Buscar este blog

viernes, 27 de abril de 2007

Lluís Bassets - Del Alfiler al elefante - Blogs ELPAIS.com

Lluís Bassets - Del Alfiler al elefante - Blogs ELPAIS.com
21 abril, 2007 - Lluís Bassets
A Manuel Vázquez Montalbán
De la historia podemos decir que toda es contemporánea, porque si nos sirve y nos apasiona es para entender el presente. De la política también podemos decir que toda es internacional, porque hoy en día más que nunca no es posible situarse en el propio espacio de derechos y deberes ciudadanos sin comprender lo que pasa en el ancho mundo. Todavía más del periodismo, este artefacto con más de doscientos años a sus espaldas, que hoy se está convirtiendo, de una parte, en historia del presente según afortunada expresión de Timothy Garton Ash y, de la otra, en marmita de lo global y lo local, hasta destilar ese palabro, lo glocal, tan adaptado para el ciberespacio. Escribir de lo local y lo global, buscar en la historia la explicación del presente, y en la interpretación distanciada y reflexiva del presente una forma de acarrear materiales para la historia, todo esto es posiblemente la tarea que hay que pedirle al periodista de hoy, sobre todo cuando definitivamente se lanza sin red a utilizar la red.
Además, hay que empezar por encontrar las palabras. Siempre hay un momento en que lo definitivo es encontrar las palabras para designar, finalmente, la materialidad de una nueva situación en la que todo lo que sucede en el mundo nos afecta y nos pertenece. La teoría del caos explicaba que el aleteo de una mariposa puede provocar un huracán en las antípodas. Pues bien, estamos ya en un mundo caótico en el que la humanidad es responsable de todo lo que ocurre en el entero mundo. Cada uno de nuestros actos es el aleteo de una mariposa. Queramos o no, nada humano nos es ajeno, suceda en Barcelona o en Shanghai, en Gaza o en Manhattan. Y las barreras entre las viejas páginas del periódico, que separaban la sección de las noticias locales de las noticias del extranjero, las de economía de las de cultura, se diluyen sobre todo en un medio que ya no tiene papel y sólo tiene páginas en un sentido metafórico.
Esto tan nuevo, y a pesar de todo, ya tan viejo, es lo que se trataba de mencionar, para poder arrojar luego, día a día, una mirada a poder ser crítica y razonada sobre lo más pequeño y próximo, el alfiler, y lo más grande y lejano, el elefante. Desde un alfiler hasta un elefante es una expresión, extraída del lenguaje al uso en los viejos buenos tiempos de los grandes almacenes comerciales, que utilizó, con enorme éxito, hace nada menos que 35 años el periodista, poeta y novelista Manuel Vázquez Montalbán, como rúbrica diaria de su columna sobre temas internacionales en el diario vespertino Tele/eXpres, todavía bajo el franquismo, en muy peleadas condiciones de libertad por lo cara y escasa que era y resultaba. Bajo su advocación, como si hubiera un imposible santoral para este oficio periodístico, pero sin mayor reverencia que la estrictamente necesaria, aparece esta blog sobre política internacional, herramienta del ciberperiodismo que se esforzará por saltar las vallas del periodismo tradicional pero intentando no perder en esta colada ni una sabana de los mejores atributos que han hecho grande y glorioso al oficio.
Manuel Vázquez Montalbán murió en Bangkok, en octubre de 2003, y no pudo ver ni la floración de los blogs españoles en Internet ni el trastazo que se pegó el PP en las elecciones del 14 de marzo de 2004. Sé a ciencia cierta que ambos acontecimientos le hubieran reconfortado enormemente. Estas dos cosas, y un constante entrecruzamiento en la vida y en el oficio, desde distintas generaciones y distintas aunque no muy distantes posiciones ideológicas, son las que me han conducido a una apropiación, que no creo indebida, de la rúbrica con que la que Manolo se lanzó al comentario internacional. Empecé en el oficio en 1972, como mero aprendiz cuando aquel Manolo de firma ya cotizada, aunque perseguida por el régimen franquista, se estrenaba como comentarista diario de política extranjera, puesto que la española le estaba objetivamente vedada, y especialista en el sarcasmo y el circunloquio que todo lo dijera sin suscitar la represalia de los censores. Me dedicó, más de 30 años después y para mi enorme sorpresa, su último libro Milenio, de publicación póstuma, en el que Pepe Carvalho clausuraba definitivamente el ciclo novelesco con una quijotesca vuelta al mundo. Yo le dedico ahora el primer día de mi nueva actividad, en tributo de admiración por aquel talento periodístico excepcional, ejemplar y prolífico hasta apabullar. Él hubiera merecido navegar largos años por el ciberocéano informativo al que hoy me lanzo, y también por eso lo hago bajo su advocación como seguro, reconfortante y digno santo patrón de este oficio. Amén.
·
Y por hoy ya sería bastante, si no tuviéramos todos, este domingo por la noche, la oportunidad de asistir a lo que es a mi gusto uno de los mayores espectáculos del mundo, que merecerá el siguiente comentario de este blog. Se trata de la noche electoral de la primera vuelta de las presidenciales francesas, algo que proporciona la emoción y el apasionamiento del mejor espectáculo deportivo; encuestas a pie de urna casi obligadamente erróneas; resultados sorprendentes y enigmáticos; estupendos y animados debates radiofónicos, televisivos o en internet; y la posibilidad de analizar y reflexionar sobre la marcha de Francia y de Europa, y en el fondo, de los asuntos que nos conciernen a todos nosotros, como la política de inmigración, el estado de la educación, la inseguridad ciudadana, el conflicto de Oriente Próximo, la intervención del Estado en la economía, y todo lo que ustedes quieran.

APUNTES DE MI CUADERNO -2

¿DE DONDE VIENEN LAS IDEAS?

De la nada
Del aire
De la imaginaciòn

De las personas que ven mas alla y piensan, y creen que lo importante no es preguntar de donde vienen las ideas sino hacia donde van.

Y tambien como hacerlas realidad.

APUNTES DE MI CUADERNO -1

La historia de los hombres se escribe de fragmentos o de instantes sin importancia.

Siempre hay un instante de la vida en que volvemos a ser lo que fuimos, o en que somos misteriosamente , lo que nunca pudimos ser.

martes, 24 de abril de 2007

el nuevo planeta

Posted by Picasa

no patron otra vez no!!!!!!

