1
Llego del colegio, entro en la cocina, el guardapolvo que traigo en la mano, como una bola, lo pateo a un ángulo de la mesa, en el rincón de las ánimas, lejos del control del guardameta, creo que allí estaba Isack López, el de Chacarita.
Mamá grita para que me saque los zapatos nuevos y use para ir al fondo las zapatillas.
Entonces de un pelotazo con el ovillo del guardapolvo, como pelota de trapo, tiro las mazetas, que estan formando barrera en el arco sobre la Avenida La Plata
Creo que estaban todos adelantados, me apuré!.
Corro para el patio de tierra.
Estoy con el Negro junto a su cucha, esperando para salir a la cancha, por el tunel.
El negro me mira, y entonces digo, frente a su mirada siempre de duda y reproche:
--Negro viste, la barrera estaba adelantada, así no vale!.
--Negro porque Mamá me adelanta la barrera?!? , hay mucha marca, así va a ser dificil meter un gol!.
Salimos , el Negro, yo y los otros nueve, la gente de la tribuna sobre Maza nos aplaude.
Alguien le grita algo al Negro, yo le digo por lo bajo que no le de bolilla.
--Perro....uuuuuu!
Estamos el Negro y yo en el centro de la cancha, le digo “Aurieli” (* already), y el me mira significando: “diez” (* yes), entonces Bartolome Macias pita, y se la paso al Negro, que la da atrás, Zubietta me la devuelve y resulta que es una chapita de Bidú, que desde fuera del area pateo y sale junto al poste en el arco de Avda La Plata.
Isack Lopez no se que me dice,señalando la chapita que pasa por arriba de la tribuna, llegando hasta la calle Santander.
La multitud sigue aplaudiendo, se levantan los cronometristas, parece que termina el partido. Miles de pañuelos flamean en los cuatro costados del Gasometro.
Uh Dio....... como se rajó el zapato, justo ahi adelante.
Mamá nos lleva al Negro y a mi para la cocina. A mi agarrandome de una oreja.
En la cocina, me dice que me saque los zapatos y que tome la leche.
El Negro mira.
Mientras le pongo azucar al pan y manteca, le doy un pedazo.
Pienso que el lunes voy a estar en la tapa de El Grafico, Mamá ya me hizo sacar los zapatos; ahora los lustra y sonrie.
Que linda es Mamá cuando se rie.
El tiro al arco apenas empezó el partido, fue bárbaro, le paso cerca, luego la chapita voló, espero que la revista traiga la foto.
2
El Negro debe estar mirando desde hace rato, creo que bosteza; Superman está por terminar.
Habíamos tomado la leche y terminado con el pan, la manteca y también el azúcar.
Ahora Mamá me peinará y me dejará sentar en el umbral de la puerta de calle, , a mirar pasar los colectivos y esperar a Papá en su ultima vuelta, si es que viene el otro relevante, para es también relevante.
Mamá no deja que el Negro salga a la calle conmigo.
Seguro que lo estará bañando, pobre Negro, el tampoco puede hacer lo que quiere.
Los arboles de la calle tiran unos frutos pequeños, sueltos o en racimos, son los venenitos, son amarillos.
La vereda esta casi cubierta por esas ramas y sus venenitos, luego Mamá vendrá a barrer.
Ya tengo mi racimo en la mano.
Viene un colectivo, creo que realmente es un tanque, el reflejo del sol, no me deja ver bien, a esta hora en el desierto de Sahara .
Miro a ambos lados del camino, y al estar ya pasando frente a mi, le arrojo dos amarillos venenito.
El tanque vuela por los aires, la onda de la explosión me impulsa hacia la casa, donde entro como un fugitivo seguido por los enemigos, el Negro nos ve pasar y nos ladra, se acopla a la fuga y sigue corriendo con todos nosotros.
Ya estoy bajo la sombra de la higuera.
Esta carrera y el calor del desierto me han fatigado.
Se acerca el Negro, recién bañado, todavia mojado y viéndome necesitado de agua, se sacude frente a mi.
Me mira, siempre preguntando.
