Una relación que está en vías de congelamientoEs probable que Cristina Kirchner no vuelva a Madrid como presidenta de la Argentina ni pueda ufanarse de ahora en más de la confianza del rey Juan Carlos y de José Luis Rodríguez Zapatero. Eso sucedería si el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, cumpliera su viejo anhelo de expulsar de Aerolíneas Argentinas a los dueños españoles. El proyecto de Jaime para intervenir la empresa está en manos de la jefa del Estado; en sus manos está también la futura relación de su gobierno con la jerarquía gobernante española.
Por Joaquín Morales
Solá Para LA NACION
Los dueños de Aerolíneas Argentinas, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, son, respectivamente, el presidente y el vicepresidente de la CEOE, la poderosa central empresaria de España, que agrupa a todos los propietarios de las compañías de ese país. Ambos empresarios son interlocutores permanentes del rey y suelen acompañarlo en sus viajes oficiales al exterior.
La Presidenta acaba de postergar una visita oficial a Madrid, que debía comenzar el próximo sábado. La postergación se debió, según fuentes argentinas, a los problemas internos que Cristina Kirchner tiene en el país. Sin embargo, puede asegurarse que también se debió a que no estaba en condiciones de llevarle ninguna buena noticia al gobierno español, que desde hace cinco años viene reclamando medidas que garanticen la seguridad jurídica y económica para las inversiones hispanas en la Argentina.
El gobierno español estaba ayer al tanto de los dramáticos problemas que atraviesan los dueños de Aerolíneas Argentinas. ¿Una intervención a la empresa enfriaría la relación de Rodríguez Zapatero con los Kirchner?, preguntó LA NACION a un funcionario en Madrid. Respuesta: "No la enfriará. La congelará", se ofuscó.
El caso Aerolíneas Argentinas tiene especial interés para el gobierno de Madrid por la envergadura de sus dueños en la política y en la economía de España. También adquiere especial relevancia porque la cuestión fue puntualmente planteada por Rodríguez Zapatero a Cristina Kirchner en la reciente reunión bilateral que mantuvieron en Lima, en el marco de la cumbre entre la Unión Europea y América latina. El acuerdo de ambos líderes consistió entonces en que el proceso de "argentinización" de una parte del capital de la compañía aérea resolvería todos los problemas que existían.
En rigor, Ricardo Jaime ha sostenidos siempre que los dueños españoles deben abandonar la empresa; de alguna manera, Néstor Kirchner, mentor y protector de Jaime, estuvo de su lado. El caso tuvo un nuevo estallido en los últimos días, cuando los propietarios de la compañía aérea culparon a Jaime de boicotear un acuerdo con bancos locales para conseguir créditos que les permitieran pagar el aguinaldo y los sueldos de junio. El crédito quedó en estado de parálisis. La empresa pagó el aguinaldo, pero no pudo liquidar aún los salarios de junio.
Los dueños españoles, que habían aceptado el proceso de "argentinización" de parte del paquete accionario, manifestaron en los últimos días un fastidio definitivo con el gobierno argentino. "Nunca nos quedamos donde no nos quieren", han repetido recientemente. Ese concepto ya se lo habían expresado a la propia presidenta argentina en una reunión que mantuvieron en enero último. "Yo conozco la importancia de ustedes, y mi deseo es que se queden en el país", les respondió entonces la jefa del Estado.
Demoras burocráticas
Junto con el proceso de "argentinización" parcial de la propiedad, el Gobierno anunció, en abril último, una actualización de las tarifas aéreas y subsidios estatales para el precio del combustible aeronáutico, que subió muy por encima de las nuevas tarifas. Pero tanto las tarifas como los subsidios sólo empezaron a funcionar, después de muchos trámites burocráticos, en junio pasado. "Desde enero hasta ahora hemos perdido millones de dólares", señaló una fuente de la empresa.
"Es el caso Sidor de la Argentina", dijo, lacónicamente, una fuente gubernamental en Madrid. Se refería a la empresa metalúrgica venezolana, controlada por la argentina Techint, que fue reestatizada recientemente por Hugo Chávez.
Empresarios hispanos anticiparon que el gobierno argentino se envolverá en la bandera nacional para hacer el eventual anuncio y que señalaría que la compañía aérea no funcionaba bien. Esto último también es cierto.
No obstante, fuentes de la empresa subrayaron que durante cinco años debió resignarse a tarifas congeladas y enfrentar insumos con precios en dólares. El gremio de pilotos, que depende políticamente de Jaime, provocó una huelga tras otra, lo que disparó la consiguiente desconfianza social.
La empresa debió deshacerse, también por presión del Gobierno, de un socio importante, el ex presidente de la compañía Antonio Mata, quien recibió varios millones de dólares para vender sus acciones.
Problema irresuelto
"El Gobierno está seguro de que la gente común les echará toda la culpa a los españoles y que el Gobierno recibirá un poco de oxígeno", señaló un funcionario del Ministerio de Planificación. Si ésa fuera la línea que predomina, estaríamos entonces ante una estrategia del kirchnerismo para sacar a la sociedad argentina del problema irresuelto con el campo. Intentaría, también, recobrar cuotas perdidas de popularidad.
El Gobierno ha tomado nota de su pronunciada caída en las mediciones de opinión pública con recientes resultados de Analogías, una de las empresas de encuestas que cuentan con mayor confianza oficial. Esa medición nacional, que concluyó el 1° de este mes, indica que el 62 por ciento de la sociedad está más cerca del campo que del Gobierno, cuya posición en el conflicto rural tiene sólo el apoyo del 17 por ciento.
Los dos dirigentes políticos con mejor imagen positiva son el santafecino Hermes Binner (con el 76,8 por ciento) y Mauricio Macri (con el 61,6 por ciento). Con cifras mucho mejores que Néstor y Cristina Kirchner están Alfredo De Angeli, Eduardo Buzzi, Julio Cobos, Elisa Carrió, Daniel Scioli y Felipe Solá, en ese orden. El matrimonio presidencial ocupa sólo el octavo y el noveno lugar de la simpatía popular.
El caso de Aerolíneas Argentinas podría resultar, con todo, otro letal manotazo de ahogado. En el mejor de los casos, el Gobierno creará un nuevo y monumental problema sin haber solucionado el preexistente. Los vuelos de cabotaje, en gran parte controlados por Aerolíneas Argentinas, podrían verse comprometidos.
Los inversores extranjeros huirán con más decisión de la Argentina. Y los Kirchner habrán roto todos los puentes con el único país del hemisferio norte que había hecho un largo esfuerzo de comprensión con la particular manera de gobernar del matrimonio presidencial argentino.
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