si creo en el ocultismo. Hecha así, la pregunta no es bien clara; comprendo pese a eso la intención y a ella respondo. Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de espiritualidad, subutilizandose hasta llegarse a un Ente Supremo, que presumiblemente creó este mundo. Puede ser que hayan otros Entes igualmente Supremos, que hayan creado otros universos, y que esos universos coexistan con el nuestro, interpenetradamente o no. Por estas razones, y todavía otras, la Orden Externa do Ocultismo, o sea, la Maçonaria (N.d.T: Masonería), evita (excepto la Maçonaria anglosajona) la expresión «Deus», dadas sus implicaciones teológicas y populares, y prefiere decir «Grande Arquitecto do Universo», expresión que deja en blanco el problema de si Él es creador, o simple Gobernador del mundo. Dadas estas escalas de seres, no creo en la comunicación directa con Dios, pero, según nuestra afinidad espiritual, podemos ir comunicándonos con seres cada vez más altos. Hay tres caminos para lo oculto: el camino mágico (incluyendo prácticas como las del espiritismo, intelectualmente al nivel de la brujería, que es magia también), camino ese extremadamente peligroso, en todos los sentidos; el camino místico, que no tiene propiamente peligros, pero es incierto y lento; y lo que se llama el camino alquímico, el más difícil y el más perfecto de todos, porque envuelve una transmutación de la propia personalidad que la prepara, sin grandes riesgos, antes con defencas que los otros caminos no tienen. En cuanto a la «iniciación» o no, puedo decirle sólo esto, que no sé si responde a su pregunta: no pertenezco a Ordem Iniciática (N.d.T: Iniciadora) ninguna. La cita, epígrafe a mi poema Eros e Psique, de un pedazo (tradicido, pues el Ritual es en latín), del Ritual do Terceiro Grau da Ordem Templária de Portugal, indica simplemente - lo que es hecho - que me fue permitido hojear los Rituales de los tres primeros grados de esa Orden, extinta, o en letargo desde cerca de 1888. Si no estuviera en letargo, yo no citaría el trech del Ritual, pueso no se deben citar (indicando el origen) trechos de Rituales que están en trabajo(**)
Creo así, mi querido camarada, haber respondido, todavía con ciertas incoherencias, a sus preguntas. Si hay otras que desee hacer, no dude en hacerlas. Responderé como pueda y lo mejor que pueda. Lo que podrá suceder, y eso me disculpará, desde ya, es no responder tan deprisa.
Lo abraza el camarada que mucho lo estima y admira.

L I S B O A

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Lisbon Revisited (1926)

Lisbon Revisited (1926)

(*)Nada me prende a nada. Quero cinqüenta coisas ao mesmo tempo. Anseio com uma angústia de fome de carne O que não sei que seja — Definidamente pelo indefinido... Durmo irrequieto, e vivo num sonhar irrequieto De quem dorme irrequieto, metade a sonhar. Fecharam-me todas as portas abstratas e necessárias. Correram cortinas de todas as hipóteses que eu poderia ver da rua. Não há na travessa achada o número da porta que me deram. Acordei para a mesma vida para que tinha adormecido. Até os meus exércitos sonhados sofreram derrota. Até os meus sonhos se sentiram falsos ao serem sonhados. Até a vida só desejada me farta — até essa vida... Compreendo a intervalos desconexos; Escrevo por lapsos de cansaço; E um tédio que é até do tédio arroja-me à praia. Não sei que destino ou futuro compete à minha angústia sem leme; Não sei que ilhas do sul impossível aguardam-me naufrago; Ou que palmares de literatura me darão ao menos um verso. Não, não sei isto, nem outra coisa, nem coisa nenhuma... E, no fundo do meu espírito, onde sonho o que sonhei, Nos campos últimos da alma, onde memoro sem causa (E o passado é uma névoa natural de lágrimas falsas), Nas estradas e atalhos das florestas longínquas Onde supus o meu ser, Fogem desmantelados, últimos restos Da ilusão final, Os meus exércitos sonhados, derrotados sem ter sido, As minhas cortes por existir, esfaceladas em Deus. Outra vez te revejo, Cidade da minha infância pavorosamente perdida... Cidade triste e alegre, outra vez sonho aqui... Eu? Mas sou eu o mesmo que aqui vivi, e aqui voltei, E aqui tornei a voltar, e a voltar. E aqui de novo tornei a voltar? Ou somos todos os Eu que estive aqui ou estiveram, Uma série de contas-entes ligados por um fio-memória, Uma série de sonhos de mim de alguém de fora de mim? Outra vez te revejo, Com o coração mais longínquo, a alma menos minha. Outra vez te revejo — Lisboa e Tejo e tudo —, Transeunte inútil de ti e de mim, Estrangeiro aqui como em toda a parte, Casual na vida como na alma, Fantasma a errar em salas de recordações, Ao ruído dos ratos e das tábuas que rangem No castelo maldito de ter que viver... Outra vez te revejo, Sombra que passa através das sombras, e brilha Um momento a uma luz fúnebre desconhecida, E entra na noite como um rastro de barco se perde Na água que deixa de se ouvir... Outra vez te revejo, Mas, ai, a mim não me revejo! Partiu-se o espelho mágico em que me revia idêntico, E em cada fragmento fatídico vejo só um bocado de mim — Um bocado de ti e de mim!...