Posted by Picasa

22:01 | Descubren un planeta habitable fuera del Sistema Solar

22:01 Descubren un planeta habitable fuera del Sistema Solar
El hallazgo pertenece a astrónomos de tres centros de investigación y fue dado a conocer por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia. Se encuentra a una distancia relativamente próxima a la Tierra. Posee una temperatura similar y agua líquida en su superficie, dijeron los especialistas.

jueves, 19 de abril de 2007

lunes, 16 de abril de 2007

ROBERTO BOLAÑO


nunca vio como quedo publicado su torrencial libro.
Esta es la constante de muchos escritores.
Posted by Picasa

2666 - todo empieza con esto (ROBERTO BOLAÑO)

NOTA DE LOS HEREDEROS DEL AUTOR
Ante la posibilidad de una muerte próxima, Roberto dejó instrucciones de que su novela 2666 se publicara dividida en cinco libros que se corresponden con las cinco partes de la novela, especificando el orden y periodicidad de las publicaciones (una por año) e incluso el precio a negociar con el editor. Con esta decisión, comunicada días antes de su muerte por el propio Roberto a Jorge Herralde, creía dejar solventado el futuro económico de sus hijos.
Después de su muerte y tras la lectura y estudio de la obra y del material de trabajo dejado por Roberto que lleva a cabo Ignacio Echevarría (amigo al que designó como persona referente para solicitar consejo sobre sus asuntos literarios), surge otra consideración de orden menos práctico: el respeto al valor literario de la obra, que hace que de forma conjunta con Jorge Herralde cambiemos la decisión de Roberto y que 2666 se publique primero en toda su extensión en un solo volumen, tal como él habría hecho de no haberse cumplido la peor de las posibilidades que el proceso de su enfermedad ofrecía.


