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miércoles, 14 de marzo de 2007

Tiròn en el pecho

Era el anuncio de una larga siesta, un fuerte ardor en el pecho y se desploma,.. Todo parecía que estaba bien, casi en orden esa noche, en el Club, con sus amigos, ese tirón en el pecho.
Al despertar estaba en el segundo piso del Mercado de Abasto, en una larga fila, silenciosa y melancólica.
La gente de la cola, como en una ceremonia, está en un silencio cerrado y profundo.
Una voz desde el mostrador de recepción:
--A ver vos, pasá.!!
Todos lo miran, sin hablar. Todos lo miran a él y a su tirón en el pecho.
Entonces se adelanta y pasa junto a la cola. Los de la fila lo tocan y palmean a medida que avanza.
Una mano lo toma, como tenaza, de un brazo. Es la mano de un hombre gordo, que está sentado en un cajón de fruta y dice:
--Che, te acordarás de mi, cuando te atiendan?, No te olvides de mi, que quiero volver y no encuentro la salida, y muchas veces la entrada.
Llega al mostrador. Entonces el encargado:
--Bueno , decíme: tenés la moratoria previsional?, el cuit? y los pagos a los bancosal día ?
Bajando la cabeza le responde: --Mire Don, hace rato que estoy parado, sin laburo, me estaba reponiendo de los tres by pass y púfate este ardor en el pecho...
Entonces el Don:
--Lo lamento, pibe. Tenés muchas cosas que arreglar en la Planta Baja, no te podemos admitir por estos lados todavía. Que pase el que sigue.
--¨Pero espere, Don, por lo menos dígame quién es el gordo que está sentado en el cajón de fruta.?
--Ah! Ese es músico, está sentado sobre su bandoneón. Pero es mejor que bajés. Y tocando tres timbres le dá salida.
Se despierta en lo que parece un hospital, rodeado con casi todos lo que estaban en la silenciosa fila del Mercado, los más queridos.
Sólo el gordo triste no estaba. Como se había olvidado de pedir por él.?
Pero al recordar los tres timbres que le dieron de salida , sonrie con esperanza. Quizás habían vuelto los tres: el gordo, su cajon de fruta sonoro y él. Ya cuando esté fuera de alli, quizás los busque.
En ese momento todo se pone en la sala de un color brillante .
Luego de unos dias, sale del Hospital. Una mañana en una de sus caminatas, se encontro con el viejo edificio del Mercado.
Rodeo todo el mercado. Estaba ahora pintado de un color especial, como celeste, y en una de de sus puertas, sentado, junto al local que fuera de Peluffo estaba sentado el gordo vestido con una camisa que tenía afuera del pantalón. Apuró sus pasos y también su corazón y se aproximó a él. Si se trataba de su amigo ....Le dijo que lo estaba esperando y le sonrió.
Asombrado. Lo mira y el le dice: entremos que quiero mostrarte donde vivo ahora.
Para Pepe sta todo cerrado y se lo dice.
Pero no chantún, para nosotros esto está siempre abierto. Enfilaron, entonces, para unos de esos portones de rejas. Pasaron los fierros, la rejas y las cadenas.Ya adentro todo estaba oscuro, y el techo a través de sus gruesos cristales permitia ver un cielo brillante celeste.
Te quiero mostrar lo que es mi casa, le dice el gordo, desde aquel dia, tan lejano en que me tocó a mi subir al primer piso.
Ahora podríamos vivir juntos por aquí dentro y me podrías poner letra a algunas de las músicas que hice cuando estaba solo.
Pero gordo, vos sabés que yo apenas se leer, lo dice casi como disculpandose.
Se cuenta en el barrio que, a las noches , del viejo mercado abandonado , se escuchan acordes de bandoneón, y que una sentida voz ronca, de boliche, los acompaña suavemente.
Los amigos, recuerdan aquel día del ardor en el pecho, a Pepe tararendo ronco, desde su rincón de la cantina del Club.

abril 4, 1996
L NUÑEZã
ABASTO1.DOC
673

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