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domingo, 16 de marzo de 2008

Wolfe: "Piazzolla fue mejor que Gershwin"

El autor de La hoguera de las vanidades vendrá a la Feria del Libro y anticipa que irá a escuchar y a bailar tango

AYER HABLO DESDE MIAMI SOBRE LA MUERTE DE LA NOVELA, HOY SIGUE CON LA MUERTE, AHORA DE PIAZZOLA. ESTA PREPARANDO SU LLEGADA A BUENOS AIRES PARA LA FERIA DEL LIBRO.

NUEVA YORK.- "Mi única obsesión en términos de música es la que fue producida en la Argentina en los últimos 50 años", asegura Tom Wolfe a un gigantesco auditorio vacío en una de las librerías más grandes del centro de Manhattan.

Son las cinco de la tarde y Wolfe está practicando al micrófono lo que les dirá a sus cientos de fans dos horas más tarde para introducir el espectáculo que dará con Fernando Otero, su admirado compositor y pianista porteño. Se trata de la última edición de esta semana de una serie de encuentros organizados por la escritora Katherine Lanpher entre grandes escritores y sus músicos favoritos. "A Tom sólo podíamos ponerlo con un argentino", confiesa ella, y Otero cuenta que en el e-mail en el que Wolfe lo invitaba a participar le puso que ambos estaban conectados por una necesidad de innovación permanente". Eso, y "una comunicación directa que va al corazón, al centro neural, sin pasar por el cerebro", Wolfe asegura que son características que "hoy sólo encuentra" en la música argentina.

"Dos años atrás fuimos a Buenos Aires puramente a escuchar tango", aclara a LA NACION Sheila, la mujer de Wolfe, mientras él se queja de que, con la pierna enyesada de ella, no podrán bailar cuando vayan el mes próximo a la Feria del Libro. "Algunos pasos intentaremos", se ilusiona él camino de un cuartito escondido donde se realizará la entrevista con LA NACION.

Wolfe, autor de las novelas La Hoguera de las vanidades , Un hombre completo y Yo soy Charlotte Simmons , además de figura fundacional del llamado Nuevo Periodismo, no da vueltas en sus gustos musicales: "Piazzolla fue, sin lugar a dudas, el mejor músico que tuvo el siglo XX", asegura.

"A pesar de que uno piensa en el tango siempre como música popular, al menos en Estados Unidos, lo que hizo Piazzolla fue profundamente complejo y pudo capturar los sonidos del siglo XX. Ningún otro compositor en el mundo lo logró. Nosotros tuvimos a Gershwin, pero como en ese momento la música seria se estaba volviendo muy popular, nuestra aristocracia encantadora tomó la actitud de hagamos a la música seria realmente impopular , y esa ha sido la línea de la Academia americana desde entonces", lamentó.

Lo absurdo de la "aristocracia encantadora", que es la manera en la que Wolfe siempre se refiere a las elites intelectuales de centro-izquierda, ha sido uno de los temas más constantes de su obra. Poco después de su llegada a Nueva York escribió un ensayo de 15.000 palabras contra el texto más sagrado de dicho grupo, la revista New Yorker , que muchos miembros de la intelligentsia jamás le han perdonado. Lejos de retraerse, Wolfe ha ido apilando ataques contra ellos desde todo punto vista: literario, social, estético y, ahora, musical.

Pero eso no es todo. Pocas cosas pueden resultar más irritantes para las clases educadas de la Costa Este que un dandy del Sur (Wolfe nació en 1931 en Richmond, Virginia, una ciudad segregada y, con su emblemático traje blanco, se sigue vistiendo como si jamás hubiera puesto un pie demasiado lejos de las plantaciones) se divierta con las políticas raciales. Y eso es precisamente lo que Wolfe ha hecho desde los días de la lucha por las libertades civiles y que vuelve a abordar en su próxima novela, ambientada en Miami.

"Se llamará Back to Blood y es sobre la inmigración, sobre el choque entre razas y grupos por la mezcla de cubanos, haitianos, rusos, nicaragüenses y personas de tantos otros países que están allí, muchas de las cuales han llegado en tiempos relativamente recientes", dice. El texto que leerá está lleno de palabras en castellano-particularmente insultos- que Wolfe pronuncia de manera impecable, deleitandose ante el buen oído que sabe que tiene para el dialogo de la gente en las calles. Por supuesto, esto es una marca distintiva de su trabajo, y no solo de ficción.

"En mi opinión nuevo periodismo es una definición técnica. un uso de las herramientas que tiene la ficción para atrapar al lector. Entonces, en vez de hacer una narrativa histórica, se construye la historia escena a escena, poniendo cuanto más diálogo posible, ya que el diálogo es lo más fácil de leer. También significa contar lo que pasó desde el punto de vista de uno de los personajes, y poner cómo eran los muebles que lo rodeaban, la casa, cómo hablaba con sus superiores, sus inferiores, en fin, poner todas esas cosas que reflejan clase y status. Eso sí, sin jamás alejarse de la verdad. Es decir, nada inventado. Hoy el término Nuevo Periodismo se usa para referirse a quienes escriben de manera impresionista, o quienes ponen lo que creen que es la verdad aún si no pasó, o las memorias personales", cuenta disgustado.

En cuanto a la ficción, Wolfe explica que realiza una investigación antes de escribir comparable a la que hace para sus trabajos periodísticos. "Lo más importante es el descubrimiento, juntar la información e ir directo a contar lo que pasó", dice. Caso contrario se arruina la literatura como se arruinó la música seria en Estados Unidos al tratar de ponerla en moldes predeterminados.

-¿Cómo se involucró con la música argentina?

-Por total casualidad. Mi mujer estaba conversando con alguien sobre los conciertos que hay en Central Park en el verano y esta persona, que ni recuerdo el nombre, le dijo, "tengo estos discos realmente interesantes de un hombre llamado Astor Piazzolla, ¿no querrías escucharlos?" Esto fue un par de años atrás; el minuto que sentí su música inmediatamente pensé: está es la música del siglo XX.

-¿Y en Estados Unidos no hubo música del siglo XX?

-¡Claro! En este país tuvimos compositores como Piazzolla, pero nunca llegaron tan lejos como él. Gershwin es muy bueno, naturalmente, y supo meter los sonidos de la ciudad de Nueva York en su trabajo. También tuvimos a Duke Ellington y a un hombre llamado Rudolf Friml. Pero entonces Schoenberg llegó y se empezó a mirar a todos los que hacían esto como figuras populares, y por ende menores. Tengo entendido que en algún momento algo así pasó con Piazzolla. Y, sinceramente, Piazzolla fue mejor que Gershwin y que cualquiera de los nuestros.

-¿Y qué espera de esta visita a Buenos Aires?

-La vez pasada fui a la Argentina exclusivamente a escuchar la música de Piazzolla pero, claro, allí inevitablemente recorrimos todo lo vinculado con Carlos Gardel también. Fuimos a los teatros, a los bares, a ver bailar en la calle los domingos en San Telmo y aprendí que, para bailar, en realidad Piazzolla definitivamente no es lo mejor. Ah, y fuimos al puerto. A la pasada, me di cuenta de cómo me gusta el estilo francés de Buenos Aires, la belleza de los bulevares. Una de las cosas que en esta vuelta espero explorar.

Por Juana Libedinsky
Para LA NACION