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lunes, 16 de junio de 2008

LA CIUDAD

LA CIUDAD
Dijiste:
"Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá.
Vagarás por las mismas calles.
Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad.
Para otro lugar -no esperes-no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.

Konstandinos Kavafis

I T A C A

Cuando partas hacia Itaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopesy furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopesy fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Itaca te recompense.
A Itaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,.



Konstandinos Kavafis

ERNESTO SABATO

a una hormiga,a un árbol,
a un tigre de Bengala;
mientras nuestro cuerpo se disgregaentre gusanos
y se filtra en la tierra sin memoria,
para ascender luego por los tallos y las hojas,
y convertirse en heliotropo o yuyo,
y después en alimento de ganado,
y así en sangre anónima y zoológica,
en esqueleto,en excremento.
Tal vez le toque un destino mas horrendoen
el cuerpo de un niñoque un día hará poemas o novelas,
y que en sus oscuras angustias(sin saberlo)
purgara sus antiguos pecados de guerrero o criminal,
o revivirá pavores,el temor de una gacela,
la asquerosa fealdad de comadreja,
su turbia condición de feto, cíclope o lagarto,
su fama de prostituta o pitonisa,
sus remotas soledades,
sus olvidadas cobardías y traicionesPosted by Picasa
tomado de SOBRE HEROES Y TUMBAS

QUIEN MANDA EN ARGENTINA?


ANÁLISIS: Crisis social en Argentina
¿Quién manda en
Argentina?
JOAQUÍN MORALES SOLÁ 16/06/2008

Aislado y con una visión conspirativa de la vida, de la pública y de la privada, el ex presidente Néstor Kirchner concentra ahora en sus manos la totalidad del poder político durante el transcurso de la crisis más profunda desde el desmoronamiento de Argentina en 2001 y 2002. Lejos, muy lejos, quedó el proyecto de que su esposa, la actual presidenta, Cristina Fernández, liderara un periodo más consensual e institucional del país. El ex presidente, recluido en la residencia presidencial de Olivos, se apartó también de los sectores peronistas más moderados y decidió radicalizar sus actos y los actos del propio Gobierno.
Kirchner delegó el Gobierno en su esposa para apostar a una especie de implícita reelección indefinida, que la Constitución argentina prohíbe. El plan consistía en un recambio permanente en la presidencia de la nación entre los miembros del matrimonio presidencial. Seis meses después de que Cristina Fernández sucediera a su marido, el derrumbe popular de ambos, según todas las encuestas creíbles, significa en los hechos el fin de la dinastía de los Kirchner en el poder. Quizás esa comprobación es lo que convirtió al ex presidente en un hombre carente de ductilidad en el liderazgo y desprovisto de sensibilidad política.
Nadie ha hecho tanto como el propio Néstor Kirchner para vaciar de expectativas y de ilusiones al Gobierno de su esposa. Fue él una figura influyente en la decisión de que continuaran casi todos los ministros que lo habían acompañado durante más de cuatro años. El propio ex presidente disparó el relevo, apenas cuatro meses después, de la única designación iridiscente que había hecho Cristina Fernández: la del ex ministro de Economía Martín Lousteau, que cometió el imperdonable pecado de no consultar al esposo presidencial. Contrariando todas sus promesas, Kirchner se aupó recientemente en la conducción formal y nacional del peronismo, el único partido político que sobrevivió a la gran crisis de principios de siglo.
Néstor Kirchner es, al mismo tiempo, el líder natural de organizaciones de ex piqueteros, que se convirtieron ahora en fuerzas de choque a las órdenes del ex presidente. Son grupos violentos, que aparecen armados con garrotes y con la cara tapada por pasamontañas, para disolver manifestaciones pacíficas de opositores. Gobernando el gabinete a través de ministros que fueron suyos, controlando el partido oficialista y conduciendo esas fuerzas de choque, Kirchner corporiza, a final de cuentas, el único poder político real en Argentina.
El nuevo problema que lo acosa es que los barones del peronismo están defeccionando, temerosos de quedar atrapados en la caída popular de los Kirchner. El peronismo celebra su fiesta partidaria el 17 de octubre, llamado el Día de la Lealtad. Un ex presidente suele decir que el peronismo es el único partido del mundo que le dedica un día a la lealtad, porque el resto de los días del año los consagra a la traición. A Kirchner le toca ahora comprobar esa ingrata teoría.
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UNA BUENA TARDE PARA MORIR-