2666
La primera vez que Jean-Claude Pelletier leyó a Benno von Archimboldi fue en la Navidad de 1980, en París, en donde cursaba estudios universitarios de literatura alemana, a la edad de diecinueve años. El libro en cuestión era D’Arsonval. El joven Pelletier ignoraba entonces que esa novela era parte de una trilogía (compuesta por El jardín, de tema inglés, La máscara de cuero, de tema polaco, así como D’Arsonval era, evidentemente, de tema francés), pero esa ignorancia o ese vacío o esa dejadez bibliográfica, que sólo podía ser achacada a su extrema juventud, no restó un ápice del deslumbramiento y de la admiración que le produjo la novela. A partir de ese día (o de las altas horas nocturnas en que dio por finalizada aquella lectura inaugural) se convirtió en un archimboldiano entusiasta y dio comienzo su peregrinaje en busca de más obras de dicho autor. No fue tarea fácil. Conseguir, aunque fuera en París, libros de Benno von Archimboldi en los años ochenta del siglo XX no era en modo alguno una labor que no entrañara múltiples dificultades. En la biblioteca del departamento de literatura alemana de su universidad no se hallaba casi ninguna referencia sobre Archimboldi. Sus profesores no habían oído hablar de él. Uno de ellos le dijo que su nombre le sonaba de algo. Con furor (con espanto) Pelletier descubrió al cabo de diez minutos que lo que le sonaba a su profesor era el pintor italiano, hacia el
15
cual, por otra parte, su ignorancia también se extendía de forma olímpica. Escribió a la editorial de Hamburgo que había publicado D’Arsonval y jamás recibió respuesta. Recorrió, asimismo, las pocas librerías alemanas que pudo encontrar en París. El nombre de Archimboldi parecía en un diccionario sobre literatura alemana y en una revista belga dedicada, nunca supo si en roma o en serio, a la literatura prusiana. En 1981 viajó, junto con tres amigos de facultad, por Baviera y allí, en una pequeña librería de Munich, en Voralmstrasse, encontró otros dos libros, el delgado tomo de menos de cien páginas titulado El tesoro de Mitzi y el ya mencionado El jardín, la novela inglesa. La lectura de estos dos nuevos libros contribuyó a fortalecer la opinión que ya tenía de Archimboldi. En 1983, a los veintidós años, dio comienzo a la tarea de traducir D’Arsonval. Nadie le pidió que lo hiciera. No había entonces ninguna editorial francesa interesada en publicar a ese alemán de nombre extraño. Pelletier empezó a traducirlo básicamente porque le gustaba, porque era feliz haciéndolo, aunque también pensó que podía presentar esa traducción, precedida por un estudio sobre la obra archimboldiana, como tesis y, quién sabe, como primera piedra de su futuro doctorado.
Acabó la versión definitiva de la traducción en 1984 y una editorial parisina, tras algunas vacilantes y contradictorias lecturas, la aceptó y publicaron a Archimboldi, cuya novela, destinada a priori a no superar la cifra de mil ejemplares vendidos, agotó tras un par de reseñas contradictorias, positivas, incluso excesivas, los tres mil ejemplares de tirada abriendo las puertas de una segunda y tercera y cuarta edición.
Para entonces Pelletier ya había leído quince libros del autor alemán, había traducido otros dos, y era considerado, casi unánimemente, el mayor especialista sobre Benno von Archimboldi que había a lo largo y ancho de Francia.
Entonces Pelletier pudo recordar el día en que leyó por primera vez a Archimboldi y se vio a sí mismo, joven y pobre, viviendo en una chambre de bonne, compartiendo el lavamanos, en donde se lavaba la cara y los dientes, con otras
16
quince personas que habitaban la oscura buhardilla, cagando en un horrible y poco higiénico baño que nada tenía de baño sino más bien de retrete o pozo séptico, compartido igualmente con los quince residentes de la buhardilla, algunos de los cuales ya habían retornado a provincias, provistos de su correspondiente título universitario, o bien se habían mudado a lugares un poco más confortables en el mismo París, o bien, unos pocos, seguían allí, vegetando o muriéndose lentamente de asco.
Se vio, como queda dicho, a sí mismo, ascético e inclinado sobre sus diccionarios alemanes, iluminado por una débil bombilla, flaco y recalcitrante, como si todo él fuera voluntad hecha carne, huesos y músculos, nada de grasa, fanático y decidido a llegar a buen puerto, en fin, una imagen bastante normal de estudiante en la capital pero que obró en él como una droga, una droga que lo hizo llorar, una droga que abrió, como dijo un cursi poeta holandés del siglo XIX, las esclusas de la emoción y de algo que a primera vista parecía autoconmiseración pero que no lo era (¿qué era, entonces?, ¿rabia?, probablemente), y que lo llevó a pensar y a repensar, pero no con palabras sino con imágenes dolientes, su período de aprendizaje juvenil, y que tras una larga noche tal vez inútil forzó en su mente dos conclusiones: la primera, que la vida tal como la había vivido hasta entonces se había acabado; la segunda, que una brillante carrera se abría delante de él y que para que ésta no perdiera el brillo debía conservar, como único recuerdo de aquella buhardilla, su voluntad. La tarea no le pareció difícil.
Jean-Claude Pelletier nació en 1961 y en 1986 era ya catedrático de alemán en París. Piero Morini nació en 1956, en un pueblo cercano a Nápoles, y aunque leyó por primera vez a Benno von Archimboldi en 1976, es decir cuatro años antes que Pelletier, no sería sino hasta 1988 cuando tradujo su primera novela del autor alemán, Bifurcaria bifurcata, que pasó por las librerías italianas con más pena que gloria.
17