Yo algo mas tranquilo le cuento entonces que unos de los colectivos enemigos acababa de ser volado con una de mis granadas de las cuales conservo algunas sin activar todavia en mis manos.
El Negro se sacude nuevamente y me tira todo una lluvia de agua perfumada que refresca mi rostro, esto es buenisimo luego de estar tanto tiempo en la arena del camino en el desierto.
Quedo totalmente salpicado.
Pienso que debo seguir pasando desapercibido, y me arrastro hasta la casilla de vigilancia, no veo a ningún centinela.
Lo importante es que mi misión haya sido cumplida, lo que lamento es que era el colectivo 33, justo el 33, el de Papá.
Dejo al lado del Negro, junto a su casilla, los venenitos sobrantes de mi aventura y nos quedamos mirándolos, como hechizados por su amarillo peligroso.
Adelante se sienten ruidos, ya nos han descubierto, estoy perdido, lo siento a Papá preguntar a Mamá donde se metió este chico. Debe estar con el Negro en su casilla, ella me delata.
?Porque vino más temprano de su trabajo?
?Papá que hará ahora sin su 33?
Nos miramos con el negro, y el se mete en su casilla
El puesto del centinela sigue copado por nosotros. Son las 7 de la tarde hora de Villa Puerredon, sincronizamos nuestros relojes, pero....
...yo no tengo reloj, y el Negro tampoco.
3
Hoy Papá esta en casa. Allí junto a la higuera, habla con el Negro. De que hablara Papá con el Negro?
Espero que no le diga lo de los venenitos.
Los miro desde la cocina, estoy con lo deberes.
Entra Papá y me dice:
--che trae la pelota que vamos a jugar con el Negro.
Me siento aliviado; pero todavia no muy seguro, a veces el enemigo es muy astuto e inteligente.
Se va para el banquito y yo me acerco con la pelota.
El Negro salta y ladra.
No aguanto más y le pregunto por su colectivo,
-- le están haciendo un ajuste de motor , el pobre ya no aguanta más, tendrá para 15 días de reparaciones, le harán un ajuste.
--Tendré que pensar en otro trabajo mas estable, esto de relevante no es muy cómodo.
!! O sea que los venenitos explosivos no le hicieron nada!!
!! Ahora si me siento más tranquilo.!!
4
Entrar a la cocina y pedirle a Mamá que salga ya que me tengo que convertir en Superman, es uno de mis imposibles necesidades.
En el baño no se lo he podido hacer nunca, por que Doña Encarna, me esta mirando y vigilando, es muy dcuriosa con todo lo que yo hago.
Ademas Clark Kent no se hubiera cambiado nunca en un baño.
Hacerme Superman era algo que tenia grandes complicaciones.
En la historieta, Clark Kent entraba en una cabina telefonica y listo.
Pero por el barrio, en aquellos tiempos, no habia cabinas, ni siquiera telefono teniamos en casa.
Teniamos que ir a la panaderia para hablar , y el rincon del telefono estaba a la vista de todos, sobre todo de Don Manuel, el panadero de la caja.
O sea que me resulto mucho mas facil ser el Capitán Maravilla, tenia que decir solo ”Sasan” y listo, lo que pasa es que yo lo decia en voz muy alta, casi a los gritos, un alarido como lo habia visto y escuchado en los episodios de la Parroquia.
En los colectivos, y en el colegio, no tenia problemas, para venirme el Cápitan Maravilla.
Pero en casa, y justo a la hora de la siesta de Papá y Mamá, eso era explosivo, el viejo corriendome por el patio con el cinto en su mano.
Alli quedaron truncos mis sueños de ser el Capitan Maravilla.
He tenido pues muchas dificultades para venirme Superman y Maravilla a lo largo de toda mi vida.
5
Nos miramos con el negro.
--Que me decís como llueve afuera en el patio
Ya habiamos almorzado los cuatro , mientras llovia afuera.
Mamá y Papá se van a dormir la siesta.
Miramos el patio,como se juntaba el agua en la tierra, el barro que se armaba.
Como siempre, seguro que se suspenden los partidos.
--Los jugadores, ahora, en este mismo momento, de que hablaran?