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Una buena tarde para morir
CRÍTICA: La lidia
ANTONIO LORCA -
Madrid - 16/06/2008

La imagen de José Tomás, el cuerpo magullado, el traje ensangrentado, dolorido por la herida que llevaba en el muslo derecho, pero con las dos orejas en las manos, cruzando de punta a punta el diámetro de la plaza camino de la enfermería, y los tendidos, sobrecogidos, puestos en pie, al grito unánime de "torero, torero", es de esas que permanecerán para siempre en la memoria de las 24.000 almas que asistieron ayer a una corrida épica que tuvo como protagonista a un héroe de película, revivido en torero de hoy, un mago del valor, capaz de hacer emerger las emociones más apasionantes del ser humano.
Fiel a su máxima de que un torero debe estar dispuesto a jugarse la vida doce tardes al año, José Tomás llegó a Madrid dispuesto a superar lo insuperable; es decir, a dejarse matar antes que perder la batalla contra sí mismo. Y a fe que lo demostró con una entrega absoluta, con una heroicidad sobrehumana y con un insuperable desprecio a la vida. Porque, ayer, José Tomás estaba dispuesto a morir. Y a punto estuvo de conseguirlo.
No fue una tarde de toreo puro. No. No estuvo fino el torero con el capote, y sólo unos pocos muletazos por ambas manos sobresalieron de un mar de pases enganchados y destemplados. Tampoco hubo toros encastados y nobles, sino mansos, de mala condición, rajados, huidizos y de pésima clase.
Quizá, fue excesivo el premio de las tres orejas. Posiblemente. Pero ayer se premió la disposición, el desafío, el poder, la gallardía, el arrebato... en una palabra, el valor extraterrestre de un torero que ayer se sobrepuso a todas las circunstancias adversas que le plantearon los toros. Y ganó la pelea; y salió victorioso de manera unánime porque no parece posible una actitud más verdadera que la de este hombre.
Se pide silencio. Está el segundo toro en la arena. Tomás intenta veroniquearlo, pero el animal huye despavorido. Muleta en mano, se dobla con el toro, rodilla en tierra, y aguanta impertérrito las tarascadas del animal. El toro no quiere pelea. Pero quiere Tomás, y lo desafía y lo reta con el pecho por delante y la muleta en la zurda. Tanto insiste que llega la primera voltereta -el toro se lo echa a los lomos, lo zarandea y lo despide a la arena-. El torero ni se mira la chaquetilla completamente ensangrentada. Parece confirmado en su valor y persigue a su oponente en su huida permanente. Y consigue un derechazo enorme, y otro de pecho extraordinario, y un recorte final espléndido. La angustia se ha adueñado ya de los tendidos, que presagian la cornada, pero ahí sigue el torero, cada vez más cerca de los pitones, cada vez más dispuesto... Uf, inenarrable.
Y llega la segunda cogida cuando intenta torear por gaoneras, y se vuelve a salvar de milagro. Y la faena a ese quinto gazapón es de torero heroico. No hay toreo largo ni hondo; quizá, es que no puede haberlo, pero está tan bien colocado, tan metido entre los pitones, tan cruzado, tan cerca del peligro, que el sobrecogimiento general se convierte en entusiasmo desbordante. Llegó la tercera cogida cuando tomó la izquierda y la voltereta fue espectacular. Pero siguió en la plaza hasta que mató al toro de una media estocada baja. Se le concedieron las dos orejas y atravesó el redondel, seguido por su cuadrilla, en esa imagen que figura ya en los anales de esta plaza.
Tampoco tuvo toros El Fundi, que se justificó con oficio y buenas maneras, y toreó muy bien con el capote. Él y Juan Bautista protagonizaron un vibrante tercio de quites en el tercero. Por cierto, el torero francés que, a lo postre, se encontró con el lote más propicio, decepcionó con un toreo mecánico y frío.
Al final, la tarde fue, de pitón a rabo, de José Tomás, que acabó con tres heridas en los muslos, prueba inequívoca de que ésta era una de esas tardes en las que hay que jugarse la vida. ¿Por qué lo cogen tanto los toros? Quizá, por eso, porque se arrima más que ninguno, y te pone la carne de gallina, el condenado José Tomás...
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