Una salida para el laberinto
Por Carlos Pagni
Martes 17 de junio
de 2008 19:58
Con la decisión de enviar al Congreso las retenciones móviles para que adquieran fuerza de ley, Cristina Kirchner intentará a partir de ahora encontrar una salida, siquiera provisoria, a la profunda crisis política en la que cayó su gobierno. El recurso a las Cámaras le permitirá a la Casa Rosada identificarse con la pureza institucional, profundizando de ese modo el eje central del discurso de los Kirchner frente a quienes se les oponen: quien se niegue a aceptar las retenciones desafía el orden institucional y se convierte, de manera automática, en golpista. El anuncio estuvo envuelto en un contexto que reforzaba ese montaje: la defensa de las retenciones quedó identificada con la defensa de la democracia y, en el extremo, la disconformidad con la medida se asoció con los bombardeos a Plaza de Mayo de 1955. Otro objetivo relevante de la táctica adoptada ayer es el de encauzar los reproches del campo hacia las Cámaras, y descomprimir al Ejecutivo. Un movimiento que el kirchnerismo adoptó en una de sus primeras crisis, cuando estalló el caso Axel Blumberg: en aquel momento se intentó, a partir de una batería de proyectos legislativos, impedir que las manifestaciones fueran hacia la Plaza de Mayo, desviándolas hacia el Congreso. La decisión de involucrar al Parlamento con la medida representará un costo político importante para el PJ. La mayor parte de los senadores y diputados que deben aprobar las antipáticas retenciones dependen del voto rural. El campo pasará lista para identificar quién vota y quién no la polémica ley. Néstor Kirchner ambientó el anuncio de su esposa con una conferencia de prensa previa durante la que justificó el acto que el peronismo realizará mañana en Plaza de Mayo. En esa presentación el esposo de la Presidenta levantó una y otra vez la bandera del pluralismo mientras hostigaba a algunos periodistas que lo interrogaban, haciéndoles declarar en qué medio estaban empleados: "Ya sé para qué te mandan", le dijo a uno de ellos. También formuló una encendida censura contra los que impiden la circulación vial. Pareció sincera esa diatriba. Salvo por la presencia, a su lado, de Hugo Moyano, quien ganó fama durante el gobierno anterior bloqueando con camiones las salidas de almacenes y fábricas no para quejarse por un impuesto excesivo sino para obligar a los empresarios a firmar con su sindicato el convenio laboral de su compañía.
Especial para LANACION.com
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