La situación de Archimboldi en Italia, esto hay que remarcarlo, era bien distinta que en Francia. De hecho, Morini no fue el primer traductor que tuvo. Es más, la primera novela de Archimboldi que cayó en manos de Morini fue una traducción de La máscara de cuero hecha por un tal Colossimo para Einaudi en el año 1969. Después de La máscara de cuero en Italia se publicó Ríos de Europa, en 1971, Herencia, en 1973, y La perfección ferroviaria en 1975, y antes se había publicado, en una editorial romana, en 1964, una selección de cuentos en donde no escaseaban las historias de guerra, titulada Los bajos fondos de Berlín. De modo que podría decirse que Archimboldi no era un completo desconocido en Italia, aunque tampoco podía decirse que fuera un autor de éxito o de mediano éxito o de escaso éxito sino más bien de nulo éxito, cuyos libros envejecían en los anaqueles más mohosos de las librerías o se saldaban o eran olvidados en los almacenes de las editoriales antes de ser guillotinados.
Morini, por supuesto, no se arredró ante las pocas expectativas que provocaba en el público italiano la obra de Archimboldi y después de traducir Bifurcaria bifurcata dio a una revista de Milán y a otra de Palermo sendos estudios archimboldianos, uno sobre el destino en La perfección ferroviaria y otro sobre los múltiples disfraces de la conciencia y la culpa en Letea, una novela de apariencia erótica, y en Bitzius, una novelita de menos de cien páginas, similar en cierto modo a El tesoro de Mitzi, el libro que Pelletier encontró en una vieja librería muniquesa, y cuyo argumento se centraba en la vida de Albert Bitzius, pastor de Lützelflüh, en el cantón de Berna, y autor de sermones, además de escritor bajo el seudónimo de Jeremias Gotthelf. Ambos ensayos fueron publicados y la elocuencia o el poder de seducción desplegado por Morini al presentar la figura de Archimboldi derribaron los obstáculos y en 1991 una segunda traducción de Piero Morini, esta vez de Santo Tomás, vio la luz en Italia. Por aquella época Morini trabajaba dando clases de literatura alemana en la Universidad de Turín y ya los médicos le habían detectado una esclerosis múltiple y ya había sufri-
18
do un aparatoso y extraño accidente que lo había atado para siempre a una silla de ruedas.
Manuel Espinoza llegó a Archimboldi por otros caminos. Más joven que Morini y que Pelletier, Espinoza no estudió, al menos durante los dos primeros años de su carrera universitaria, filología alemana sino filología española, entre otras tristes razones porque Espinoza soñaba con ser escritor. De la literatura alemana sólo conocía (y mal) a tres clásicos, Hölderlin, porque a los dieciséis años creyó que su destino estaba en la poesía y devoraba todos los libros de poesía a su alcance, Goethe, porque en el último año del instituto un profesor humorista le recomendó que leyera Werther, en donde encontraría un alma gemela, y Schiller, del que había leído una obra de teatro. Después frecuentaría la obra de un autor moderno, Jünger, más que nada por simbiosis, pues los escritores madrileños a los que admiraba y, en el fondo, odiaba con toda su alma hablaban de Jünger sin parar. Así que se puede decir que Espinoza sólo conocía a un autor alemán y ese autor era Jünger. Al principio, la obra de éste le pareció magnífica, y como gran parte de sus libros estaban traducidos al español, Espinoza no tuvo problemas en encontrarlos y leerlos todos. A él le hubiera gustado que no fuera tan fácil. La gente a la que frecuentaba, por otra parte, no sólo eran devotos de Jünger sino que algunos de ellos también eran sus traductores, algo que a Espinoza le traía sin cuidado, pues el brillo que él codiciaba no era el del traductor sino el del escritor.
El paso de los meses y de los años, que suele ser callado y cruel, le trajo algunas desgracias que hicieron variar sus opiniones. No tardó, por ejemplo, en descubrir que el grupo de jungerianos no era tan jungeriano como él había creído sino que, como todo grupo literario, estaba sujeto al cambio de las estaciones, y en otoño, efectivamente, eran jungerianos, pero en invierno se transformaban abruptamente en barojianos, y en primavera en orteguianos, y en verano incluso abandonaban el bar donde se reunían para salir a la calle a entonar versos bucólicos en honor de Camilo José Cela, algo que el joven Espinoza, que en el fondo era un
19
patriota, hubiera estado dispuesto a aceptar sin reservas de haber habido un espíritu más jovial, más carnavalesco en tales manifestaciones, pero que en modo alguno podía tomarse tan en serio como se lo tomaban los jungerianos espurios.
Más grave fue descubrir la opinión que sus propios ensayos narrativos suscitaban en el grupo, una opinión tan mala que en alguna ocasión, durante una noche en vela, por ejemplo, se llegó a preguntar seriamente si esa gente no le estaba pidiendo entre líneas que se fuera, que dejara de molestarlos, que no volviera más.
Y aún más grave fue cuando Jünger en persona apareció por Madrid y el grupo de los jungerianos le organizó una visita a El Escorial, extraño capricho del maestro, visitar El Escorial, y cuando Espinoza quiso sumarse a la expedición, en el rol que fuera, este honor le fue denegado, como si los jungerianos simuladores no le consideraran con méritos suficientes como para formar parte de la guardia de corps del alemán o como si temieran que él, Espinoza, pudiera dejarlos mal parados con alguna salida de jovenzuelo abstruso, aunque la explicación oficial que se le dio (puede que dictada por un impulso piadoso) fue que él no sabía alemán y todos los que se iban de picnic con Jünger sí lo sabían.
Ahí se acabó la historia de Espinoza con los jungerianos. Y ahí empezó la soledad y la lluvia (o el temporal) de propósitos a menudo contradictorios o imposibles de realizar. No fueron noches cómodas ni mucho menos placenteras, pero Espinoza descubrió dos cosas que lo ayudaron mucho en los primeros días: jamás sería un narrador y, a su manera, era un joven valiente.