Nada me prende a nada. Quiero cincuenta cosas al mismo tiempo. Ansío con un angustia de hambre de carne Lo que no sé que sea — Definidamente por lo indefinido... Duermo inquieto, y vivo en un soñar inquieto De quien duerme inquieto, mitad soñando. Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias. Corrieron cortinas de todas las hipótesis que yo podría ver de la calle. No hay en el dintel esperado el numero de la puerta que me dieron. Desperté para la misma vida de la que hube adormecido. Hasta mis ejércitos soñados sufrieron derrota. Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados. Hasta la vida sólo deseada me harta — hasta esa vida... Comprendo a intervalos inconexos; Escribo por lapsos de cansancio; Y un tedio que es hasta del tedio me arroja a la playa. No sé qué destino o futuro compete a mi angustia sin timón; No sé qué istas del sur imposible aguárdanme náufrago; O que palmares de literatura me darán al menos un verso. No, no sé esto, ni otra cosa, ni cosa alguna... Y, en el fondo de mi espíritu, donde sueño lo que soñé, En los campos últimos del alma, donde memoro sin causa (Y el pasado es una niebla natural de lágrimas falsas), En los caminos y atajos de las florestas lejanas Donde supuse a mi ser, Huyen desmantelados, últimos restos De la ilusión final, Mis ejércitos soñados, derrotados sin haber sido, Mis cortes por existir, despedazadas en Dios. Otra vez te reveo, Ciudad de mi infancia pavorosamente perdida... Ciudad triste y alegre, otra vez sueño aquí.. ¿Yo? Pero soy yo el mismo que aquí viví, y aquí volví, Y aquí volví a tornar, y a volver. ¿Y aquí de nuevo volví a tornar? ¿O somos todos los Yo que estuve aquí o estuvieron, Una serie de cuentas-entes ligados por un hilo-memoria, Una serie de sueños de mí de alguien fuera de mí? Otra vez te reveo, Con el corazón más lejano, el alma menos mia. Otra vez te reveo — Lisboa, Tejo(**) y todo —,

Transeúnte inútil de ti y de mí, Extranjero aquí como en todas partes, Casual en la vida como en el alma, Fantasma errando en salas de recordaciones, Al ruido de las ratas y de las tablas que rozan En el castillo maldito de tener que vivir... Otra vez te reveo, Sombra que pasa a través de las sombras, y brilla Un momento a una luz fúnebre desconocida, Y entra en la noche como un rastro de barco se pierde En el agua que deja de oirse... Otra vez te reveo, ¡Pero, ay, a mí no me reveo! Partiose el espejo mágico en que me reveía idéntico, Y en cada fragmento fatídico veo sólo un pedazo de mí — ¡Un pedazo de ti y de mí!...
Contemporânea, Junho de 1926. Álvaro de Campos

OTRA VEZ LISBON

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Depus A Máscara

Depus a máscara e vi-me ao espelho. —
Era a criança de há quantos anos.
Não tinha mudado nada...
É essa a vantagem de saber tirar a máscara.
É-se sempre a criança,
O passado que foi A criança.
Depus a máscara, e tornei a pô-la.
Assim é melhor, Assim sem a máscara.
E volto à personalidade como a um términus de linha.


Depuse la máscara y me vi al espejo. —
Era el niño de hace cuántos años.
No había cambiado nada...
Es esa la ventaja de saber sacar la máscara.
Se es siempre el niño, El pasado que fue El niño.
Depuse la máscara, y volví a ponerla.
Así es mejor, Así sin la máscara.
Y vuelvo a la personalidad como a un términus(*) de línea.

L I S B O N

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Luis B. Nuñez - Lisbon, revisited 1935

