“Yo creo en el
gobierno de la opinión pública…
Terminado el debate,
De la Torre
presentó su renuncia al Senado y se retiró a su casa de la calle Esmeralda 22,
de la que sólo salía para brindar alguna conferencia o participar en homenajes
a viejos amigos de ideas como Aníbal Ponce. En 1938, sus amigos le prepararon
un cumpleaños sorpresa. De la
Torre cumplía 70 años y se lo notaba muy apesadumbrado. Hacía
pocos días había fallecido su madre y comenzaba a rondar por sus ideas el
fantasma de Alem. Lentamente, comenzó a despedirse de sus allegados y de sus cosas
más queridas hasta que, al mediodía del 5 de enero de 1939, puso fin a su vida
disparándose un balazo al corazón.
Junto a su cadáver se encontró una carta dirigida a sus
amigos:
"Les ruego que se hagan cargo de la cremación de mi
cadáver. Deseo que no haya acompañamiento público ni ceremonia laica ni
religiosa alguna. Mucha gente buena me respeta y me quiere y sentirá mi muerte.
Eso me basta como recompensa. No debe darse una importancia excesiva al
desenlace final de una vida. Si ustedes no lo desaprueban, desearía que mis
cenizas fueran arrojadas al viento. Me parece una forma excelente de volver a
la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el Universo. Me autoriza a
darles este encargo el afecto invariable que nos ha unido. Adiós” 10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario