El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos díasque me quedan,
los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada violeta,
monumento de una tardesin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora.
¡Cuántas cosas,láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Jorge Luis Borges
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