También descubrió que era un joven rencoroso y que estaba lleno de resentimiento, que supuraba resentimiento, y que no le hubiera costado nada matar a alguien, a quien fuera, con tal de aliviar la soledad y la lluvia y el frío de Madrid, pero este descubrimiento prefirió dejarlo en la oscuridad y centrarse en su aceptación de que jamás sería un escritor y sacarle todo el partido del mundo a su recién exhumado valor.
20
Siguió, pues, en la universidad, estudiando filología española, pero al mismo tiempo se matriculó en filología alemana. Dormía entre cuatro y cinco horas diarias y el resto del día lo invertía en estudiar. Antes de terminar filología alemana escribió un ensayo de veinte páginas sobre la relación entre Werther y la música, que fue publicado en una revista literaria madrileña y en una revista universitaria de Gottingen. A los veinticinco años había terminado ambas carreras. En 1990, alcanzó el doctorado en literatura alemana con un trabajo sobre Benno von Archimboldi que una editorial barcelonesa publicaría un año después. Para entonces Espinoza era un habitual de congresos y mesas redondas sobre literatura alemana. Su dominio de esta lengua era si no excelente, más que pasable. También hablaba inglés y francés. Como Morini y Pelletier, tenía un buen trabajo y unos ingresos considerables y era respetado (hasta donde esto es posible) tanto por sus estudiantes como por sus colegas. Nunca tradujo a Archimboldi ni a ningún otro autor alemán.
Aparte de Archimboldi una cosa tenían en común Morini, Pelletier y Espinoza. Los tres poseían una voluntad de hierro. En realidad, otra cosa más tenían en común, pero de esto hablaremos más tarde. Liz Norton, por el contrario, no era lo que comúnmente se llama una mujer con una gran voluntad, es decir no se trazaba planes a medio o largo plazo ni ponía en juego todas sus energías para conseguirlos. Estaba exenta de los atributos de la voluntad. Cuando sufría el dolor fácilmente se traslucía y cuando era feliz la felicidad que experimentaba se volvía contagiosa. Era incapaz de trazar con claridad una meta determinada y de mantener una continuidad en la acción que la llevara a coronar esa meta. Ninguna meta, por lo demás, era lo suficientemente apetecible o deseada como para que ella se comprometiera totalmente con ésta. La expresión «lograr un fin», aplicada a algo personal, le parecía una trampa llena de mezquindad. A «lograr un fin» anteponía la palabra «vivir» y en raras ocasiones la palabra «felicidad». Si la voluntad se relaciona
21
con una exigencia social, como creía William James, y por lo tanto es más fácil ir a la guerra que dejar de fumar, de Liz Norton se podía decir que era una mujer a la que le resultaba más fácil dejar de fumar que ir a la guerra.
Una vez, en la universidad, alguien se lo dijo, y a ella le encantó, aunque no por ello se puso a leer a William James, ni antes ni después ni nunca. Para ella la lectura estaba relacionada directamente con el placer y no directamente con el conocimiento o con los enigmas o con las construcciones y laberintos verbales, como creían Morini, Espinoza y Pelletier. Su descubrimiento de Archimboldi fue el menos traumático o poético de todos. Durante los tres meses que vivió en Berlín, en 1988, a la edad de veinte años, un amigo alemán le prestó una novela de un autor que ella desconocía. El nombre le causó extrañeza, ¿cómo era posible, le preguntó a su amigo, que existiera un escritor alemán que se apellidara como un italiano y que sin embargo tuviera el von, indicativo de cierta nobleza, precediendo al nombre? El amigo alemán no supo qué contestarle. Probablemente era un seudónimo, le dijo. Y también añadió, para sumar más extrañeza a la extrañeza inicial, que en Alemania no eran comunes los nombres propios masculinos terminados en vocal. Los nombres propios femeninos sí. Pero los nombres propios masculinos ciertamente no. La novela era La ciega y le gustó, pero no hasta el grado de salir corriendo a una librería a comprar el resto de la obra de Benno von Archimboldi.
Cinco meses después, ya instalada otra vez en Inglaterra, Liz Norton recibió por correo un regalo de su amigo alemán. Se trataba, como es fácil adivinar, de otra novela de Archimboldi. La leyó, le gustó, buscó en la biblioteca de su college más libros del alemán de nombre italiano y encontró dos: uno de ellos era el que ya había leído en Berlín, el otro era Bitzius. La lectura de este último sí que la hizo salir corriendo. En el patio cuadriculado llovía, el cielo cuadriculado parecía el rictus de un robot o de un dios hecho a nuestra semejanza, en el pasto del parque las oblicuas gotas de lluvia se deslizaban hacia abajo pero lo mismo
22
hubiera significado que se deslizaran hacia arriba, después las oblicuas (gotas) se convertían en circulares (gotas) que eran tragadas por la tierra que sostenía el pasto, el pasto y la tierra parecían hablar, no, hablar no, discutir, y sus palabras ininteligibles eran como telarañas cristalizadas o brevísimos vómitos cristalizados, un crujido apenas audible, como si Norton en lugar de té aquella tarde hubiera bebido una infusión de peyote.
Pero la verdad es que sólo había bebido té y que se sentía abrumada, como si una voz le hubiera repetido en el oído una oración terrible, cuyas palabras se fueron desdibujando a medida que se alejaba del college y la lluvia le mojaba la falda gris y las rodillas huesudas y los hermosos tobillos y poca cosa más, pues Liz Norton antes de salir corriendo a través del parque no había olvidado coger su paraguas.
23