--De lo mismo que yo hablo con el Negro?
El comienza a dar vueltas, y vueltas y se sienta, junto a mi.
La radio, y el comentario de antes del partido.
En ese momento dos tipos de negro y pantalon corto, van hasta el medio del patio, Mamá esta alli con el tacho de la ropa bajo el brazo , pero que esta tirando sobre los charcos?: aserrin, como hoy cuando empezo a llover, y lo hecho en el piso de la cocina.
--Pero no se habia ido a dormir?.
--Parece que Mamá quiere que se juegue el partido.
Los tipos se miran y se dicen algo, uno de ellos hace gestos negativos, creo que suspenden el partido, Mamá los para y les habla, pero parece que no le dan bolilla.
--Como es que pueden no darle bolilla a Mamá?.
El público va a invadir la cancha.
--Esos tipos parece que no saben lo que hacen.
Alguien en la radio dice que no debieron jugar las terceras y la reserva.
--Bueno negro, veni que saco la caja de zapatos y el espejo y nos vemos una pelicula, que te parece El Halcon Maltes?.
El negro mira y me parece que dice que si.
--Mira esa es la muchacha, es Mary Astor, no entiendo porque Spade no solamente la deja sino que la entrega a la policia.?
No lo entiendo! No , no lo entiendo.
El Negro tampoco lo entiende, lo dice moviendo la cola.
6
Viajar en subte, era en esos tiempos ir al cine y a la calle Lavalle.
Lavalle era una calle extraña, era como me imaginaba un gran parque de diversiones, no se podía casi pasar y sin embargo autos y gente se volcaban por allí, buscando salir por Florida.
Papá decía que esa calle debería ser sólo para los peatones, --falta que yo venga por aquí con el colectivo.
Me reí de la idea.
Ir con Papá por esa calle, oyéndolo hablar de sus proyectos, de dejar el trabajo del colectivo, de que yo estudiara.
Mis ideas saltaban también por esa calle, yo solo quería aprender a tocar el trombón.
Quizás yo podría acompañar a Papá para su entrada triunfal por la calle Lavalle con su colectivo, yo dirigiendo una banda de músicos como Tyrone Power y su Ragtime Band, Alice Faye iría sentada junto a mi.
Sueños, los de mi Papá y los míos; que pena si Papá dejaba el colectivo yo no podría estudiar el trombón.
No me iban a necesitar con mis músicos y el trombón.
Y tal vez no me encontraría nunca con Alice Faye.
Parece que el trombón lo dejaré por algún tiempo, a Alice también.
7
Regresamos a casa.
Mamá estaba en la puerta con el Negro, hablando con la señora que nos alquilaba la pieza de su casa, su marido Don Santiago estaba con ellas. Son los de adelante.
Un hall-living y un dormitorio, una cocina grande y un baño.
Nosotros usábamos una piecita, la del medio, que era nuestro dormitorio, y el baño común, donde me bañaban los sábados a la noche. Puf....eso si que era como un castigo.
Teníamos en el fondo, una cocina, donde comíamos y prácticamente vivíamos
Doña Encarna, no le gustaba mucho el Negro, con el tiempo supe que todo lo hacia por su “‘pitocho”, que era yo.
Ella y su marido no tenían hijos.
No querían alquilarle a Papá, me cuentan que decian que eran una parejita simpática pero lastima que tenían un chico y un perro.
Cuando nos mudamos de esa casa , cuando Papá dejo el colectivo, el marido y ella lloraron, ese día todos lloramos.
Ellos no sabrían nunca mis verdaderos motivos: el patio de tierra, el trombón, Alice Faye y ese dichoso asunto de que un perro no se podía tener en un departamento.
Viste Negro, no te dejaban entrar en la pieza, no podías salir a la calle conmigo, no en la iglesia, y en el cine, no con los abuelos.
Negro, Negro, no saliste nunca de este patio de esta casa, te quedaste con ellos con Encarna y Santiago, decian que no te querían.
Lejos de aquí ya encontré mi trombón y mi Alice.
El negro me mira y creo que ya sabia todo.
lunes 30 de septiembre de 1996
PATIO3.DOC
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