Luis B. Nuñez - Lisbon, revisited 1935


El sol del medio día de enero, se refleja en las tejas de las casas blancas y en el río azul.Qué decir del cielo!. La ciudad está más Lisboa que nunca. El Castelo de San Jorge domina brillante también entre las construcciones vecinas.El habitante del primer piso de la Rua Coelho da Rocha 16, tiene otra visión de este día. Gris y cansado.Las vigilias de tantas noches, muestran a sus enrojecidos ojos: su maltrecho y abandonado presente.Desde que murió su tía, vive solo en las dos salas. Terminaron sus continuos traslados de pensiones y hoteluchos, pero su interior sigue de mudanza.Domingo largo y monótono, es de nunca acabar. Se ha quedado sin cigarrillos. Solo quedan algunos pitillos en los platos de la cocina. Va hacia la ventana, desde allí se ven las desiertas veredas. La portera del edificio, va a visitar a sus parientes de Benfica. Alves no ha venido a abrir la cigarrería, tampoco el almacén de la esquina esta abierto La Brasileira es su única salida. Pero a qué ir a ese lugar un domingo. Sus amigos y las tertulias de los días de semana no estarán hoy. Qué es lo que le hace pensar que todos ellos, sus amigos están hoy fingiendo: ser buenos padres y esposos amantes?. Vuelve de la ventana a la sala donde en el alto escritorio su maquina espera. Cuando comienza a escribir y descansa su pie izquierdo sobre uno de los baúles de debajo del escritorio, no sabe sí esta en lo de Fonseca o en la Rua Coelho 16.Oye pasar un tranvía en camino al final del recorrido: Los Plazzeres. Domingo sin tertulias, cigarros y vino.Desde el atalaya, una ventana, una colina mas de Lisboa, vigila el movimiento del Hospital. En la plazoleta del frente, el busto de Wellington es también pálido testigo del día interminable. Pereira, su medico en él ultimo reconocimiento al estudiar la radiografía, señalando la mancha en el hígado dijo, es dura y seca como esa estatua. No tenemos solución, definitivamente no.


La carta que escribe en el alto escritorio, para su amigo Monteiro, lo aparta de la nada y de la nausea que vuelve y lo ahoga. Alves no llegará. No obstante este dominical ánimo, ayer con la visita de su barbero, se había sentido un poco dandy y joven como en la lejana Dubron. Allí definió que iba a ser un poeta ingles.La carta a Monteiro es todo un hecho que lo hace sentir tal vez esperanzado. Ha podido concluirla y ha escrito como hace tiempo no lo hace. Le explica en ese correo su plan de publicaciones para ese año y la génesis del “drama de gentes”. El drama que duerme debajo de su escritorio, en los papeles dentro de los baúles. Su saudade de sentirse entendido y otra vez niño. Otro año terminado en cinco que traerá dolor pero esta vez paz, alguien le dijo en lo de de Martihno da Arcada “Descansa, pocos te llorarán”.La carta son sus pensamientos que precipitadamente se escriben, tal cual salen de su afiebrada cabeza. Las palabras brotan como en una charla, solitaria tertulia en la sala del frente junto a la ventana. La vieja Royal. En ella golpea las palabras, la angustia, también el plan de escribir que no lo abandonó nunca.Escribir de pie sobre su elevado escritorio es un habito que viene de lejos. Tal vez su trabajo en oficinas comerciales de la Baixa o el despacho de bebidas de Fonseca en la calle Do Ouro. Sus bolsillos con notas y apuntes que dibuja en servilletas que luego pasará a maquina en su casa o en la oficina son el resultado de sus ultimos dias desquisiados. .La carta de ese 13 de enero es todo para el, en su domingo y solitaria tertulia.Para su buena administración le pide a Monteiro que avise lo antes posible, cuando la reciba..Prepara un sobre, que pone con la carta en un bolsillo de su chaqueta. Esta cuelga del picaporte de la ventana. No debe olvidar despacharla mañana. Los últimos años han sido muy duros, ahora desearía tener una entrada regular, para remediar su situación. Tal vez así podrá escribir y ordenar algunos de sus papeles y sacar al fin una publicación decente.Enciende la radio que dejó su tía. Se escuchan canciones inglesas. El ingles es su idioma y desde joven en las colonias quiso ser un poeta ingles.. Ya se lo ha escrito a su amigo. Pero solo es un poeta portugués.

La voz canta:NO MATTER WHAT THE FUTURE BRINGS, AS TIME GOES BY.Qué traerá el mañana? Ya dentro de sus propios versos, finge tan completamente; que hasta finge que es dolor, el dolor que en verdad siente.Ahora vivo, nadie verá esos papeles de los arcones.AS TIME GOES BY.Va a la cocina, saca un pitillo del plato de restos y trata de encenderlo. Llena una copa del ultimo vino que queda en la casa. THE LAST DRINK, THE BIGINING OF THE END.Unos meses después el poeta, en una cama del Hospital San Luis de los franceses, espera el final. Pide papel, lápiz, anteojos y escribe su ultimo verso, la triste hoja del libro caído de su vida.I KNOW NOT WHAT THE FUTURE WILL BRING.Fue en el momento de despedirse del mundo, cansado, incluso cansado del cansancio, que comprendía que nunca había podido ser nada en la vida porque estaba condenado a fracasar en todo; al final, para comenzar a vivir tenia que comenzar por morir. La ceremonia fue discreta y las lagrimas escasas o ningunas. Estaban en el lunes lluvioso en Los Plazzeres, algunos viejos compañeros, un joven admirador, dos de sus patrones, su amigo el barbero. Este fue el principio.