MINAS FIELES DE GRAN CORAZON


SONRISA ENIGMATICA? CUAL ES MAS, AYER Y HOY.
Posted by Picasa

sábado, 14 de abril de 2007

El F B I y GROUCHO MARX

Posted by Picasa

Julio Cortazar

Amor 77

Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.


De Julio Cortazar.
1979
un tal Lucas

martes, 10 de abril de 2007

TENORIO JR.

Posted by Picasa

el pianista al que se tragò la noche

Fernando Trueba reconstruye la vida del brasileño Tenório Jr., asesinado durante la dictadura argentina, "una metáfora" de la historia de la música instrumental de su país
CARLOS GALILEA - Madrid - 10/04/2007
"No quiero hacer una película sobre un desaparecido. Es más importante reconsiderarle como músico""Con Tenório he llegado a estar verdaderamente obsesionado. Le tengo una admiración y simpatía infinitas"Salió del hotel Normandie, en el 320 de la calle Rodríguez Peña. Era la madrugada del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires. Acababa de tocar en el Gran Rex acompañando a Vinicius de Moraes y Toquinho. Y a las dos había quedado con dos amigos argentinos en la recepción. Al llegar éstos les dijeron que había ido un momento a una farmacia a por un medicamento. Le estuvieron esperando. En vano. Tenório Jr. no regresó.
Un periodista brasileño habló años más tarde con el vendedor del quiosco de la esquina de Rodríguez Peña y Corrientes, que se acordaba del músico con barba y gafas al que había vendido tabaco. El periodista entró en contacto con un militar que le dijo que iba a ver qué podía averiguar. La respuesta sonó a amenaza: "Mira, esta persona no está viva, ni está detenida, y me han dicho que dejes de preguntar y te vuelvas a Brasil".
En aquellos terribles días de 1976, el aspecto de Francisco Cerqueira Tenório Jr. -pelo largo, barba, gafas- respondía al perfil de lo que la extrema derecha consideraba un subversivo. "El teórico intelectual de izquierdas", apostilla el cineasta Fernando Trueba. Un amigo le había avisado en Brasil: "¿Vas a ir con esta pinta?". "El quiosquero contó que vio cómo aquel hombre subía a un Ford Falcon. Memoria del miedo, un libro de Andrew Graham-Yool, que trabajaba como redactor en el Buenos Aires Herald, explica que la gente los temía porque los paramilitares usaban ese modelo".
En los días que siguen a su desaparición, Vinicius de Moraes, que ha sido diplomático y tiene contactos, intenta saber qué le ha pasado. "Solicitan hábeas corpus, visitan hospitales y van hasta la morgue por si hubiera sufrido un accidente y no le hubieran reconocido. Vinicius da una entrevista a una televisión. Puedes ver la angustia en su cara. Es una llamada de socorro asegurando que Tenório nunca se ha mezclado en política y que sólo vive para la música. Tanto por las circunstancias argentinas como por las brasileñas, la entrevista no se llega a emitir".
"No sé si se va a saber lo que ocurrió", dice Trueba. "Los únicos testimonios que tenemos, podemos creerlos o no, son de un tío que se llama Claudio Vallejos". En 1986, este argentino llega a Río de Janeiro. Ha salido del ejército, se ha echado una novia carioca y se ha llevado dossiers fotocopiados de desaparecidos brasileños durante la represión en Argentina -entre ellos, una niña de 10 años- con intención de venderlos a la prensa. "Vallejos afirma que formaba parte del grupo que detuvo a Tenório en Rodríguez Peña y Corrientes. Que se lo llevaron a una comisaría a tres cuadras de allí y que en los sótanos le empezaron a interrogar los hombres del Tigre Acosta. Que entre los torturadores estaba el teniente Astiz, el Ángel de la Muerte. Que lo trasladan a la Escuela Superior de Mecánica de la Armada y que al noveno día lo mata Astiz de un disparo en la cabeza. No pueden permitir que cuente lo que le ha ocurrido y lo que ha visto en la ESMA". El 24 de marzo se produjo el golpe de Estado.
Tenório tenía 35 años, dos niñas y dos niños. Y su mujer, Carmen, estaba embarazada de ocho meses. Legalmente, nunca ha sido considerada viuda. Hace un año, por fin, el Gobierno brasileño reconoció al músico como víctima de la dictadura y decidió indemnizar a la familia. "Han pasado mil dificultades. Elisa, la mayor, tenía ocho años y muchos días me he encontrado contándole cosas que me habían contado a mí antes. Me confesó que, durante años, cada vez que llamaban a la puerta, pensaba que era su padre".
"Ésta es una de esas películas que tratan sin querer de la memoria. Intentar saber qué le ocurrió a una persona hace treinta años es difícil; saber quién era esa persona, todavía más. Es un puzzle que acabas haciendo a base de pequeños flashes que se han quedado en las cabezas de personas que la conocieron y trataron. Y juntando todo ese cúmulo de anécdotas, recuerdos... vas reconstruyendo a la persona", explica Trueba. "Un día oigo un piano en un disco y quiero saber algo más de ese pianista. Cuando busco si tiene algún disco propio veo que lleva 30 años sin aparecer por ningún lado. Pienso '¡qué raro, será uno de esos músicos que murieron jóvenes!'. Entonces descubro en Internet lo de su muerte, entro en páginas de desaparecidos y me digo '¡Joder, qué historia!'. Veo que grabó en 1964 Embalo, pero que está descatalogado hace años. Me dicen que hay una edición japonesa y la compro a través de Internet. Pasé dos años pensando que alguien debería hacer algo de esto y poco a poco se fue convirtiendo en 'debería hacer una película sobre Tenório".
Fernando Trueba habló con más de cien personas y ha grabado unas 135 horas en Río de Janeiro, São Paulo, Buenos Aires, Boston, Nueva York, Los Ángeles... "Casi siempre la primera pregunta me la hacían a mí: '¿Cómo te has metido en esta historia?'. Y les tenía que contar esa teoría que siempre he tenido de que uno no elegía las películas. Con los años te das cuenta de que se te ocurren muchas ideas que vienen, van, desaparecen y se te olvidan. Pero algunas no te las quitas de la cabeza. Están ahí diciéndote 'hazme o no te voy a dejar en paz".
"Con Tenório he llegado a estar verdaderamente obsesionado". Da la impresión de que Trueba cambiaría la estatuilla del Oscar por haber podido ser su amigo. "Le tengo una admiración y simpatía infinitas. Le acabas cogiendo un cariño de la hostia. Y me ha impresionado la ternura con la que Milton Nascimento recuerda la casa de Tenório en Río. Llena de niños. Él era una especie de zen que tocaba imperturbable mientras se le subían por la cabeza y por el piano. Hay músicos que, treinta años después, no pueden contener las lágrimas cuando hablan de él".
"No quiero hacer una película sobre un desaparecido. Para mí es más importante reconsiderarle como músico. Tenório es una metáfora de la historia de la música instrumental brasileña que, entre 1959 y 1965, vive una edad de oro. Tan importante como el impresionismo o la nouvelle vague. Con artistas creando un lenguaje, llámese jazz brasileño o como se quiera, que va a revolucionar no sólo la música de su país, sino probablemente la del mundo entero. Los músicos de Estados Unidos fueron a Brasil para conocer lo que estaba ocurriendo allí. ¡Y eso no ha pasado nunca! De Duke Ellington a Chet Baker, de Stan Getz a Miles Davis, todos fueron o se interesaron por esa música o grabaron discos de esa música".
A Trueba le contaron que Ella Fitzgerald estuvo una semana cantando en el Copacabana Palace. Y que nunca dio un bis. "¿Por antipática? No, porque apenas estaba terminando la última canción y los músicos tocaban el final, salía corriendo hacia el Beco das Garrafas, unas calles más allá, para entrar en los clubes donde tocaban Tenório y los demás".
"Hacia 1965 se acabó. La industria decide apostar por las canciones cantadas de tres minutos. Habían llegado los Beatles y el microsurco. Una pequeña tragedia. ¿Qué hubiera ocurrido si en 1880 alguien prohíbe en Francia la pintura al aire libre y el uso de caballetes portátiles y dice 'todos a pintar retratos de señoras burguesas'? O sea, si hubieran acabado con el impresionismo. Creo que el crimen que se cometió con la música instrumental brasileña fue brutal. Y creo que ni los brasileños son conscientes. De alguna manera, Tenório es una metáfora trágica del destino de esos músicos".
La deuda
"La forma de pagar mi deuda con Tenório es hacer un disco. Porque le debo una de las mejores aventuras de mi vida como cineasta, amante de la música y persona. Conocer una época, meterme en la música brasileña, entrar en las casas de los músicos... todo eso es impagable. La idea es invitar a pianistas de todo el mundo para que cada uno toque una pieza de Tenório. Me gustaría que algunas obras suyas, que están totalmente olvidadas, pasaran a formar parte del repertorio jazzístico y brasileño porque lo merecen. Bebo Valdés ha grabado una versión maravillosa de Saudade de la que se quedó enamorado. Reconstruimos la partitura con Bebo y Javier Limón. Se había perdido la mitad, pero teníamos una grabación suya casera y una hoja manuscrita con las armonías". Paralelamente a la película ha habido un trabajo de recuperación de fotografías que conservan amigos y familiares, de las partituras que andaban desperdigadas y que se están escaneando y restaurando. A Trueba le gustaría que en el disco estuvieran pianistas como Chucho Valdés y Michel Camilo. Uno que le haría mucha ilusión -"y voy a perseguirlo para que esté"- es McCoy Tyner. Había dos discos de los que Tenório nunca se separaba: The real McCoy y Muito a vontade, de João Donato. "Aunque en al menos cien de las entrevistas han nombrado a Bill Evans, sin yo haberlo mencionado. Porque recuerdan el amor de Tenório por Bill Evans o porque le definen como a un Bill Evans brasileño. Estoy seguro de que, de haber vivido, Tenório hubiera hecho cosas impresionantes. Era un innovador".

© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200
© Prisacom S.A. - Ribera del Sena, S/N - Edificio APOT - Madrid [España] - Tel. 91 353 7900
Fernando Trueba reconstruye la vida del brasileño Tenório Jr., asesinado durante la dictadura argentina, "una metáfora" de la historia de la música instrumental de su país
CARLOS GALILEA - Madrid - 10/04/2007
"No quiero hacer una película sobre un desaparecido. Es más importante reconsiderarle como músico""Con Tenório he llegado a estar verdaderamente obsesionado. Le tengo una admiración y simpatía infinitas"Salió del hotel Normandie, en el 320 de la calle Rodríguez Peña. Era la madrugada del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires. Acababa de tocar en el Gran Rex acompañando a Vinicius de Moraes y Toquinho. Y a las dos había quedado con dos amigos argentinos en la recepción. Al llegar éstos les dijeron que había ido un momento a una farmacia a por un medicamento. Le estuvieron esperando. En vano. Tenório Jr. no regresó.
Un periodista brasileño habló años más tarde con el vendedor del quiosco de la esquina de Rodríguez Peña y Corrientes, que se acordaba del músico con barba y gafas al que había vendido tabaco. El periodista entró en contacto con un militar que le dijo que iba a ver qué podía averiguar. La respuesta sonó a amenaza: "Mira, esta persona no está viva, ni está detenida, y me han dicho que dejes de preguntar y te vuelvas a Brasil".
En aquellos terribles días de 1976, el aspecto de Francisco Cerqueira Tenório Jr. -pelo largo, barba, gafas- respondía al perfil de lo que la extrema derecha consideraba un subversivo. "El teórico intelectual de izquierdas", apostilla el cineasta Fernando Trueba. Un amigo le había avisado en Brasil: "¿Vas a ir con esta pinta?". "El quiosquero contó que vio cómo aquel hombre subía a un Ford Falcon. Memoria del miedo, un libro de Andrew Graham-Yool, que trabajaba como redactor en el Buenos Aires Herald, explica que la gente los temía porque los paramilitares usaban ese modelo".
En los días que siguen a su desaparición, Vinicius de Moraes, que ha sido diplomático y tiene contactos, intenta saber qué le ha pasado. "Solicitan hábeas corpus, visitan hospitales y van hasta la morgue por si hubiera sufrido un accidente y no le hubieran reconocido. Vinicius da una entrevista a una televisión. Puedes ver la angustia en su cara. Es una llamada de socorro asegurando que Tenório nunca se ha mezclado en política y que sólo vive para la música. Tanto por las circunstancias argentinas como por las brasileñas, la entrevista no se llega a emitir".
"No sé si se va a saber lo que ocurrió", dice Trueba. "Los únicos testimonios que tenemos, podemos creerlos o no, son de un tío que se llama Claudio Vallejos". En 1986, este argentino llega a Río de Janeiro. Ha salido del ejército, se ha echado una novia carioca y se ha llevado dossiers fotocopiados de desaparecidos brasileños durante la represión en Argentina -entre ellos, una niña de 10 años- con intención de venderlos a la prensa. "Vallejos afirma que formaba parte del grupo que detuvo a Tenório en Rodríguez Peña y Corrientes. Que se lo llevaron a una comisaría a tres cuadras de allí y que en los sótanos le empezaron a interrogar los hombres del Tigre Acosta. Que entre los torturadores estaba el teniente Astiz, el Ángel de la Muerte. Que lo trasladan a la Escuela Superior de Mecánica de la Armada y que al noveno día lo mata Astiz de un disparo en la cabeza. No pueden permitir que cuente lo que le ha ocurrido y lo que ha visto en la ESMA". El 24 de marzo se produjo el golpe de Estado.
Tenório tenía 35 años, dos niñas y dos niños. Y su mujer, Carmen, estaba embarazada de ocho meses. Legalmente, nunca ha sido considerada viuda. Hace un año, por fin, el Gobierno brasileño reconoció al músico como víctima de la dictadura y decidió indemnizar a la familia. "Han pasado mil dificultades. Elisa, la mayor, tenía ocho años y muchos días me he encontrado contándole cosas que me habían contado a mí antes. Me confesó que, durante años, cada vez que llamaban a la puerta, pensaba que era su padre".
"Ésta es una de esas películas que tratan sin querer de la memoria. Intentar saber qué le ocurrió a una persona hace treinta años es difícil; saber quién era esa persona, todavía más. Es un puzzle que acabas haciendo a base de pequeños flashes que se han quedado en las cabezas de personas que la conocieron y trataron. Y juntando todo ese cúmulo de anécdotas, recuerdos... vas reconstruyendo a la persona", explica Trueba. "Un día oigo un piano en un disco y quiero saber algo más de ese pianista. Cuando busco si tiene algún disco propio veo que lleva 30 años sin aparecer por ningún lado. Pienso '¡qué raro, será uno de esos músicos que murieron jóvenes!'. Entonces descubro en Internet lo de su muerte, entro en páginas de desaparecidos y me digo '¡Joder, qué historia!'. Veo que grabó en 1964 Embalo, pero que está descatalogado hace años. Me dicen que hay una edición japonesa y la compro a través de Internet. Pasé dos años pensando que alguien debería hacer algo de esto y poco a poco se fue convirtiendo en 'debería hacer una película sobre Tenório".
Fernando Trueba habló con más de cien personas y ha grabado unas 135 horas en Río de Janeiro, São Paulo, Buenos Aires, Boston, Nueva York, Los Ángeles... "Casi siempre la primera pregunta me la hacían a mí: '¿Cómo te has metido en esta historia?'. Y les tenía que contar esa teoría que siempre he tenido de que uno no elegía las películas. Con los años te das cuenta de que se te ocurren muchas ideas que vienen, van, desaparecen y se te olvidan. Pero algunas no te las quitas de la cabeza. Están ahí diciéndote 'hazme o no te voy a dejar en paz".
"Con Tenório he llegado a estar verdaderamente obsesionado". Da la impresión de que Trueba cambiaría la estatuilla del Oscar por haber podido ser su amigo. "Le tengo una admiración y simpatía infinitas. Le acabas cogiendo un cariño de la hostia. Y me ha impresionado la ternura con la que Milton Nascimento recuerda la casa de Tenório en Río. Llena de niños. Él era una especie de zen que tocaba imperturbable mientras se le subían por la cabeza y por el piano. Hay músicos que, treinta años después, no pueden contener las lágrimas cuando hablan de él".
"No quiero hacer una película sobre un desaparecido. Para mí es más importante reconsiderarle como músico. Tenório es una metáfora de la historia de la música instrumental brasileña que, entre 1959 y 1965, vive una edad de oro. Tan importante como el impresionismo o la nouvelle vague. Con artistas creando un lenguaje, llámese jazz brasileño o como se quiera, que va a revolucionar no sólo la música de su país, sino probablemente la del mundo entero. Los músicos de Estados Unidos fueron a Brasil para conocer lo que estaba ocurriendo allí. ¡Y eso no ha pasado nunca! De Duke Ellington a Chet Baker, de Stan Getz a Miles Davis, todos fueron o se interesaron por esa música o grabaron discos de esa música".
A Trueba le contaron que Ella Fitzgerald estuvo una semana cantando en el Copacabana Palace. Y que nunca dio un bis. "¿Por antipática? No, porque apenas estaba terminando la última canción y los músicos tocaban el final, salía corriendo hacia el Beco das Garrafas, unas calles más allá, para entrar en los clubes donde tocaban Tenório y los demás".
"Hacia 1965 se acabó. La industria decide apostar por las canciones cantadas de tres minutos. Habían llegado los Beatles y el microsurco. Una pequeña tragedia. ¿Qué hubiera ocurrido si en 1880 alguien prohíbe en Francia la pintura al aire libre y el uso de caballetes portátiles y dice 'todos a pintar retratos de señoras burguesas'? O sea, si hubieran acabado con el impresionismo. Creo que el crimen que se cometió con la música instrumental brasileña fue brutal. Y creo que ni los brasileños son conscientes. De alguna manera, Tenório es una metáfora trágica del destino de esos músicos".
La deuda
"La forma de pagar mi deuda con Tenório es hacer un disco. Porque le debo una de las mejores aventuras de mi vida como cineasta, amante de la música y persona. Conocer una época, meterme en la música brasileña, entrar en las casas de los músicos... todo eso es impagable. La idea es invitar a pianistas de todo el mundo para que cada uno toque una pieza de Tenório. Me gustaría que algunas obras suyas, que están totalmente olvidadas, pasaran a formar parte del repertorio jazzístico y brasileño porque lo merecen. Bebo Valdés ha grabado una versión maravillosa de Saudade de la que se quedó enamorado. Reconstruimos la partitura con Bebo y Javier Limón. Se había perdido la mitad, pero teníamos una grabación suya casera y una hoja manuscrita con las armonías". Paralelamente a la película ha habido un trabajo de recuperación de fotografías que conservan amigos y familiares, de las partituras que andaban desperdigadas y que se están escaneando y restaurando. A Trueba le gustaría que en el disco estuvieran pianistas como Chucho Valdés y Michel Camilo. Uno que le haría mucha ilusión -"y voy a perseguirlo para que esté"- es McCoy Tyner. Había dos discos de los que Tenório nunca se separaba: The real McCoy y Muito a vontade, de João Donato. "Aunque en al menos cien de las entrevistas han nombrado a Bill Evans, sin yo haberlo mencionado. Porque recuerdan el amor de Tenório por Bill Evans o porque le definen como a un Bill Evans brasileño. Estoy seguro de que, de haber vivido, Tenório hubiera hecho cosas impresionantes. Era un innovador".

© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200
© Prisacom S.A. - Ribera del Sena, S/N - Edificio APOT - Madrid [España] - Tel. 91 353 7900

sábado, 7 de abril de 2007

LISBON, REVISITED 2007

Posted by Picasa

G R O U C H O M A R X

Posted by Picasa

arpo y chico

Posted by Picasa

EPITAFIO: disculpe que no me levante a atenderlo

[editar] Frases Célebres

Groucho con Margaret Dumont.
"Nunca me olvido de una cara, pero en su caso haré una excepción"
"Me niego a pertenecer a un club que me acepte a mí como socio"
"Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
"La inteligencia militar es una contradicción en los términos"
"Bebo para hacer interesantes a las demás personas"
"Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien"
"La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música"
"¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!"
"Citadme diciendo que me han citado mal."
"Parad el mundo que me bajo."
"Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si no hubiera una esposa que les esperara. Quiten a las esposas del matrimonio y no habrá ningún divorcio."
"No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos."
"No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio."
"Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado."
"En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta está su esposa."
"Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína."
"Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo, el viejo Cyrus Tecumseh Flywheel. Si aún viviera, el mundo entero hablaría de él... ¿Qué por qué? Por que si estuviera vivo tendría 140 años."
"El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido."
"Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde "sí", entonces sabes que está corrupto."
"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
"¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande."
"Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro"
"Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi representante."
"El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución."
"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"
"El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... y luego ya no hay quien se lo quite de encima."
"¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?"
"He pasado una noche estupenda... pero no ha sido ésta."
"Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la posibilidad de beber algo a media noche sin peligro de pisar al gato."
"Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente."
"Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer."
"¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?"
"Debo confesar que nací a una edad muy temprana"
"¿Le molesta que no fume?"
"Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote. Besos, Groucho." (Felicitación de Groucho a un amigo)
"Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto cómo pudo ponerse mi pijama."
"Eso no puede ser mi camisa. La mía no ronca."
"Bob, ya sabes que yo en ti sólo tengo confianza... y muy poca." (Frase de Groucho a Robert Dwan, director de su programa de TV "You Bet Your Life")
"[editar] Frases Célebres

Groucho con Margaret Dumont.
"Nunca me olvido de una cara, pero en su caso haré una excepción"
"Me niego a pertenecer a un club que me acepte a mí como socio"
"Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
"La inteligencia militar es una contradicción en los términos"
"Bebo para hacer interesantes a las demás personas"
"Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien"
"La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música"
"¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!"
"Citadme diciendo que me han citado mal."
"Parad el mundo que me bajo."
"Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si no hubiera una esposa que les esperara. Quiten a las esposas del matrimonio y no habrá ningún divorcio."
"No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos."
"No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio."
"Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado."
"En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta está su esposa."
"Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína."
"Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo, el viejo Cyrus Tecumseh Flywheel. Si aún viviera, el mundo entero hablaría de él... ¿Qué por qué? Por que si estuviera vivo tendría 140 años."
"El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio... si puedes simular eso, lo has conseguido."
"Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde "sí", entonces sabes que está corrupto."
"La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
"¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación más grande."
"Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro"
"Cuando muera quiero que me incineren y que el diez por ciento de mis cenizas sean vertidas sobre mi representante."
"El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución."
"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"
"El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... y luego ya no hay quien se lo quite de encima."
"¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?"
"He pasado una noche estupenda... pero no ha sido ésta."
"Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la posibilidad de beber algo a media noche sin peligro de pisar al gato."
"Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente."
"Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer."
"¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?"
"Debo confesar que nací a una edad muy temprana"
"¿Le molesta que no fume?"
"Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote. Besos, Groucho." (Felicitación de Groucho a un amigo)
"Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto cómo pudo ponerse mi pijama."
"Eso no puede ser mi camisa. La mía no ronca."
"Bob, ya sabes que yo en ti sólo tengo confianza... y muy poca." (Frase de Groucho a Robert Dwan, director de su programa de TV "You Bet Your Life")
"Disculpe que no me levante a atenderlo" (Epitafio solicitado por groucho) " (Epitafio solicitado por groucho)

Pensando en Marx, Que aburrido es esto!!!

o.
Posted by Picasa

M A R X

Posted by Picasa

TODOS UNIDOS VENCEREMOS

Posted by Picasa

TODOS VIENEN AL RICK¨S BAR

ya no son tres...
Posted by Picasa

martes, 3 de abril de 2007

PERICO Y ANGELITO

HOMBRE A HOMBRE

JOSE MARANTE
BERNABE FERREYRA
Posted by Picasa

bitacora: Colo Colo ganó y le puso más obligaciones a River

bitacora: Colo Colo ganó y le puso más obligaciones a River

debio titularse esto que River esta embarrado en las patas?
si efectivamente.

este River es el de " los caballeros de la angustia" ahora y siempre

LA MAQUINA


ATRAS HABIA OTROS SEIS (6)
Y ENTONCES ME VOY A DORMIR TRANQUILO.
MUÑOZ, MORENO, PEDERNERA, LABRUNA Y LOUSTOU

MUÑOZ: EL MAS WING DE TODOS LOS WINGS
MORENO: EL MAS FANFA Y EL MEJOR
PEDERNERA: EL LIDER EL MAS JUGADOR QUE TODOS
LABRUNA: EL RELOJERO Y JOROBADO ANGELITO EL MAS GOLEADOR EL FENOMENO
LOUSTOU: PISTOLA, EL LOCO, CHAPLIN, HOY SERIA EL CHAPULIN. INVENTO AL NUEVO WING
Posted by Picasa